Filóloga y fundadora del Fórum Feminista María de Maeztu
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Filóloga y fundadora del Fórum Feminista María de Maeztu
«No soy partidaria de que Celedón sea una mujer»La Comisión de Blusas y Neskas ha decidido que la figura de Celedón puede ser encarnada por una mujer. Para ello, cada grupo presentará a su candidata o candidato, y de esa lista se elegirá a la persona que el próximo año y los siguientes ... hará las funciones de Celedón.
Las tradiciones forman parte de la cultura de los pueblos. No hay cultura que no tenga tradiciones y costumbres, y, como es lógico, en una sociedad patriarcal (todas lo son en mayor o menor medida) esas tradiciones han estado vinculadas históricamente a figuras masculinas.
En materia de tradiciones, hay un hecho fundamental que nadie debería cuestionar: no se pueden aceptar aquellas que vulneren los derechos humanos. Las tradiciones que atenten claramente contra los derechos humanos deben ser erradicadas. Es el caso, por ejemplo, de la ablación del clítoris. En las otras, sin embargo, siempre se pueden plantear modificaciones. Así se ha hecho durante los últimos años con los alardes de Irún y Hondarribia, exigiendo a los poderes públicos que las mujeres puedan participar en igualdad de condiciones con los varones, ya que es una fiesta claramente discriminatoria. En Vitoria, afortunadamente, el debate sobre la inclusión de las mujeres en las cuadrillas de blusas se hizo de forma ejemplar. Distinto es, en mi opinión, el caso de Celedón.
Celedón es un personaje de su tiempo, creado en la década de los 50 por una cuadrilla de blusas como símbolo de las fiestas de La Blanca. Es cierto que las representaciones simbólicas también juegan un papel en la sociedad, pero en este símbolo no encuentro la carga sexista de otros. Es por ello que no soy partidaria de cambiar su figura por la de una mujer. Eso sí, si queremos caminar hacia unas fiestas más igualitarias, deberíamos hacer hincapié en el desarrollo de las mismas.
Las mujeres sufrimos múltiples formas de discriminación en los distintos ámbitos de la vida: familiar, laboral, de ocio, etcétera, incluidas las fiestas populares. Es evidente que aún hay mucho trabajo por hacer en todo lo relativo a la igualdad de hombres y mujeres, desde las tareas domésticas y de cuidados a la violencia machista; desde la brecha salarial al acceso a los puestos de toma de decisiones. Y en lo relativo a las fiestas, lo igualitario sería que las mujeres también pudieran disfrutarlas como los varones, sin miedo a ser agredidas. En fiestas es frecuente que algunos jóvenes se muestren agresivos o violentos con ellas, lo que suele interpretarse y justificarse como algo propio de su naturaleza, debido a las circunstancias que rodean los festejos.
Actuar a favor de la igualdad supone analizar los motivos por los que los varones aprovechan las fiestas populares para ejercer violencia contra las mujeres; enviarles a través de los medios un mensaje inequívoco de respeto a las mujeres durante las celebraciones; centrar en los varones nuestros esfuerzos educativos para evitar cualquier tipo de discriminación por razón de sexo.
Aún queda mucho tiempo para las fiestas de La Blanca del próximo año. Tenemos, por tanto, tiempo para debatir serenamente y argumentar los pros y los contras de incorporar cambios en la tradición alavesa del Celedón. Deberíamos actuar con prudencia y evitar debates estériles o, peor aún, interesados, que nos lleven a un mayor enfrentamiento entre la ciudadanía.
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