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Es cuestión de segundos. Los que lo han sufrido, los que lo han sobrevivido, lo describen como una sensación que llega de improvisto: las piernas empiezan a flojear, incapaces de sostener el resto del cuerpo. Es la primera señal de alarma, inconfundible, de estar sufriendo ... un episodio por la inhalación del conocido –y muy temido– tufo, la concentración de grandes acumulaciónes de dióxido de carbono que emanan durante la fermentación de la uva. Los bodegueros conviven con esta amenaza etérea, este enemigo invisible, que acaba de cercenar dos vidas, otras dos más, en Rioja Alaves. Esta vez, la tragedia se ha cebado con Lanciego, todo un pueblo conmocionado por la pérdida de Gerardo Jubera y Félix Crespo.
Los vinateros de antaño sabían que los primeros días en los que la uva está fermentando son especialmente peligrosos. La acción de las levaduras genera etanol y dióxido de carbono en gran cantidad, lo que hace que en los depósitos de las bodegas la cantidad de oxígeno sea bajísima. Con todo, por mucho que se trate de un peligro intrínseco al oficio, por mucho que su trabajo les exija exponerse ante el riesgo, los bodegueros no se resignan y piden que se les facilite el acceso a los equipos de protección que eviten estas muertes tan crueles.
La mayoría de bodegas grandes cuentan con equipos que sus operarios deben utilizar cada vez que revisan los depósitos o tienen que realizar labores de limpieza. Son los llamados ERA (equipos de respiración autónoma), que se componen de una botella de oxígeno con una máscara conectada junto con dispositivos capaces de medir en todo momento la presión y la cantidad de aire. Los modelos más básicos parten de los 1.000 euros en el mercado, una cantidad que puede parecer asumible, pero que supone un desembolso importante para las bodegas más pequeñas, las que quedan más expuestas al peligro.
«Falta algo seguridad para que cuando alguien caiga en el lago –así se conoce a los depósitos de fermentación– podamos sacarle porque este tipo de tragedias casi siempre acaban con la persona que se cae y quien por instinto entra a ayudarle sin valorar la situación», explica la presidenta de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) y vocal de la Unión Agroganadera de Álava (UAGA).
Esto es precisamente lo que les habría sucedido a Gerardo y Félix. Por eso esta terrible tragedia ha vuelto a poner en el foco una reivindicación recurrente en el sector: que las mutuas y las propias instituciones pongan a disposición de las bodegas equipos de respiración y arneses para actuar en estos episodios. «Las bodegas debemos afrontar un montón de gastos y, de la misma manera que las mutuas nos dan un botiquín, nos tendrían que proporcionar equipos especiales ante este tipo de situaciones», defiende Compañón. «Tomamos muchas medidas para intentar que esas caídas no sucedan, pero lo importante es contar con instrumentos y medios para que se puedan producir esos rescates sin peligro», abunda.
A la espera de que este tipo de equipos se generalicen en todas las bodegas, con independencia de su tamaño, desde el Instituto Vasco de Seguridad Laboral (Osalan) llaman a «extremar la precaución» en estos días de vendimia, cuando en Rioja Alavesa se frisa ya el 70% de la uva recolectada. «Es importante tener en caso el procedimiento, que en estas situaciones hay que abrir los accesos con cuidado para ventilar y, ante un rescate, comprobar con detectores la cantidad de oxígeno necesaria», recuerda Maria Nieves de la Peña, responsable territorial del organismo.
El intoxicado por tufo en la bodega Crespo Zabala de Lanciego recibió ayer el alta médica del Hospital San Pedro de Logroño, donde había sido ingresado. El herido, un hombre de origen pakistaní de 31 años, tras salir del centro hospitalario acudió a Lanciego para visitar a los padres de Félix, uno de los fallecidos, y darles personalmente el pésame. «Para él, Félix era como un aita y ha ido a abrazar a su familia, a expresar el agradecimiento a su persona», explicó la alcaldesa Itziar de Álava. «No dudó en poner en riesgo su propia vida para salvar las de Félix y Gerardo. No vaciló a la hora de meterse en el lago», añadió.
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