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Se encuentra más a gusto en el día a día de su trabajo, en la oficina, en la gestión de las estaciones de servicio que están a su cargo -Foronda, Zurbano y Gorbea-, que en las galas recogiendo galardones. Pero en apenas un año a Laura Mendizábal se le han juntado dos reconocimientos «importantes», dice: el Premio Korta -la máxima distinción empresarial en Euskadi- en noviembre de 2019 y el premio a la trayectoria que le entregará mañana la asociación de jóvenes empresarios Ajebask.
«También me ha sorprendido, pero desde luego que es algo agradable», reconoce esta pionera en un mundo de hombres. Porque sin haber cumplido los 20 años -llegó a Vitoria con tres desde su Oñate natal- ya se incorporó al negocio familiar dedicado entonces a los suministros industriales y la venta de bicicletas y ciclomotores. Y una década después, en 1978, y a petición de su marido, Fernando Gorbea, se volcó junto a él en la creación y el desarrollo de diferentes estaciones de servicio. En el año 2000, tras el repentino fallecimiento de su esposo, asumió la máxima responsabilidad, que ahora comparte con dos de sus cuatro hijas.
«El tejido empresarial ha cambiado mucho en estos años y más en nuestro ámbitos de los carburantes. Antes había un monopolio» pero el sector se liberalizó, entraron las multinacionales «y ahora nosotros estamos asociados con Avia». Pero la adecuación a los nuevos tiempos «llega a todos los niveles de la vida». Y más con una pandemia de por medio «que nos está obligando a adoptar decisiones que nunca hubiéramos querido como hacer un ERTE en una de las estaciones. Pero si bajan las ventas porque hay restricciones de movilidad y menos desplazamientos de trabajo o de ocio, no quedaba otro remedio», asume Mendizábal.
Pese al delicado momento económico actual, esta empresaria tiene claro que «si existe una buena idea para poner en marcha un negocio o una actividad, hay que ir adelante con ella, ponerle corazón y alma y trabajar». Es el mensaje que trasladará mañana en la entrega de premios de Ajebask en su sede del edificio de la Azucarera, en un formato más reducido. Porque es importante, en opinión de Laura Mendizábal, que «las nuevas generaciones mantengan ese espíritu emprendedor que siempre nos ha caracterizado» en Euskadi.
Asumir riesgos es «algo innato para los empresarios», añade, y recuerda que en plena crisis de 2009 «decidimos poner en marcha una gasolinera. Estábamos convencidos de que iba a funcionar bien y no nos arrepentimos». Pero «la clave de todo pasa por el tesón y el esfuerzo diarios, eso es lo que no puede faltar». Además del galardón a la trayectoria empresarial, Ajebask entregará mañana otros cinco reconocimientos: premio solidario, revelación, a la industria familiar, a la innovación y en el ámbito comercial.
En la sede que la Asociación de Jóvenes Empresarios de Álava-Ajebask tiene en el edificio de la Azucarera hay un árbol de Navidad donde socios -suma unos 200- y colaboradores «van dejando sus juguetes para contribuir a que los niños del territorio tengan una Navidad más feliz», explica el presidente, Juan Carlos García. En colaboración con Cruz Roja llevan a cabo esta iniciativa solidaria «en la que también participa Eroski con una donación de regalos», mientras que la Fundación Michelin «entregará una cantidad de dinero importante al Banco de Alimentos». 2020 está siendo «un año muy complicado» y, de hecho, un 10% de los asociados de Ajebask ha tenido que cesar su actividad por la crisis. «Pero tenemos que resistir, seguir adelante y volcarnos con los más necesitados», concluye.
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