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Los fenómenos meteorológicos son increíblemente caprichosos. Tanto que un territorio puede pasar en una semana de meterse en la cama con el termómetro bajo cero a despertarse con un pedacito del Sahara amontonado en la esquina del portal. Es lo que le ha ocurrido a ... Álava que, en las últimas horas, se ha cubierto de calima, un polvo finísimo procedente del norte de África que ha teñido de naranja desde calles a coches, toldos, terrazas... y hasta las eras del Valle Salado. Incluso el cielo se ha pintado por momentos en tonos rojizos. La estampa se ha repetido en otros rincones de España, con imágenes espectaculares en zonas como Murcia o ciudades como Madrid o Barcelona envueltas en una nube anaranjada. «Los canarios están muy acostumbrados a esto», comenta José Antonio Aranda, responsable de meteorología de Euskalmet, consciente de que en Euskadi se ha producido esta vez «una incursión llamativa».
La calima se planta «todos los años» en Euskadi pero en esta ocasión su llegada se ha acompañado de una borrasca «muy profunda», bautizada como Celia, y de un anticiclón. El cóctel perfecto, con «vientos muy fuertes», que en Kapildui alcanzaron ayer una racha máxima de 103,7 kilómetros por hora, para 'arrancar' esas partículas del Sahara y transportarlas a miles de kilómetros. Más de 3.000, en concreto, separan a este rincón del mapa de Vitoria aunque este polvo tan fino, más parecido a la arcilla que a la arena, puede «recorrer tranquilamente unos 8.000». «Ha entrado en Francia y es posible que también en parte de Inglaterra», comenta el experto de la Agencia Vasca de Meteorología ante este fenómeno que ha sorprendido a más de uno.
La presencia de estas minúsculas partículas ha generado también cierta preocupación por su impacto en las personas con problemas respiratorios. Estar «expuestos a la inhalación de forma continuada» provoca al momento síntomas como «sensación de falta de aire» y con el paso del tiempo, «horas o incluso días después», pueden aparecer afecciones más graves como «la inflamación de los bronquios y broncoespasmos», avisa Aitor Ballaz, neumólogo del IMQ, que recomienda a estos pacientes salir lo mínimo a la calle mientras dure la calima o protegerse con mascarilla, «si puede ser, FFP2». En el exterior mejor también no practicar ejercicio de alta intensidad y en casa conviene no abrir las ventanas para evitar que entre este polvo que se cuela por todas partes. «Es tan fino que si coges un poco y lo frotas con las yemas de los dedos no notas la granulación», describe Aranda.
En la calle, además, hasta las personas sanas, sin afecciones respiratorias, perciben el efecto de la calima. En forma de «sequedad ocular» o «sensación de bochorno o de que no pueden respirar bien», por ejemplo. Y los alérgicos lo pasan incluso peor, con «estornudos» y «picor de ojos», detalla el especialista de IMQ. El fenómeno, sin embargo, tiene las horas contadas porque «las lluvias volverán el jueves y lavarán todo», avisa Aranda sobre el pronóstico del tiempo. También desaparecerá el viento «seco» que ha templado esta semana el ambiente. Vitoria pasará de disfrutar este miércoles de sol y una temperatura máxima de 16 grados a sacar el paraguas y no subírá de los 9º durante la siguiente jornada.
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