Tras diez años detrás de la barra de su bar, Julián Presa y Pepi Cid echan la persiana. «Después de 51 años currando, ya está bien, ¿no?», comenta jocoso el veterano profesional que ha dedicado toda su vida a la hostelería. Será a finales del mes que viene, concretamente el 28 de junio, cuando La Meta cierre definitivamente.
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«Seguramente seguirá como bar», apuntan los actuales responsables del lugar, aunque reconocen no saber nada más, «depende de los dueños del local», precisan. Ha sido una década estupenda en la que el bar ha gozado de una clientela fiel que aún recuerda el porqué de su nombre. Y es que en el mismo sitio se inauguraba en 1902 una colosal factoría llamada La Metalúrgica. La fábrica ocupaba todo el espacio entre Adriano VI y Beato Tomas de Zumárraga y fue adquirida primero por Segundo Aranzábal, que más tarde se unió al industrial bilbaíno Serafin Ajuria y registraron la empresa con sus apellidos.
Allí se montó el primer horno eléctrico de España para elaborar acero. En 1927, los hijos de Aranzábal se desvincularon de la firma y aun así la industria de Ajuria permaneció en la misma ubicación hasta mediados de la década de los setenta. Muchos fueron los alaveses que conocían la factoría como La Meta, diminutivo que se hizo muy popular entre la ciudadanía. Y haciendo honor al sobrenombre, Julián y Pepi apostaron por él para bautizar así a esta taberna del barrio de San Martín.
«Toca disfrutar un poquito de lo que podamos», comenta feliz la pareja que ya prepara su jubilación y tiene ganas de colgar los delantales, aunque seguro que echan de menos el buen ambiente reinante y la calidez con la que siempre han recibido a sus parroquianos, una de las normas de la casa. No han sido pocos los que, en estos años, han rememorado desde la cafetería el colosal edificio que se alzaba allí a en el siglo pasado, instalaciones que fueron muy avanzadas para su época, pero que con el tiempo se quedaron obsoletas y sucumbieron, como otras, al avance tecnológico e industrial, dejando paso a la urbanización residencial que actualmente existe en la zona.
En el cierre metálico del bar reina un grafiti que retrata la antigua fábrica de maquinaria agrícola. Una persiana que sellará definitivamente el local el próximo 28 de junio, dejando huérfanos de buen rollo, tragos gustosos y bocados contundentes a su público. Eso sí, el cariño que toda esa gente brinda a Julian y a Pepi no se difuminará el mes que viene, ya se encargan de recordarles su afecto a diario las personas que siguen visitándoles y compartiendo recuerdos pegados a la barra.
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