Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Jesús nicolás
Lunes, 4 de octubre 2021, 01:29
Estudiantes que tienen que estar cada día horas en un autobús para llegar a la universidad, personas mayores y dependientes que no manejan internet y tienen el cajero más cercano a decenas de kilómetros, bares y ultramarinos que cierran y no tienen relevo generacional... La ... cruda realidad de muchos pueblos de la España vaciada también se deja sentir en Álava. En la Montaña Alavesa apenas hay dos farmacias y tres sucursales bancarias. En Añana, el panorama es algo mejor gracias a su extensión. En Treviño, el enclave burgalés en el corazón del territorio alavés, apenas hay tres cajeros, dos farmacias, dos gasolineras y ningún supermercado. La vida en la zona rural puede ser más tranquila, pero muchas veces también difícil.
Sin posibilidad de disponer de algunos servicios, los vecinos de algunos pueblos se han habituado a tener que viajar en coche para todo. «Si en una familia hay tres mayores de edad, en esa casa hay tres coches», explica Javier Argote, juntero y expresidente de la Asociación de Concejos de Álava. Son desplazamientos rutinarios incluso para comprar el pan y el periódico. En Zambrana el 31 de diciembre cerrará uno de los bares del pueblo. «La propietaria se jubila y no tiene quien la sustituya», cuenta el alcalde, Aitor Abecia. Así uno tras otro. «Si algo está testado en que en el medio rural, negocio familiar que se cierra, servicio que se pierde», dice Argote, procurador por EH Bildu..
Uno de los casos más palmarios es el cierre de cajeros y sucursales. Según el Banco de España, la cuarta parte de los municipios de Euskadi ya no tiene oficinas bancarias ni cajeros y unos 30.000 vascos se encuentran a más de cinco kilómetros del lugar en el que se dispensa efectivo, 11.964 de ellos alaveses. La pandemia, por tanto, ha acelerado la crisis del papel moneda y los bancos ya no están dispuestos a mantener operativo este servicio. La entidad con mayor implantación en el territorio es Kutxabank. «Tienen una deuda con Álava porque heredaron los clientes de Caja Vital pero desde hace cuatro años se han cerrado más de la mitad de las oficinas», señala Argote.
txelo auzmendi, asparrena
Primero tres días a la semana, luego dos, uno, y así hasta que dan por cerrada para siempre la ventanilla. Y si esto parece poco, puede ser incluso peor. «En las zonas rurales suelen poner los cajeros más antiguos. El que tenemos en Araia está más tiempo roto que en servicio», se queja la alcaldesa de Asparrena, Txelo Auzmendi.
El transporte también parece un apartado en el que no se termina de dar con la tecla, cuando las buenas comunicaciones son fundamentales para asentar a la población. «La Diputación ha hecho un gran esfuerzo en lo referente a las conexiones con Vitoria, pero el transporte intercomarcal es casi inexistente», señala elljuntero, que estima necesario conectar los pueblos con la cabecera de la comarca y de su municipio.
Y, al contrario que los cajeros, este no es solo un problema exclusivo de los mayores, también de los jóvenes. «Conozco una chica que tiene que irse de su casa a las diez para estar a las dos en el campus de Vitoria. De cada 10 jóvenes de Zambrana que se van a estudiar fuera, solo dos vuelven», lamenta Abecia. Durante el confinamiento hubo quién quiso encontrar la tranquilidad en los pueblos, pero parece haberse quedado en una moda pasajera. «Se ha idealizado la vida en el pueblo y tener una casa con piscina y barbacoa, pero cuando llega el invierno la gente se va y las casas se acabarán vendiendo».
Javier argote, acoa
La falta de servicios no afecta a todo el territorio por igual. El Valle de Ayala explota su cercanía a Bilbao y la presencia de dos grandes poblaciones, Llodio y Amurrio, pero en la comarca ha habido protestas en el pasado por la falta de farmacias nocturnas. Otras cuadrillas están más incomunicadas. «Todo lo que se salga 10 kilómetros del eje de la N-1 empieza a perder población y servicios. Los más afectados son Montaña y algunos pueblos de Añana». Rioja Alavesa también se beneficia de su proximidad a Logroño y Haro, pero tampoco escapa a la despoblación, «y eso que es una de las comarcas más ricas», comenta Argote.
La rentabilidad es el motivo que argumentan los bancos para retirar los cajeros. Tampoco atraen emprendimiento. «Por cuenta propia nadie invierte en abrir un negocio en un pueblo de menos de 500 habitantes. Los Ayuntamientos tienen que poner locales públicos», defiende. Así se podrían establecer lugares para que, previa cita, puedan acudir peluqueros, fisioterapeutas y otros servicios que de otra forma no irían a los pueblos. Esta es la fórmula por la que apuesta el alcalde de Zambrana. «Lo que no tiene sentido que subvencionemos un negocio privado». Y critica la inacción política. «Se hace mucho diagnóstico de la despoblación, pero los problemas están ya detectados».
Así están las comarcas
«Los vecinos nos piden un pediatra un día a la semana para evitar viajar a Llodio y Amurrio», dice Encina Castresana, presidenta de la Cuadrilla. Los pueblos pequeños del valle también reclaman unos servicios mínimos. «Hay especialidades para las que tenemos que ir a Zalla». Los persianazos a las sucursales también han llegado a Okondo. «Hay gente mayor que no se puede desplazar».
«Verle la cara a una persona mayor le da más confianza», asegura el presidente de la Cuadrilla y alcalde de Lantarón, Javier Uriarte. «¿Por qué tienen que andar pidiendo a los hijos que les saquen dinero?». En Espejo ya se han quedado sin ventanilla y a su pueblo viene un autobús. «Suele repartirse los pueblos, porque también va a La Puebla de Arganzón y Ribabellosa».
En Zuia los efectos de los cierres de sucursales también están generando quejas vecinales. No obstante, para el alcalde, Unai Gutiérrez, el problema más enquistado es el transporte. «La Diputación ha hecho un esfuerzo por mejorar la conexión con Vitoria». Un quebradero de cabeza para los universitarios. Pese a estar en el camino a Bizkaia, «tienen que pasar por Vitoria para ir a la UPV de Bilbao».
Uno de los síntomas que está dejando la despoblación es la escasez de cajeros. Cada vez cierran más. «La atención bancaria no es muy buena, es más bien escasa», se queja Joseba Fernández, presidente de la Cuadrilla de Rioja Alavesa. «Sobre todo por la gente mayor que no saber manejarse tanto con los teléfonos», explica. En Laguardia y Oion, Laboral Kutxa ha reducido a dos días el servicio de ventanilla.
La Puebla de Arganzón tenía una sucursal de Kutxabank y otra de La Caixa hasta que esta última cerró hace dos años. «Hubo protestas, se recogieron firmas, pero al final se marcharon. Mucha gente cerró sus cuentas en la entidad», recuerda el alcalde, Pablo Ortiz de Latierro, que también echa en falta un supermercado para evitar viajes a Vitoria y Ribabellosa.
En los 15 pueblos que forman San Millán no hay ningún servicio de ningún tipo. Todos los vecinos deben ir a Salvatierra, Alegría o Araia. «Los pueblos están muy distanciados y tenemos todos los servicios muy dispersos también». El último negocio que hubo fue una guardería de Narbaja que cerró en 2014. Pero este abandono no es exclusivo de San Millán. «Zalduondo o Elburgo están en situaciones parecidas».
«Una persona de Contrasta puede tener que ver al médico en Campezo e ir a la farmacia a Bernedo. Ya son muchos kilómetros», explica Anartz Gorrotxategi, presidente de la Cuadrilla. «No podemos pretender tener especialistas, pero sí lo más básico». Y para evitar desplazamientos el también alcalde de Arraia-Maeztu pide «más coordinación» para que coincida que el médico pase consulta el mismo día que la farmacia esté de guardia. Pero este es solo uno de los problemas. «También nos preocupa la falta de relevo generacional en la restauración en la zona de Peñacerrada y Lagrán. Nos da miedo porque son los únicos puntos de encuentro social».
Con 288 habitantes, Peñacerrada es un ejemplo de esos pueblos de Álava en los que la despoblación está mermando sus servicios. La única actividad comercial la representa un pequeño ultramarinos. Además, es uno de los 19 municipios del territorio que ya no dispone de cajero. Antes había una oficina de Kutxabank. «Ahora pasa un autobús una vez cada 15 días», explica el alcalde, Juan José Betolaza. A esto se ha sumado que se han quedado sin botica, ese espacio donde el médico rural hacía acopio de la medicación para sus pacientes crónicos. Si bien antes podían traer los medicamentos que necesitaban de Labastida, «ahora nos piden unas instalaciones con internet, con una superficie mínima, ventilación, sin escaleras y lo tiene que atender un farmaceútico titulado cinco días a la semana». Unas condiciones del Gobierno vasco que Betolaza entiende «imposibles de cumplir». Y por si fuera poco, durante esta entrevista con EL CORREO, le avisaron de que la línea de autobús que les une con Vitoria estará fuera de servicio por tiempo indeterminado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.