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Giro inesperado en el caso de Issam, el hombre de 37 años cuyo cadáver apareció la mañana del martes 11 en una cinta transportadora de la planta de biocompost de Júndiz, a cinco kilómetros de Vitoria. Al contrario de lo que se manejó en ... un primer momento, presuntamente no se metió en un contenedor de forma voluntaria o por accidente, sino que alguien le introdujo en uno. Es la principal hipótesis con la que trabaja la Ertzaintza y que aparca –al menos momentáneamente– la teoría de un infortunio anunciada por el Departamento de Seguridad la misma mañana del descubrimiento del cuerpo.
Según ha sabido en exclusiva este periódico, debido a las sospechas de un delito grave, el caso ha pasado al Sicta, unidad especializada en los asuntos más peliagudos de la provincia. Hasta la fecha, su investigación ha situado a Isaam en varios bares de Coronación la noche anterior a los hechos. La última vez que se le vio con vida, según los testimonios recogidos por la Policía autonómica, este súbdito marroquí estuvo en un establecimiento hostelero «muy ebrio hacia la una de la madrugada del martes 11». Siete horas después, su cuerpo inerte apareció en Júndiz.
En esas rondas le acompañaban «tres hombres». Todos son «conocidos» en la comisaría de Portal de Foronda por su historial delictivo. Hace días que se les busca con la intención de saber su versión. Pero se han esfumado. Por los indicios recabados, los investigadores sospechan que presuntamente le metieron a un contenedor gris del barrio tras algún desencuentro.
También se han recogido grabaciones de las cámaras de seguridad de bares y comercios de, al menos, tres calles de Coronación: Simón de Anda, Domingo Beltrán y Portal de Arriaga.
Otro indicio que ha reactivado el trabajo policial se sustenta en el informe preliminar de la autopsia. El examen del cadáver ha dictaminado que Issam falleció aplastado por el sistema hidráulico del camión de la basura que vació el contenedor donde se encontraba aún con vida.
En este sentido, el Sicta ha recogido media docena de contenedores grises sospechosos de haber alojado a este hombre, que apenas llevaba cinco meses en Vitoria. Buscan evidencias, como huellas dactilares o ADN, que ayuden a esclarecer los hechos.
Si finalmente los sospechosos son localizados y su versión no concuerda, o si se halla alguna evidencia en los depósitos de basura, los tres o alguno de los ahora bajo sospecha podrían acabar procesados por un «homicidio involuntario», con una horquilla de uno a cuatro años de cárcel.
Sin oficio conocido, Issam vivía desde el 17 de enero en un piso patera de Zaramaga. Había alquilado una habitación de ocho metros cuadrados a razón de «250 euros al mes». Según reveló el casero a este medio, «le empadroné para que tuviera acceso al comedor de Desamparados y para que optara a las ayudas sociales».
La sorpresa de los investigadores ha sido que, al inspeccionar esa estancia, descubrieron muchos objetos de dudosa procedencia. Al cotejarlos en la base de datos de la Ertzaintza descubrieron que estos formaban parte de robos en vehículos. Issam había sido relacionado con esta práctica delictiva en noviembre, aunque no fue detenido.
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