El sector de la música en vivo ha sido uno de los más afectados por la pandemia de coronavirus. Las salas de conciertos fueron las primeras en cerrar para evitar la propagación del virus y su futuro sigue siendo incierto. La agrupación de salas de ... conciertos reunidas en la iniciativa #ÚltimoConcierto calcula que desde marzo hasta finales de año se habrán cancelado alrededor de 25.000 actuaciones musicales en España, una cifra mucho mayor si se tiene en cuenta la larga lista de festivales suspendidos.
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El hartazgo empieza a adueñarse del sector. Diferentes artistas y grupos alaveses cuentan a EL CORREO cómo viven este parón de la música en vivo, ahora en punto muerto. La mayoría reconoce que no ha podido optar a ayudas, a pesar de la suspensión de incontables actuaciones. «Creo que esta pandemia hará florecer un acercamiento entre agentes culturales y artistas. Todos nos estamos dando cuenta de lo mal que está la situación», expresa Miren Narbaiza, quien hace un mes actuó junto a Joseba Lenoir en Hell Dorado. Ese templo del rock volvió a bajar la persiana en noviembre hasta nuevo aviso, al igual que la mayoría de salas de Euskadi.
La plaza de los Fueros llena de jóvenes, blusas y neskas, cantando a voz en grito. Ese es uno de los recuerdos que guardan los seguidores de En Tol Sarmiento (ETS), uno de los grupos alaveses que más ha crecido en público en los últimos años. Volver la vista atrás se acompaña de una sensación de irrealidad. La formación, con sus componentes entre La Rioja y Álava, tenía previsto arrancar una gira de conciertos en marzo con su disco, 'Aukera berriak'. «Era nuestro año. Habíamos vendido todo en las principales salas del País Vasco e íbamos a tocar en Barcelona y Madrid», cuenta el cantante. Aunque los componentes siguen compaginando la actividad musical con otros trabajos –Etzezarreta es ingeniero, el bajista Ruben Campi trabaja en una bodega; el trompetista Rubén Terreros en el servicio de aguas...– habían realizado una gran inversión para un equipo más potente de directo. «Ahora es inviable recuperarla», señala el compositor del emotivo single 'Zurekin batera'. En diciembre publicarán una canción acerca de esa «explosión» que supondrá reencontrarse con los seguidores.
Al menos veinte conciertos aplazados, tachados en cruz. Esa es la agria cifra que Rubén Salvador ve en un calendario desde marzo hasta ahora. «Y en las actuaciones que tenemos estos días hasta el último momento no sabemos si tocaremos. No se entiende porque en los estudios publicados se ha demostrado que la cultura es segura». Fue uno de los artistas en el cartel del ciclo Jazz VG Club, alternativo al Festival de Jazz de Vitoria, que se celebró el pasado julio en The Garage. Ahora ese local permanece también cerrado. Como tantos otros profesionales de la música, combina las actuaciones con la docencia. Es profesor en la Escuela Municipal de Amurrio. «También ha bajado la matriculación por lo que en las escuelas de música se reducen las jornadas. Lo que estamos viviendo es muy duro», reconoce.
Rabia, impotencia y cansancio. La artista guipuzcoana Miren Narbaiza, afincada en Vitoria, ha pasado por diferentes estados de ánimo. «Nuestros ingresos vienen de las actuaciones en directo y nos quedamos sin ellos», dice una de las músicas de rock euskaldun que más actuaciones realizaba cada año. La intermitencia de estos profesionales y la falta de un Estatuto del artista apuntalan la precariedad del sector. «Muchos no cumplíamos los requisitos de las ayudas. No conozco a nadie que haya recibido ayuda de Cultura, ni la de la SGAE ni del Gobierno vasco, por lo que queda en evidencia el desconocimiento en torno al trabajo que hacemos». Ella pudo optar a una ayuda de emergencia de la AIE (Asociación de Artistas e Intérpretes). «Es la única entidad que no ha pedido más que contar nuestra historia y luego repartir el dinero de un fondo para los más afectados. El directo es nuestro alimento en todos los sentidos».
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«Se podían haber hecho más conciertos. Creo que el problema ha sido una pésima gestión política. Me parece que han hecho lo fácil: cancelar los eventos en lugar de trabajar en protocolos y medidas para que se celebren de forma segura. En los ayuntamientos que han decidido llevar adelante lo contratado no ha habido ningún problema». El compositor y multiinstrumentista (piano, guitarra, txalaparta, txistu...) se muestra tajante. Su enfado se replica entre el resto de artistas ante la falta de un horizonte. «Hacer una previsión de aquí a marzo es como cuando te preguntaban de niño a qué te vas a dedicar con 30 años», dice Palacios que prepara su tercer disco al tiempo que imparte clases en la Escuela Municipal de Basauri. En estos momentos trabaja en su tercer disco. «Estoy aprovechando el disco nuevo para buscar arreglos, hacer grabaciones, pero el tema de los ensayos por el tema de movilidad. En el estudio tenemos que grabar en salas diferentes».
El grupo de metal The Faithless tenía cerrado a principios de enero una larga gira con parada en festivales como el Azkena Rock. «Como grupo íbamos en camino ascendente», afirma Fer Heras, batería y único componente que se dedicaba en exclusiva a la música. Aunque ha trabajado en hostelería ocasionalmente, estos últimos años ha alternado el directo con encargos para orquestas vascas y clases particulares. «He sido autónomo muchos años, sobre todo, en los años buenos de las verbenas. Últimamente, cada vez que teníamos que facturar, tocaba darse de alta en la Seguridad Social. Somos guerreros y optimistas, pero sin ayudas menguan los ahorros a una gran velocidad y los colchones se agotan».
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En uno de sus temas canta acerca de una sociedad deprimida a la que le quieren robar el futuro. Basaguren, que conduce un programa musical en la radio pública vasca, subraya que el sentimiento predominante es parecido, un «cansancio psicológico» ante tanta inestabilidad. «Tardamos más tiempo en comunicar a los seguidores los cambios en cada concierto que en tocar», apunta el vocalista que conduce un programa musical en la radio pública vasca. Estos días estudian la forma de reunirse para ensayar. «Tres somos autónomos como músicos y estamos hablando con nuestra discográfica Baga Biga para tener un justificante». Tras el último concierto de la gira que ofrecen el 28 de noviembre reposarán el proyecto. «No sabemos si volveremos a grabar disco en junio, en cinco años o nunca».
Trikoma, una de las bandas de reggae con más proyección de Euskadi, está formada por ocho jóvenes alaveses de Maeztu. Para estas bandas sin un largo recorrido, el circuito de bares y salas es esencial para seguir creciendo. La lista de eventos cancelados, desde fiestas de pueblos a festivales, es extensa. «Más que frustración da rabia. Es mucho el tiempo invertido que ahora no puede ver su fruto dada la situación actual. Y no solo eso, sino la inversión económica que conlleva (gastos de instrumentos, local de ensayo, grabaciones…) que ahora no pueden suplirse sin los ingresos de los conciertos». Las grabaciones previstas también se han visto afectadas por las restricciones de esta pandemia. En el camino, sin fecha de lanzamiento, tienen un single que editarán en formato vinilo. «Junto con la hostelería y otros sectores, sentimos que al sector de la cultura se nos ha dejado de lado». En este caso no forman todavía un grupo profesional. «Algunos integrantes de la banda están trabajando, otros estudiando, otros buscando trabajo… la situación es cambiante y como en todos los sectores hay que adaptarse, pero realmente ninguno de nosotros se dedica profesionalmente a la actividad musical».
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Con una reducción del aforo a la mitad, sin servicio de barra, con el público sentado y la obligación de que las actuaciones no rebasen las 21.00 horas. Estas son las restricciones vigentes para eventos culturales en el País Vasco que golpean especialmente a la música en directo.
En Vitoria, las salas de conciertos que mantienen su actividad son Jimmy Jazz y Kubik, ambas gestionadas por los mismos dueños. Por su parte, la sala Hell Dorado bajó la persiana en noviembre tras abrir el pasado mes con un ciclo que contó con artistas locales, subvencionado por el Ayuntamiento de Vitoria. «Es inviable abrir con 58 personas sentadas. Además, todas las salas de conciertos vivimos de la barra del bar», comentaba Juan Uriarte acerca de ese cierre sin fecha aún de reapertura. La sala Urban Rock Concept permanece cerrada, aunque tiene en agenda conciertos para diciembre. En el calendario de conciertos de la Jimmy Jazz se encuentra Izaki Gardenak, que dará el 28 de noviembre el último concierto de la gira 'Dena oskol' con Libe abriendo. No ha sido fácil programarlo. Hace unas semanas, la banda anunció dos conciertos en la sala del barrio de Coronación y en pocas horas despacharon todas las entradas.
Debido al anuncio del toque de queda tuvieron que devolver las entradas y volver a poner a la venta los 'tickets' para una doble sesión más temprana (12.00 y 18.00 horas). Albert Pla tenía una actuación prevista para el 20 de noviembre en la sala que ha cancelado finalmente. Ante tanta incertidumbre, el carismático artista ha ideado una curiosa fórmula: ofrece a sus seguidores un 'minishow' por videollamada a cambio de 70 euros.
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