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«¿Ves esta pared? La han pintado ya por lo menos cinco veces. Los servicios municipales la limpian y a los dos días ya te la encuentras de nuevo grafiteada». El que habla es un comerciante del barrio de Ariznabarra que quiere mantenerse en el ... anonimato «porque tengo miedo a que como señal de venganza me pinten el local». La situación se ha vuelto ya «insostenible», como describen desde la asociación vecinal, quienes reclaman «buscar una solución de urgencia».
Porque ya no solo deben convivir con un paisaje en el que gran parte de los edificios lucen en sus pieles esas coloridas 'firmas', sino que cuando consiguen recuperar su aspecto original «tienes que ver cómo te lo vuelven a atacar. La alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria, no duda a la hora de calificar lo que está ocurriendo como un «boicot» a la campaña de limpieza, según manifestó en una entrevista con este periódico.
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Y lo cierto es que ese término se ajusta a la realidad. En el lateral del centro Bizan han dejado el siguiente mensaje: «Grafólogo idiota, borrokarako prest (preparados para dar guerra)». En otra pared, en este caso privada, lanzan una pregunta: «¿Pintar es un delito? ¿De quién son las paredes?». Asimismo, el pasado viernes en el centro cívico tuvo lugar una charla «en defensa de la libertad de expresión» y contra «la caza del grafitero en Ariznabarra», dado que el Consistorio contrató un grafólogo para identificar a los autores de las pintadas.
El barrio, uno de los más afectados por los grafitis, vive una cruzada contra estos autores. Hace medio año que el Ayuntamiento modificó la norma para poder quitar las pintadas en comunidades privadas; hasta entonces delegaba este trabajo en los propietarios, a no ser que el contenido fuese «ofensivo». «No hay derecho que una comunidad tenga que soportar pintadas vandálicas. Hay muchos vecinos que no pueden abordar el pago de unas pintadas que han hecho otros», reprocha la regidora. Hasta la fecha se han limpiada 696 fachadas; es decir, 1.332 metros cuadrados de pared.
«Se está investigando por parte de la Policía Local. Sea intencionado o no, me parece una barbaridad saltarte las normas y pintar en sitios que no son tuyos», insiste Etxebarria. «La actuación por parte del Ayuntamiento se nota y se agradece», aplauden desde el colectivo vecinal, quienes lamentan esta nueva manera de actuar de los grafiteros.
El enfado en el barrio es tal que incluso se han colocado carteles en los que se ruega «no realizar pintadas». O en los que se suplica que frenen sus intenciones porque la pared está «recién pintada». Sin embargo, la imagen revela que sus súplicas no han surtido efecto.
Los vecinos lamentan la «imagen de suciedad» que proyectan las calles del barrio. Incluso muchos deben tender la ropa junto a los grafitis. «Libertad de expresión toda, pero en la pared de su casa», zanjan.
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