«Nos estamos quedando sin esperanza»

Los primeros en pasar por este trance fueron los operarios de Aceros de Llodio. Kepa González tenía 33 años en 1992 cuando cerró la fábrica con 1.800 trabajadores. «Hubo suicidios porque el impacto fue terrible». Como entonces, la edad de los trabajadores de Guardian les complica volver al mundo laboral. Lo saben bien sus compañeros de Glavista porque han trabajado juntos hasta 2020 cuando la división de parabrisas se vendió a un fondo inversor que declaró la suspensión de pagos antes de cerrar. Javier de la Flor tiene 59 años y dos décadas de experiencia en el vidrio. «En mayo se me acaba el paro y los currículum que mando no tienen respuesta», explica a sus compañeros de café. «Mi futuro depende de mis ahorros y de la indemnización de Glavista», resume.

«Todo estaba planificado desde la huelga de 2012. Hemos pasado de ser 1.100 personas hace veinticinco años, a 171. Guardian ha ido reduciendo su tamaño hasta cerrar», apunta Juanjo Hernández, de 53 años que ha sido hornero en el 'float'. «No han apostado por Llodio», resume. Al más joven, José María Maza, se le ha roto el plan de vida. «Pensábamos jubilarnos en la empresa y mira». Él se dedica al cuidado de su bebé, que tenía cinco meses en noviembre de 2022 cuando se paró la producción en Glavista. Ahora tiene otro a punto de nacer. Mientras recompone los pedazos de su futuro profesional, sus dos hijos le dan la alegría que el mundo laboral le niega. «Muchos compañeros han tenido que volver a trabajar donde sea».

Javier Barañano es jubilado de Guardian y cada vez que sale al balcón de su casa, ve la fábrica en la que trabajó durante 25 años. «Hace veinte años producíamos 600 toneladas diarias y ahora, la mitad». ¿Qué ha pasado? «La mayoría de los productos manufacturados a partir del vidrio plano se han ido a Tudela». Llodio ha visto desaparecer el horno impreso para hacer vidrio con dibujo y dejó escapar el laminado que evita que se haga añicos, el 'aislaglass' (de doble cámara). Cerró el horno para placas solares y la sección de plateado para espejos, los vidrios templados, hasta el 'ultraclear', en el que Llodio fue líder. «Ahora ya solo se hace vidrio plano base», aclara un trabajador.

Las nuevas generaciones se forman en la escuela de FP de Llodio, un centro con 150 años muy arraigado en la tradición industrial de la zona. «Los ciclos que más demandan las empresas, y también Guardian, son los de mecatrónica, instalaciones eléctricas y automáticas, programación de la producción, soldadura, automatización y robótica», explica su director, Javier Aiz. La vidriera ya daba síntomas de debilidad porque en los últimos años su demanda «se limitaba a tres o cuatro personas al año para hacer la formación dual».

El cierre de Guardian genera un efecto dominó que va más allá de Llodio. En el caso de Transjala llega hasta Navarra. Su responsable, Javier Lapedriza, cavila cómo va les a afectar. «Tenemos 22 góndolas dedicadas exclusivamente a Guardian para llevar vidrio. Trabajamos con ellos desde que empezó mi padre hace cuarenta años», explicó. Su trabajo se reparte entre Llodio y Tudela, pero «cinco o seis camiones diarios se cargan en Llodio para ir a Europa. No sabemos qué va a pasar con ellos», apuntó.

Empresas locales como Trabeira, de reciclaje de vidrio, o Barrueta, de instalaciones eléctricas, también se verán afectadas. A menor escala, el comercio se solidariza con las familias. Lourdes Moscoso, de Decoraciones Llodio, explica que «enmoquetamos las oficinas, pero nunca pensamos que cerraría. Conozco a familias que tienen hipotecas». Endika Aldama, de la frutería Josu, también tiene a Guardian en su lista de clientes. «A veces nos piden fruta para sus reuniones comerciales. También afectará a nuestros clientes que trabajan en la fábrica».