Hasta el lugar se han desplazado varias dotaciones de bomberos de los parques forales de Llodio y Nanclares de la Oca, así como la Ertzaintza y efectivos del servicio de ambulancias. Fotos: rafa gutiérrez | vídeo: SANDRA ESPINOSA
Incendio en Álava

Tres hermanos octogenarios mueren en el incendio de su caserío mientras dormían

El fuego sorprendió a Tere, Germán y José Sagarduy en su baserri de Okondo. Sus cuerpos fueron hallados calcinados entre los escombros

Jueves, 24 de marzo 2022

Todo ocurrió en algún momento de la madrugada del jueves. Nadie sabe todavía a ciencia cierta en qué momento exacto ni por qué motivo, pero el caserío en el que vivían los tres hermanos Sagarduy empezó a coger fuego. Desde los cimientos al tejado, las ... llamas devoraron el viejo baserri familiar, que miraba a Okondo desde allá arriba, desde el Alto de Malkuartu. Ni Tere, ni Germán ni José lograron escapar del humo y el fuego. Hubo que esperar varias horas para que los bomberos pudieran rescatar sus cuerpos calcinados entre los escombros todavía humeantes del que, hasta ese día, había sido su hogar.

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Fue pasadas las 4.30 horas cuando un vecino dio la voz de alarma. Unas intensas llamaradas se divisaban a lo lejos, en el barrio de Irabien, en la zona Malkuartu, en el punto más alto de la carretera que une Okondo con Llodio. Bomberos de los parques de Llodio y Nanclares de la Oca no tardaron en acudir al lugar junto con agentes de la Ertzaintza, de la Policía local y también un equipo de sanitarios. Una vez allí, los efectivos de emergencias pudieron comprobar la verdadera magnitud del incendio. El fuego engullía un viejo caserío de madera. A esas horas, «ya había colapsado, la casa estaba en llamas y perdida», explicaba el director de Bomberos de Álava, Alberto Amenabar. Tal era la avidez del incendio que resultaba imposible acceder al edificio a pesar de que se sospechaba que sus moradores, tres hermanos octogenarios, se podrían encontrar en su interior.

Tras varias horas tratando de controlar el fuego con mangueras, los bomberos pudieron acceder al fin al baserri a primera hora de la mañana. Pronto confirmaron sus peores temores. Poco después de las 9.00 horas, cuando la noticia del devastador incendio ya había recorrido todo el pueblo, se encontraba el primer cuerpo. Media hora después, el segundo. Se trataba del cadáver de Tere y el de uno de sus hermanos, que «estaban juntos en la misma habitación, al parecer la de la mujer», certificó el jefe de los bomberos. Ambos estaban «completamente calcinados, casi irreconocibles», describía poco después, con el gesto descompuesto, un efectivo que participaba en las labores de rescate.

El cuerpo del tercer hermano no terminaba de aparecer, a pesar de que se sabía, a ciencia cierta, que los tres dormían en el baserri cuando se desató el siniestro. Bomberos trabajaron durante toda la mañana en el operativo de búsqueda. Fue una tarea especialmente penosa. El estado de la estructura hacía temer por su colapso definitivo. Palada a palada, una pequeña retroexcavadora fue sacando escombros, vigas, enseres y recuerdos de toda una vida, todos chamuscados. También se retiraron los cadáveres de algunos de los animales que mantenía la familia: un pequeño rebaño de ovejas, cabras y tres vacas. Algunas corrieron la misma suerte que sus amos.

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Poco antes de la una de la tarde, los Bomberos localizaron, al fin, los restos del tercer hermano. Después de que la comitiva judicial autorizara el levantamiento de los cadáveres, trabajadores de la funeraria Larraz de Llodio trasladaron los cadáveres, enfundados en sudarios blancos, hasta el Instituto Anatómico Forense de Vitoria donde, ante el estado de los cuerpos, será necesario practicar pruebas de ADN para su identificación definitiva. La Ertzaintza ya investiga las causas del fatal incendio.

Vídeo. SANDRA ESPINOSA

«No me explico cómo ha podido pasar», se preguntaba, Ramón Sagarduy «primo carnal» de las víctimas. Impotente, él vio desde su balcón cómo las llamas devoraban el caserío. Apenas cien metros en línea recta separan ambas casas. «Me desperté a eso de las cinco y ya vi todo el fuego y, al poco rato, a los bomberos llegar y también a la Ertzaintza y me quedé 'clavao'. No pude hacer nada por ellos: estos caseríos viejos, de madera, prenden enseguida», se dolía el hombre, apoyado en su cachava.

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«Muy cuidadosos»

«Calentaban el caserío con un fuego bajo y con una estufa de butano pero me parece muy raro que pudieran tener un descuido porque todos, pero sobre todo Germán, eran muy cuidadosos: toda la vida se han asegurado de que el fuego quedaba bien apagado antes de irse a dormir», explicaba Ramón a la puerta de su casa, mientras los bomberos seguían buscando a sus primos. «Tuvo que ser algo de la luz (por la instalación eléctrica), que la tenían muy vieja», especulaba el hombre, de 83 años. «Hace unos meses, también casi se me quema la casa a mí: acabé en el hospital pero tuve más suerte que estos pobres, ¡rediós!».

Aunque vivían apartados, los hermanos Sagarduy no estaban aislados. Tere, viuda, tenía dos hijas y un hijo «que estaban muy pendientes de ellos» y aunque el mayor, José, desde el inicio de la pandemia evitaba salir del baserri, Germán, bajaba cada día con su vieja moto de color amarillo al pueblo, al Txaparro, oficioso centro social de Okondo. «Iba y venía, a pesar de su edad estaba muy buena forma, siempre lo veías en la huerta o con los animales... era gente de aquí, de toda la vida, muy queridos esto es un palo », abundaba Sergio Tato, vecino y exregidor de un pueblo conmocionado por la tragedia.

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«No se ha visto un incendio así en Álava desde hace años»

Los familiares de las víctimas se acercaron a primera hora de la mañana al lugar de la tragedia. Con entereza, siguieron las labores de búsqueda de los cuerpos desde un baserri vecino, a escasos metros, que, milagrosamente, salió completamente indemne de las llamas. Casi todos los caseríos del entorno estaban desocupados cuando se desató el incendio.

El diputado general, Ramiro González se trasladó a Okondo junto con la diputada de Equilibrio Territorial, Irma Basterra, para conocer el alcance del faltal siniestro y dar el pésame a la familia. «Ha sido un incendio tremendo. No se conocía algo así en Álava desde hace muchos años, tan grave y con víctimas mortales como este», destacó en una breve comparecencia ante los medios. Por su parte, el alcalde de la localidad alavesa, Jon Escuza, vecino de una zona próxima donde se desató el incendio, convocó un pleno extraordinario para decretar tres días de luto oficial.

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