El cierre hace un año del matadero de Llodio, justificado por unos vertidos que la Fiscalía ha descartado, fue el punto final a una decisión que supone la pérdida de un servicio básico para Llodio y para Álava, que incluso había explorado la posibilidad de ... abrir uno en Salvatierra. Su cierre aboca al sector a asumir los traslados a otros mataderos que se suman al aumento de costes. La nueva instalación se construirá en Güeñes y podría estar en marcha en otoño de 2023.
–Ha gestionado el matadero de Llodio durante 21 años. ¿Cómo ha evolucionado el servicio?
–Ha ido creciendo con unos beneficios para el Ayuntamiento de unos 20.000 euros al año. En 2010, cuando se cerró el de Zorroza, quedó el de Durango. Conseguimos que el de Llodio, que era municipal, pasara a ser comarcal. El de Durango, que seguía dando servicio a Bizkaia, tenía problemas graves de infraestructura y se estaba quedando dentro del casco urbano. La presión vecinal y la falta de una depuradora hicieron que en 2011, tanto a Durango como a nosotros, se nos comunicara el cierre.
–Pero el de Llodio no llegó a cerrarse
–El Ayuntamiento había hecho una inversión en la legislatura anterior. Teníamos carrilería nueva y nosotros, como empresa gestora, compramos maquinaria y ampliamos las cuadras. Comunicamos al Gobierno vasco que nos adaptábamos a la normativa europea y seguimos abiertos. Asumimos parte de los clientes de Durango y pasamos de fanear nueve toneladas al mes a más de 70. Ampliamos la plantilla de tres a diez trabajadores, hacíamos reparto de carne, elaboración de canales y servicio de casquería.
«Había una subvención de 250.000 euros del Gobierno vasco, pero no se gastó»
–¿Por qué se cerró entonces?
–Nos cerraron por primera vez en agosto de 2019. Se nos presentaron la Ertzaintza y técnicos municipales con URA, acusándonos de que había vertidos, cuando no habíamos tenido ninguna notificación y la instalación municipal supuestamente, cumplía los requisitos. Después, nos enteramos que URA había hecho varios requerimientos al Ayuntamiento sin que se resolviese el problema. Se detectaron contaminación de metales, restos orgánicos y animales a la salida del colector general, en la desembocadura del Altube, en Areta. No se podían atribuir a una sola empresa, pero nos cerraron en 24 horas. Los dos primeros imputados, fueron los alcaldes saliente y entrante y después, la empresa, pese a que no teníamos conocimiento de nada. La Fiscalía ha sobreseído el caso.
Dudas
–Después de eso, se hicieron mas inversiones.
–El Ayuntamiento puso 11.000 euros de su presupuesto para hacer un sistema de recogida de sangre y el Gobierno Vasco aprobó una subvención de 250.000 euros, pero no se llegó a gastar. Hubiera sido más que suficiente para cumplir la normativa.
–¿Se enfriaron las relaciones?
–Sí. Me di cuenta cuando en vez de hacer una renovación del contrato para cuatro años, se hizo solo para uno. Al cumplirse el plazo, el teniente de alcalde denunció un supuesto vertido a la Ertzaintza, que quedó archivado. Lo que ocurrió fue que hubo una avería en la abrazadera de una tubería y salieron unos pocos litros de sangre al patio que no llegaron al colector porque se recogieron antes.
«Necesita una inversión de unos 3,5 millones. Será un 40% más grande que el de Llodio»
–Y se cerró definitivamente el 2 de julio del año pasado.
–Sí. Rompieron el contrato de forma unilateral aunque se estaba cumpliendo toda la legislación. Desde la contrata, siempre hemos intentando llegar a algún acuerdo para que el matadero siguiera abierto, pero no pudo ser.
–Y puso en marcha un nuevo proyecto
–El Gobierno vasco me pidió un informe para analizar la posibilidad de poner un matadero en la zona occidental del País Vasco porque tengo conocimientos del sector. Me pidieron que buscara una ubicación para atender a Ayala, Encartaciones, Margen Izquierda y alto Nervión.
–¿Con qué requisitos?
–El principal, que tenga conexión a una depuradora y que sea de iniciativa privada, que no haya afección vecinal, a poder ser dentro de un polígono, en un pabellón ya construido y libre de cargas contaminantes. Localicé una ubicación ideal en Artziniega, pero se descartó porque no tiene depuradora. Finalmente, quedaron Balmaseda y Güeñes.
–¿Cuándo va a estar en marcha?
–Hacia el otoño de 2023, aunque el sector está pasando un momento muy malo por el aumento de los costes y por los desplazmaientos para sacrificar al ganado. Está desapareciendo mucha cabaña.
Escisión
–A raíz de este proyecto, ha surgido otro para Llodio
–Se informó a los miembros de la plataforma Hiltegia ez itxi de que había una posibilidad de crear un matadero en Encartaciones. A raíz de eso, una parte de la plataforma se desgajó porque quiere un matadero en Ayala. Explicamos que tenemos respaldo institucional y que nos hemos puesto en contacto con ganaderos, carniceros y Ayuntamientos, que se va a crear una marca IGP (Identificación Geográfica Protegida) y una sala de despiece. Un ingeniero redactó el proyecto de distribución y de ubicaciones y se empezaron las gestiones con los inversores para presentar un proyecto de viabilidad que tendrá al menos, un 60% de participación privada.
–¿Qué tipo de matadero será el de Güeñes?
–Un 40% más grande que el de Llodio, con una inversión de entre 3 y 3,5 millones en el que pueden trabajar unas quince personas. Se ofrecerán servicios a consumidores finales, supermercados, ganaderos y carniceros para procesar piezas concretas o hacer hamburguesas por ejemplo.
–Será el único matadero de Álava y Vizcaya. En Gipuzkoa, siguen abiertos cuatro. ¿Por qué?
–Tienen apoyo institucional. El de Tolosa es municipal; el de Oñate, mancomunado; el de San Sebastián lo lleva una cooperativa y el de Zestoa trabaja para Eroski y carne con label. El de Llodio era el que mejores analíticas tenía.
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