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Apenas dos metros de ancho y ocho de largo. Elevadas paredes a ambos lados que oscurecen la zona. Y, además, se presenta apartado de la calle principal, por lo que el tránsito de personas es mínimo. En resumen, el escondite perfecto para cualquier acto delictivo. ... Es lo que denuncian los vecinos del Pasaje Eulogio Serdán, en el barrio de Coronación, en Vitoria. «Desde las ventanas vemos cómo los chavales entran al callejón a consumir y vender droga. Estamos hartos». Y vuelven a reclamar «que coloquen vallas o puertas para frenar una situación con la que convivimos desde hace más de dos años».
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Jon Ander Goitia
La tensión se incrementa coincidiendo con el fin de semana. «Los viernes y sábados por la noche es cuando más se les ve. También hacen botellón en la plaza», explica un vecino a EL CORREO. Son los momentos calientes, pero no los únicos. «Los jueves a veces también se acercan y sientes impotencia porque no puedes hacer nada», censura otro propietario de las comunidades colindantes. En total, once portales conviven la situación que se vive en un callejón que conecta el parking Oribe del Centro Cívico de Aldabe y esta manzana que desemboca en Eulogio Serdán.
Los más damnificados son los del número 4, el bloque que sirve de parapeto para estos actos delictivos. «Desde las ventanas vemos como entran. ¿Y qué haces? Te da miedo que puedan hacerte algo», confiesa una residente. Ante esta tesitura, los vecinos de este portal han abordado en varias reuniones la necesidad de buscar una solución. «Se ha convertido en un problema y pedimos una solución. Todos sabemos que aquí se consume y vende droga», censuran.
¿Por qué no se puede vallar este callejón que se ha convertido en un evidente foco de problemas? «Nos argumentan que colocar una valla impediría el acceso ante cualquier incidente relacionado con las arquetas o el paso de los bomberos», explican los vecinos, a los que estas explicaciones están lejos de satisfacerles. Ellos plantean una solución idéntica a la que se aplica en los caños: «Que el Ayuntamiento tenga la misma llave que los vecinos».
Por el momento, añaden, lo que sí han notado es un refuerzo de presencia policial. «Es frecuente ver patrullas en la zona, incluso de manera preventiva», reconocen. Sobre todo, estas actuaciones se centran por las noches, coincidiendo con la presencia de los chavales. Una labor con la que detectar y también ahuyentar a los grupos. «A veces están dos personas trapicheando, pero también grupos de cinco, seis... incluso hemos visto hasta de diez».
Lonja okupada
El callejón es el principal foco, pero su huella se extiende a los alrededores. La plaza que comparten estos portales es «lugar frecuente de botellones». Los días, los mismos. Una situación que parece haber enfriado coincidiendo con el cierre de un conocido pub que se encontraba a escasos 200 metros. «Venían los clientes que luego entraban a la discoteca que se ha cerrado», apuntan. Y cuando la Policía entraba para desalojarles «aprovechaban el callejón este para escapar y no ser pillados».
Pero hay más casos. «Hace poco tuvimos que ver cómo okuparon una lonja». En la misma plaza, justo enfrente del pasadizo. «Dentro había chavales y cada dos por tres tenía que venir la Policía. Todos sabíamos que había droga», recuerdan los vecinos. Sus palabras denotan el hastío por una atmósfera que les afecta en la convivencia. Los otros locales ahora se han convertido en sociedades gastronómicas o trasteros.
Y si cruzamos el callejón hacia el parking de la parte trasera del Centro Cívico de Aldabe nos toparemos con un parking. La Ertzaintza evitó hace justo un mes una violación. La mujer fue rodeada y «manoseada» por tres individuos. La víctima alertó a los agentes, quienes acudieron rápido al lugar y arrestaron a los agresores. Todos tenían dieciocho años recién cumplidos.
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