Guardan sus coches como oro en paño en garajes cerrados, pero cuando los sacan saben que todas las miradas se giran a su paso. Conscientes del poder que tienen sus diseños, esta mañana se han dado cita en Llodio ochenta coches y motos clásicos y ... deportivos de Álava y Bizkaia, para poner el broche al primer tramo de las fiestas, que se despiden hasta el miércoles.
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La 'estrella' de la concentración ha sido un Citroën 11B de 1953, que para los no iniciados viene a ser un coche de película, literalmente, porque su propietario, Emilio Luengas, que ha llegado desde Orduña, ha viajado con él a varios rodajes. «Tengo varios coches clásicos y yo me encargo de restaurarlos», ha explicado.
Muchos de los coches que han participado en la concentración habían superado ya los 25 años porque «es el requisito para que un coche sea considerado clásico», ha explicado Oier Olartekoetxea, presidente del recién creado club Arkabex San Roke Racing que ha organizado la quedada por primera vez. Otros eran más modernos, «porque son la gama deportiva de coches que se pueden encontrar en los concesionarios. Sabemos que hay gente que tiene este tipo de vehículos en Llodio y nos gustaría conocernos», ha señalado.
Uno de esos llodianos es Eneko Eguren, que ha mostrado su Wolkswagen 'escarabajo' de 1960 de un precioso color amarillo. «Siempre había querido uno desde que mi abuela me regaló una lámpara con un 'escarabajo' de este color cuando era crío», ha explicado. El modelo que tiene es alemán y lo compró hace ya dos décadas. Desde entonces, solo ha necesitado una mano de pintura. «He ido con él a Paris, a Madrid, a Tarragona», ha señalado, y este domingo lucía un efectista intercambiador de calor colocado en el exterior de la ventanilla, «uno de los accesorios que compré en su momento», ha añadido.
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Alexander de la Huerta, que tiene un Pontiac americano Firebird de los años 90 también ha cumplido uno de sus sueños infantiles. «De pequeño vi uno blanco en Basauri» y este es el segundo que conduce. «Es un coche sencillo porque apenas tiene electrónica, solo ABS y aire acondicionado. La mayoría es pura mecánica», ha resumido.
Borja López ha llegado desde Luiaondo para participar en la concentración con su Mitsubishi Lancer Evolution. «Fue mi primer coche. Lo compré con 19 años porque lo vi correr en el Campeonato del Mundo de Rallies y me gustó mucho. Ahora tiene 340 caballos de potencia, puede correr en montaña y sigo trabajando en él, aunque el mantenimiento cuesta el doble que un coche normal», ha explicado. Quizás por eso cuida su coche con cariño y ni se le ocurriría meterlo en una pista de montaña.
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