El patrimonio artístico llodiano sufre una oleada de ataques vandálicos

Uno de los espacios que ha sufrido estas agresiones es la ermita de San Roque. Un espacio municipal y céntrico (está en el parque de Lamuza), aunque alejado de la vista. Los vándalos lo han tomado al asalto y han salpicado sus paredes de pintadas soeces, insultos y firmas. «Es un lugar en el que se suele hacer botellón y cada cierto tiempo, hay destrozos porque no viene mucha gente por aquí», señalaba un vecino de la zona.

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El concejal de Obras, Joseba Amondo, explicó ayer que «hace poco tiempo, fuimos a borrar unas pintadas y ya le dimos un repaso a las paredes, pero no ha durado mucho tiempo», lamentó. Hizo además un llamamiento a la ciudadanía para que «llamen a la Policía Municipal si ven movimientos raros».

Las pintadas han llegado también a Areta. Desde hace cerca de dos meses, se puede leer en una fachada lateral del edificio «Respeto. Fuera campanas». El párroco, José Luis Careaga, explicó que «estamos molestos porque nadie se ha puesto en contacto con nosotros para saber qué quiere». El reloj de la iglesia de Areta da desde hace años las horas y las medias «con una campana de bolsillo que no supera los límites sonoros», aseguró Careaga. A eso se suman a lo largo del día, fuera del horario nocturno, toques de campana a la hora de las misas. «Pero no sabemos si lo que molesta es el reloj, que está automatizado, o las campanas.

Además, hay gente del barrio que nos ha pedido que las mantengamos», añadió el párroco, que señaló también la presencia habitual de pintadas en la casa parroquial, «aunque en este caso, parece que responden a reivindicadores sindicales para llamar a la huelga o criticar la situación de Tubacex». Precisamente en el edificio de la escuela de FP se pueden ver todavía pintadas de ese tipo.

Otro de los edificios que ha sido objeto de ataque vandálicos últimamente ha sido Zubiko Etxea. A mediados de marzo, la cristalera que protege el soportal de la casa quedó destrozada. Ese mismo fin de semana, se rompió un banco en la plaza de la estación. La Policía Municipal tuvo que acordonar ambas zonas para evitar daños personales. Los alrededores de Maestro Elorza suelen ser objeto de ataques que afectan a los coches aparcados y al mobiliario urbano.