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Está comprometido con la tradición de su oficio y, más que considerarse diseñador, reivindica su labor de modisto. Hace dos años que Domingo Orive (Vitoria, 1976) regresó a su tierra tras más de 24 años en los mejores talleres de Madrid con el objetivo de ... poner en marcha su propia marca, Domingo Orive. Alumno de maestros de la moda española como Devota&Lomba o Miguel Palacio, se encuentra inmerso en su salto al prêt-à-porter y se enfrenta al futuro como a una carrera de fondo. «Tengo grandes planes en la cabeza, quiero que Domingo Orive se convierta en un centro de referencia para la moda», confiesa el profesor de patronaje técnico, reconocido por EL CORREO como 'Alavés de abril'.
- ¿En qué se diferencia trabajar para las grandes marcas y poner en marcha su propia empresa?
- Por un lado se parece. En otras firmas ya controlaba a los patronistas, los cortadores y los confeccionistas en los talleres. Pero en esta aventura sólo tienes tu propia valoración y opinión sobre lo que haces, está claro. No creo que mi marca fuese tan eficaz si no hubiera contado con esa experiencia previa, pero lo cierto es que estoy teniendo suerte con mi vuelta a Vitoria. Todo está fluyendo bien y las clientas van llegando de forma natural.
- ¿Qué espera de la marca Domingo Orive?
- Los primeros meses fueron de experimentación, calculé mis tiempos de fabricación, los costes... pero esto es algo que llevaba haciendo toda la vida como profesor de patronaje técnico, algo a lo que sigo dedicándome en m.Class. Pero en mi mente la marca Domingo Orive es algo gigantesco. Quiero cubrir varias marcas de negocio siendo un modisto de referencia, patronista para empresas y desarrollando vestuario escénico. Es algo que aquí no existe, apenas hay un par de talleres de referencia así en Madrid y Barcelona. Quiero que, de aquí a cinco o quince años, los diseñadores puedan venir a nosotros para que cosamos su colección, por lo que necesitaré personal.
- Vio cómo varios talleres echaban la persiana con la crisis de 2008. ¿Qué debe tener un buen taller para salir adelante?
- He visto cerrar marcas que tenían mucho dinero. La dedicación es fundamental, igual no hace falta trabajar de lunes a domingo como yo, pero con 40 horas semanales no sale. Y los primeros cinco años, es un no parar de tirar dinero. Después, lo más importante es la armonía. No puede ser que el director técnico se crea más importante que las modistas, todos deben estar implicados en el proyecto. Con directrices claras y sin luchas de egos.
- Resulta sorprendente que los diseñadores no sepan coser sus propias creaciones.
- El problema es que, con la llegada de Bolonia en los 2000, a los profesores de patronaje se les pide una carrera. Al final matemáticos y arquitectos han terminado dando clase sin saber dar una puntada, las formaciones creativas no se han abordado bien en este país. Lo que aprenden en las escuelas de confección no se corresponde con la realidad de un taller. En m.Class, sin embargo, enseñamos a confeccionar. De todas formas, quien quiera dedicarse a diseñar y lo tenga claro no tiene por qué aprender a coser, pero es posible que le cueste más poner en marcha su propia marca al depender siempre de un tercero que cosa.
- El objetivo de su firma es que la ropa sea cómoda y siente bien. ¿Qué le piden sus clientas y cómo visten las vitorianas?
- Quieren vestidos largos, que ya no se encuentran en ningún sitio, camiseros como los que me gusta hacer, y pantalones que realzan la figura y sirven para salir y ponerse elegante sin plancharlos demasiado. Tienen entre 30 y 50 años y son capaces de apreciar los pequeños detalles de la confección. Aquí la gente viste con gusto y muy correctamente, aunque no con prendas excesivamente caras. Aunque ya tengo un carácter un poco madrileño, reconozco que los vascos saben elegir cada prenda para cada ocasión, algo que, aunque algunos puedan considerarlo poco arriesgado, para mí es una verdadera virtud. La clase media está abandonada, ahora se puede vestir por 40 o 4.000 euros, y me gustaría cubrir ese espacio.
- ¿Qué consejo daría a alguien que empieza? ¿Es necesario salir a Madrid o Barcelona?
- Soy un gran defensor de las prácticas. Madrid fue para mí la mejor escuela del mundo, pero cualquier taller en el que te vayan a dejar trabajar de verdad -y no poner cafés- está bien. ¡Siempre es mejor empezar y aprender con el dinero de otro! Recuerdo que, en mi primer día en Devota&Lomba, corté un tejido de seda de terciopelo del revés... ¡Un tejido carísimo! Si pudiera, ahora mismo me iría de becario a Chanel sin pensarlo. En costura hay que estar siempre aprendiendo, con curiosidad y en constante evolución. Ahora estoy centrado en mi colección 'Chess' y ya no me interesa nada lo que hice el año pasado. Necesito crear cosas nuevas.
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