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A finales del año 2019, cuando el coronavirus aún no había hecho acto de presencia, en la zona rural de Álava se desató la incertidumbre por una oleada de asaltos a casas. Especialmente a chalés. En el transcurso de poco más de dos meses se ... sucedieron más una treintena de denuncias. Los afectados residían en Murgia, Amézaga de Zuia, Etxabarri Ibiña, Pobes, Ribabellosa y en zonas residenciales del extrarradio de Vitoria.
Los ladrones forzaban puertas y ventanas de viviendas vacías. Se llevaron relojes, joyas, dinero en efectivo, bolsos, tablets... «Todo lo que tuviera algo de valor», desgranan fuentes internas de la Ertzaintza. Eran muy rápidos. Nunca entraban a los domicilios si había gente dentro.
Aún así fue tal la psicosis generada que la Policía autonómica solicitó públicamente la colaboración a los «residentes en urbanizaciones». Se pidió que alertaran al 112 si veían automóviles extraños por sus calles. «Anoten la matrícula, marca y modelo de los vehículos sospechosos y lo comuniquen cuando llamen al teléfono de emergencias», señalaron entonces las autoridades policiales.
Tras semanas de trabajo sordo, la Ertzaintza logró detectar a los supuestos autores. O a algunos de lo que se consideraba una banda organizada. Vivían en Sestao y en las inmediaciones del Puerto de Bilbao. Desde allí salían en turismos que utilizaban un par de veces como mucho y luego abandonaban. «Lo hacían para dificultar cualquier seguimiento policial», destacan ertzainas consultados.
La primera alegría policial llegó el 23 de noviembre de 2019. Dieron el alto a dos de los sospechosos cuando circulaban por una carretera vizcaína. Uno de ellos portaba un valioso reloj que había sido robado tres semanas antes de una vivienda unifamiliar en Etxabarri Ibiña.
Era la primera pista sólida. Mientras los investigadores intensificaban los seguimientos a los sospechosos conocidos, los asaltos continuaban. Siempre con el mismo 'modus operandi' y con la dificultad de que apenas repetían el automóvil utilizado.
Poco a poco, la Ertzaintza fue hallando evidencias. También localizó en Sestao el domicilio de uno de los supuestos ladrones. Con el beneplácito del Juzgado de Instrucción número 1 de Vitoria desarrollaron varios registros en ese enclave. Esas entradas solían producirse tras una cadena de robos.
Ahí empezaron a aparecer varios de los objetos robados. El valor de lo recuperado superó los 15.000 euros. Con estos mimbres se detuvo a mediados de diciembre de 2019 a cuatro de los supuestos miembros de esta banda. Desde entonces aguardan en Zaballa el juicio, que arrancará mañana en la Audiencia de Álava. La Fiscalía reclama para estos cuatro hombres su expulsión del país por un mínimo de siete años.
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