Okondo tendrá el primer centro alavés de recuperación de caballos

Tras dejar sus estudios de farmacia, dedidió volcarse en la hípica y se formó como entrenador. Gestiona desde hace años su propio proyecto en Okondo donde cuenta con la ayuda de un mozo para alimentar y limpiar a diario a los caballos y profesionales que atienden a los animales cuando es necesario. «Viene un herrador o un fisioterapeuta a darles masajes», explica.

Un caballo vive en torno a treinta o treinta y cinco años, pero «a partir de los 22 o 25 ya no puede competir porque se va haciendo mayor o simplemente se jubila de la vida de trabajo que ha tenido», explica Fuentes. En el retiro que les está diseñando en Okondo les ha reservado cuatro hectáreas de terreno en el que podrán moverse con libertad si es lo que necesitan y tendrán refugios donde guarecerse «cuando quieran. En ese recinto podrán compartir el tiempo con otros caballos. No es un hospital, sino un centro de rehabilitación, descanso y entrenamiento» , explica. Con comida, agua y compañía garantizada «para tener una vida feliz de caballo», asegura el promotor de le idea.

En el caso de que lo que necesiten sean las atenciones de un centro de retiro y descanso, una especie de sanatorio o balneario, también hay zonas para ellos. «A veces necesitan espacios pequeños donde no moverse mucho para poder recuperarse de una lesión. O justo lo contrario, dar paseos por la senda perimetral del recinto que tiene subidas y bajadas para ayudarles en ese proceso». También habrá cuidados para los campeones que tienen todavía mucho que decir en las pistas. «Porque un caballo de competición es un atleta, y a veces, se lesiona. Como ocurre con los deportistas, reciben cuidados especiales; cirugías, infiltraciones, tratamientos con células madre o herrajes ortopédicos». Después, a menudo necesitan reposo y una recuperación controlada que puede consistir en «estar en semilibertad, dar paseos, refugiarse en el 'paddock' o correr un rato».

Los animales podrán estar en manada, en grupos pequeños o incluso en solitario si tienen algún problema de comportamiento, con la posibilidad de «ir limando asperezas con sus otros compañeros», añade Fuentes. Podrán hacerlo al aire libre o en la pista cubierta que se ha diseñado en este antiguo pinar que se taló en su día y que todavía conserva robles en su superficie, que «servirán para dar sombra a los animales» y un pequeño arroyo.

Mientras llegan los suministros para transformar la finca en un centro de cuidados, Fuentes se encarga de duchar a los caballos sudorosos tras el ejercicio físico y atiende a su dieta para que se mantengan en forma. «Yo no tuve contacto con los caballos hasta que me trajeron mis tíos a montar. Desde entonces estoy 'enganchado'», confiesa.