Llodio da ambientazo a la Korrika en el Viernes de Dolores

Iratxe Pujana empujaba la silla de su hijo, que estudia en la ikastola Laudio. «Le encantan las vacas y quería venir a verlas», ha explicado mientras paseaba por la feria vestida con el dorsal para participar en el kilómetro que patrocina el centro escolar. «Hemos tenido que organizarnos para venir a las once a la feria, a las doce a la Korrika, a la una a comer el talo, y cuando salga su aita de trabajar, a disfrutar de la fiesta», ha explicado esta joven madre.

Las aceras se han llenado de gente ya desde el barrio de Gardea, por donde ha entrado la carrera en favor del euskera. «No caben por la calzada», explicaba un espectador en la calle Virgen del Carmen pendiente de grabar el paso de la carrera por el pueblo. «Además, este año, con el solazo que hace, mucho mejor, porque otros años nos ha tocado correr con lluvia o durante la madrugada», aseguraba una corredora.

Maite Dávalos y su hija, que estudia en el colegio de Latiorro, participaron por partida doble en el barrio donde está el colegio. «Puede que sea la primera vez que la Korrika pasa por Latiorro», ha aventurado, y más tarde, por Zumalakarregi. La niña, hecha un manojo de nervios, ha salido corriendo a sumarse a la caravana en cuanto ha empezado a sonar la música. Su madre «cargada con los dorsales que han hecho en el cole y que ella no quiere ponerse», ha salido detrás de ella para sumarse a la fiestas. «Menos mal que tenía el día libre. Si no, me lo pierdo», ha confesado.