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La coqueta residencia Aurora del Casco Viejo, de propiedad municipal, se prepara para sufrir un cambio radical. Tras su reforma, estrenará espacios más amplios, además de varias habitaciones y servicios más accesibles para sus 41 usuarios. Por ejemplo, cada piso dispondrá de una sala multiusos, ... con lo que los residentes ya no estarán obligados a acudir a la planta baja para disfrutar de zonas comunes, como sucede ahora. Un cambio que permitirá que el complejo albergue viviendas comunitarias para adaptarse a la nueva normativa y atender a personas mayores con grado 1 de dependencia, es decir, aquellas que necesitan ayuda al menos una vez al día para realizar actividades de la vida cotidiana.
El Ayuntamiento de Vitoria ha adjudicado la remodelación del edificio, ubicado en la confluencia de la calle Correría con el cantón de La Soledad, a la empresa Vasco Gallega de Construcciones. La intervención tendrá un coste de 594.560 euros, con el IVA incluido, y durará nueve meses.
«El gran cambio, por encima incluso del que vamos a acometer con las obras, vendrá de la mano del nuevo modelo de atención centrado en la persona, que aplicaremos tras la reforma», indica el concejal de Políticas Sociales, Peio López de Munain. El edil socialista subraya que con este paso «reconoceremos la singularidad de cada una de las personas residentes y pondremos en valor sus capacidades, en lugar de centrarnos en aquello que les hace dependientes». Al final, agrega, «se trata de respetar, siempre que se pueda, sus decisiones y preferencias; por eso decimos que este modelo pone a las personas en el centro de la atención».
En esencia, lo que hará el Ayuntamiento es adaptar el inmueble al conocido como decreto de cartera del sistema vasco de servicios sociales, que estableció en 2015 una reordenación de competecias que, en el caso de los ayuntamientos, preveía la figura de las viviendas comunitarias. El edificio de la residencia Aurora es anterior a 1900 y la última vez que el Consistorio actuó en el equipamiento fue hace más de treinta años, en 1985.
El cambio de 'chip' para satisfacer las necesidades de las personas que a pesar de tener una edad avanzada cuentan con un nivel de dependencia moderado se traducirá en el proyecto de reforma elaborado por el Ayuntamiento. La redistribución de espacios servirá para acondicionar la entrada, ensanchar las puertas, cambiar los ascensores, crear algunas habitaciones y despachos y, por supuesto, habilitar unidades convivenciales en cada piso. Además, la remodelación también afectará a la seguridad porque incluirá la sustitución del sistema eléctrico y el de protección contra incendios. También se cambiarán las canalizaciones.
Las obras «se harán por fases, manteniendo parcialmente el funcionamiento de la residencia», indican fuentes municipales. A pesar de que la intervención trastocará la actividad diaria de la residencia, «lo prioritario será que los usuarios sufran las mínimas molestias posibles».
Vitoria seguirá así con el plan iniciado en Los Molinos (también de 41 plazas), donde siguen las obras de reconversión en viviendas comunitarias. El Ayuntamiento dispone de otras dos residencias, San Prudencio (171 plazas) y Los Arquillos (21). No obstante, en esta última la reconversión está descartada por las dificultades urbanísticas del inmueble.
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