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Creían haberse olvidado por fin de las carreras ilegales. Pero su silueta reaparece. Vecinos de Salburua temen que sus calles vuelvan a convertirse en un improvisado circuito. Y todo como consecuencia de que los habituales en estas citas decidan eliminar Júndiz -aunque sea de manera ... temporal- del radar tras el trágico accidente que el sábado segó la vida de Izaro y Cristian. «Esos chavales no van a cambiar de planes. Si a raíz del siniestro redoblan la vigilancia en el polígono industrial lo que va a pasar es que el problema se trasladará de sitio. Y ese puede volver a ser nuestro barrio», advierten desde la asociación vecinal.
Como ellos, otras zonas de Vitoria alejadas del centro -Sansomendi, Ibaiondo, Lakua...- urgen mayores controles para que el problema de las quedadas para vivir subidones de adrenalina al volante no se acentúen en sus calles y se expandan tras los trágicos sucesos de Júndiz, epicentro de estas exhibiciones.
A la vuelta del verano pasado, estos coches customizados empezaron a pasearse con más frecuencia por las calles de Salburua. Llegaban desde diferentes frentes, pero todos tenían como destino el mismo punto: el nuevo centro comercial levantado en la antigua Citroën, junto a la calle Portal de Elorriaga. Las condiciones eran idóneas: una zona algo apartada, un parking grande y varias cadenas de comida rápida para pasar las horas. «Venían los fines de semana, a partir de las 20.00 horas. Se tiraba ahí horas. Era infernal».
vecinos de salburua
Sansomendi e ibaiondo
Alcaldía de Iruña de Oca
Los residentes, hartos por estos continuados episodios que además influían en el descanso, denunciaron a través de vídeos esta «pesadilla» confiando en que se les pusiese freno de alguna manera. «No eran precisamente pocos los que se juntaban... Y en cada coche venían varios», evocan. Todos eran espectadores de las demostraciones que algunos realizaban en la recta de Portal de Elorriaga.
Cerca de medio kilómetro sin obstáculos en los que quemar rueda y «superar los 120 kilómetros por hora, por lo menos», aseguran portavoces vecinales, testigos de estos hechos. En este caso, por ver quién completaba en el menor tiempo la distancia, al ser de un único carril. «Es una calle con poco tráfico, sobre todo tras eliminar la conexión con el Boulevard de Salburua con la llegada del tranvía».
Un aliciente más para los asistentes. Consternados por lo ocurrido en Júndiz, los vecinos exigen prevenir cualquier réplica en el otro extremo de la ciudad. «Tenemos miedo a que vengan de nuevo. Estaremos atentos para avisar a la mínima. No queremos que pasen más desgracias, como tampoco queremos que le pase nada a ningún vecino. ¿Y si justo pasa alguien cruzando un paso de cebra?», alertan.
A raíz de lo ocurrido tras el verano, la Policía Local publicó un tuit en el que pedían frenar estas prácticas. «Monza, Mónaco, Indianapolis?... No, las calles de Vitoria no son un circuito de carreras ni en hora punta ni de noche, cuando la mayoría de sus ciudadanos duermen». Y la alcaldesa, Maider Etxebarria, anunció que «ante cualquier tipo de delito que se cometa en las calles habrá más presencia policial». El refuerzo de la vigilancia surtió efecto. «Las patrullas pasaban por la zona y eso ayudó a que se enfriase el tema. Pero no pueden pasar de seguido, por lo que si vuelven...».
La impotencia de los agentes
La preocupación se extiende por otros barrios afectados por estas quedadas. Sansomendi e Ibaiondo, por ejemplo, denuncian que llevan «muchos años» siendo testigos pasajeros de la llegada de estos vehículos a Júndiz. Avenida de los Huetos, Antonio Machado o la calle Pamplona son las preferidas para cruzar en estos coches la ciudad. «Ves cómo llegan en fila, como si estuviesen formando, y se dirigen hacia Júndiz». Pero en su camino dejan huella. «Algunos pegan acelerones o van mucho más rápido, es un riesgo».
En Iruña de Oca -en su día fue un punto caliente de quedadas- hace tiempo que no han sufrido nuevos episodios. «Por suerte, hace tiempo que no vuelven. Solían juntarse en el polígono industrial de Subillabide, pero desde que se colocaron badenes, precisamente para frenarles, no han vuelto. Además, los bomberos y el Lidl ocupan gran parte de ese espacio, por lo que no tienen posibilidad», explica Michel Montes, alcalde de esta localidad.
Tras la pandemia, resurgieron en Vitoria de tal manera que en 2021 la Policía Local se infiltró en las quedadas a las que acudía gente incluso desde Cantabria y que llegaban con sillas de playa y neveras portátiles. Pero diversos agentes admiten estos días su impotencia ante un problema del que no paramos de hacer informes».
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