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¿Por qué ha caído a mínimos históricos el nivel de los alumnos vascos?

¿Por qué ha caído a mínimos históricos el nivel de los alumnos vascos?

Los resultados académicos están en mínimos históricos. La política lingüística, los cambios sociales, la metodología y el uso de la tecnología explican parte del fenómeno

Domingo, 23 de febrero 2025, 00:13

Esta semana el Departamento de Educación ha hecho públicos los datos de la última Evaluación de Diagnóstico de mitad de etapa. Se trata de una completa radiografía del nivel de los 44.000 estudiantes de 4º de Primaria y 2º de ESO en cinco competencias: euskera, castellano, inglés, matemáticas y ciencias. En el caso del alumnado de 13 y 14 años, los resultados son los peores desde que arrancó la serie en 2009 salvo en euskera, que aun así sigue en mínimos históricos.

Hay tres datos que son especialmente preocupantes. El primero, que el 52% de los estudiantes de 2º de ESO se sitúan en un nivel «inicial» en euskera. El segundo, que el 26% está en ese mismo escalón en lengua castellana, lo que significa que sólo comprenden y elaboran textos orales y escritos «siempre que sean de poca dificultad». El tercer dato llamativo es de PISA. En 2009, el 25% de los estudiantes vascos de 15 años estaban en el nivel alto o excelente en comprensión lectora. En 2022 ese porcentaje había caído al 3%.

¿Cómo una comunidad rica, la que más invierte de España en educación –7.400 euros anuales por alumno–, con una alta proporción de población adulta con estudios superiores y sin apenas abandono escolar registra unos datos tan pobres? Es cierto que la pandemia tuvo su efecto, pero las señales de alarma vienen de mucho antes. Las fuentes consultadas apuntan a varios factores. Algunos son exclusivos del sistema educativo vasco y otros tienen un carácter más global que, unidos, conforman la tormenta perfecta.

El primero es la política lingüística. En 2009, cuando Euskadi obtuvo muy buenos resultados en PISA y comenzó a realizar las Evaluaciones de Diagnóstico, el modelo D matriculaba al 54% del alumnado de Secundaria. Hoy acoge al 74%, según datos del Consejo Escolar de Euskadi. «La generalización del modelo D, que en su origen no estaba pensado para toda la población, ha tenido un efecto negativo sobre todo entre el alumnado no vascoparlante», analiza Lucas Gortazar, director del 'think tank' educativo EsadeEcPol. «Cuando la lengua de enseñanza tiene una distancia muy grande respecto a la materna, necesita de un contexto homogéneo que la acompañe también fuera del aula», añade, algo que no sucede por ser el euskera una lengua minoritaria.

Los esfuerzos «no están dando resultado porque el nivel de euskera también está bajando», abunda. Y, aunque este efecto «no explica toda la caída de los resultados», considera que «no es menor», por lo que aboga por «ser más ambiciosos y perseguir la excelencia». Por ello, y en línea con lo que han apuntado otros investigadores, Gortazar se inclina por recopilar más información «de tipo cualitativo» sobre los procesos de enseñanza. Esta reflexión sobre el modelo de inmersión lingüística se comparte en algunos claustros, aunque «sigue siendo un tema tabú», admiten en privado varios docentes.

Proporción de alumnos por nivel (2º ESO)

Aulas cada vez más diversas

Hay otro factor sistémico. Es lo que Gortazar llama la «polarización sociodemográfica». La composición de las aulas vascas está cambiando a gran velocidad. Hace diez años, la población de origen extranjero representaba menos del 7% del sistema educativo. Ahora roza el 15%. Esta población tiene, además, un nivel sociocultural más bajo.Según la literatura científica, este el principal factor que condiciona el nivel académico.

No obstante, Euskadi cuenta con uno de los sistemas educativos más segregados de Europa. Es decir, que los estudiantes extranjeros se concentran en centros gueto. Por tanto, estos cambios tampoco explican del todo la caída de resultados, toda vez que el bajón afecta a toda la población estudiantil, también la autóctona, tanto de la red pública como de la concertada.

En este punto cobra interés la forma en la que se enseña en los colegios. La pasada semana se presentó la plataforma HezkuntzArtea. Una treintena de docentes, sobre todo de la red pública, publicaron un manifiesto en el que denuncian los cambios «impuestos» en los últimos años. Por ejemplo, que ahora prima más saber hacer cosas –las famosas competencias– que los contenidos, y eso, consideran, perjudica al alumnado.

Piden «libertad de cátedra» y «confianza» en el profesorado, claustros «más democráticos» y, sobre todo, que se «escuche» a los docentes antes de introducir cambios. Y que la innovación educativa sea previamente «contrastada», frente a las «modas pedagógicas» que, creen, «vacían de contenido» la enseñanza, al mismo tiempo que entierran a los docentes en montañas de papeleo y complejas rúbricas de evaluación. En su manifiesto fundacional, la plataforma también exige un «uso razonado» de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), que relacionan directamente con aspectos como la caída en la comprensión lectora y la expresión oral.

«La aparición de un smartphone en el bolsillo de cada adolescente y la pedagogía digital son dos de los principales cambios de la última década», subraya, por su parte, Gortazar. «La ultima evidencia señala que prohibir el móvil en los colegios es positivo», afirma.

«A bandazos»

Para Nieves Maya, experimentada directora del colegio Sagrado Corazón Carmelitas de Vitoria, también existe «un desajuste entre lo que se enseña en las aulas y lo que después se valora en la evaluación diagnóstica». Es decir, que «las preguntas son más competenciales mientras que lo que se enseña en los centros educativos está ligado más a contenidos conceptuales. Ahí puede estar parte del desfase». A su juicio, otra explicación podría encontrarse en el aumento del alumnado cuya lengua materna no es ni el castellano ni el euskera. «Si se incorporan de manera tardía un año y el curso siguiente tienen que hacer una prueba diagnóstica sin conocer bien el idioma está claro que los resultados van a ser más bajos», sostiene. Desde el colegio Urkide, su director Aitor Pérez de San Román pone el foco en que «cada vez se lee menos y hay un mayor peso de las redes sociales, donde la calidad de lo que se escribe no es la mejor». Más allá de esto, lamenta que a partir del próximo curso Educación no vaya a medir el nivel de ciencias ni de inglés. «No lo entendemos», zanja.

«Vamos a bandazos», resume por su parte Alfonso Blázquez, director del colegio Santa María La Mennais de Portugalete. «Hace un año las TIC, este año el pensamiento computacional, en paralelo la estrategia de lectura, el nuevo currículo cogido con pinzas, estamos implantando sobre la marcha el programa Indartuz de refuerzo de matemáticas y lectura, diseñamos situaciones de aprendizaje en ESO, protocolos de todo tipo, múltiples casuísticas de alumnado, acogiendo la diversidad, sin cambio real en la docencia y la evaluación…». «No llegamos a todo», explica. En su opinión, «habría que parar la máquina, reflexionar, abrirnos realmente a la educación competencial, fijar las claves y dejar que cuaje».

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