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El abrazo que se dieron ayer Pedro Luis y su hermana Araceli en el homenaje a su padre asesinado por ETA en 1978, José Luis Vicente Cantón, conmovió a todo el salón de plenos de Llodio. Se trataba del primer recuerdo que la localidad rendía ... a las víctimas de ETA cuarenta y cuatro años después de los asesinatos. Desde ayer por la tarde, una placa en el interior del Ayuntamiento -en la primera planta que da acceso al salón de plenos la alcaldía-, recuerda también a José María Ciriaco Sanz asesinado el 5 de enero de 1979, también en Llodio. Ciriaco fue tiroteado cuando salía de su casa para dirigirse al cuartel de la Guardia Civil donde trabajaba. Su familia no pudo acudir al homenaje que Llodio le rindió ayer. «Desde entonces viven en Burgos y no han podido volver. Iré yo personalmente a entregarles la placa dentro de unos días», explicó el alcalde, Ander Añibarro.
El abrazo de los dos hermanos restañó solo una pequeña parte de las heridas que ha dejado el asesinato en la familia «un pueblo que no dio la talla», como recordó Pedro Luis en su intervención. «Entonces interesaba tener un muerto cercano para que el resto del pueblo estuviera callado y con miedo», fueron sus primeras palabras. «Todavía notamos el vacío. Los que se decían sus amigos han estado y siguen estando callados. Algunos hacían una seña al pasar, pero no era suficiente. Lo siento, pero es lo que me dice el corazón», explicó emocionado ante el medio centenar de personas que acudieron al homenaje. Entre ellos, no había ningún concejal en activo de EH Bildu, aunque sí estuvieron representados el resto de los grupos municipales, PNV, Omnia y PSE.
El propio alcalde, Ander Añibarro, corroboró las palabras del hijo de Vicente. «Yo no había nacido entonces, pero me han contado que el cura no dio la paz en la misa por la actitud de los vecinos», añadió.
José Luis Vicente era agente inmobiliario, una profesión a la que se tuvo que dedicar como consecuencia de una lesión de columna que le impidió seguir con su trabajo en Maderas por el que se desplazó a Llodio desde Bóveda, su localidad natal, en Valdegovía. «Mi padre era un buen hombre. No miraba el carné, ni la procedencia. La gente venía con una maleta de cartón y todo lo que se construía entonces en el pueblo pasaba por sus manos porque no había inmobiliarias. Les buscaba casa y a veces, trabajo. Hasta llegó a acomodar gente en nuestro propio domicilio», añadió.
Del descubrimiento de la placa que el Ayuntamiento de Llodio les ha dedicado se encargaron los hermanos José María y Araceli. El cuarto hermano, José Miguel, falleció hace unos años y la esposa del agente inmobilario asesinado, Gregoria Molinuevo, no pudo acudir al homenaje porque ha cumplido ya los 91 años. Ella, como el resto de la familia, siguen viviendo en Llodio o en Amurrio e invitaron a todos los asistentes al homenaje a un pequeño lunch que habían preparado en un bar cercano.
Entre el público, había familiares y vecinos de los asesinados, que agradecieron el homenaje. «Ya era hora», comentó una de las asistentes. El acto se celebró en el marco del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, el pasado 11 de marzo. Añibarro tuvo un recuerdo más amplio para «los que han sufrido el dolor, la violencia, el miedo, el olvido y la soledad. El recuerdo es imprescindible para que no se vuelva a repetir».
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