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El horno de vidrio flotado de Guardian Llodio ya pierde temperatura. La principal infraestructura de la planta inició hacia las once de la mañana de este miércoles, tres horas después de lo que quería la empresa, ese proceso de apagado que marca el principio ... del fin de uno de los emblemas industriales del Valle de Ayala. Lo hizo, según portavoces del Departamento de Industria, «bajo la supervisión de los servicios técnicos enviados por el Gobierno vasco». Lakua remarcaba así que el protocolo que se seguía era el acordado previamente con la multinacional norteamericana.
Con los trabajadores concentrados frente a la planta, una nube de periodistas y muchos mensajes confusos arrancaba ese proceso que, se insiste, será «controlado» a fin de preservar la integridad del 'corazón' productivo de la antigua Villosa para que en el futuro pueda reactivarse y «posibilitar la entrada de nuevos proyectos industriales».
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Ese será el gran reto una vez se consume el 'apagón': mantener la actividad en Llodio. Fuentes del equipo del consejero Mikel Jauregi confirmaban, cuando la llama del horno apenas llevaba un puñado de horas extinguiéndose, que hay «varios inversores interesados» con los que ya se han establecido los primeros contactos.
El lehendakari lanzaba la primera señal desde Bruselas, donde concluyó su viaje oficial. Subrayó los esfuerzos de su Ejecutivo por dar con «un nuevo socio industrial» que esté dispuesto a invertir en la factoría alavesa y evitar así el despido de 171 trabajadores. «No podemos perder el empleo industrial. Debemos defender los puestos de trabajo, mantenerlos y tratar de crear nuevos».
Mientras, a más de mil kilómetros del corazón de las instituciones comunitarias, arrancaba una especie de ceremonia de la confusión. La alcaldesa de Llodio, Ainize Gastaka (EHBildu), aseguraba que había un grupo «extranjero» entre los interesados. Sin embargo, desde la Diputación de Álava se descartaba esa opción. La jeltzale Saray Zárate, diputada de Desarrollo Económico e Innovación, planteaba que «por el momento» el listado de potenciales compradores que maneja el Gabinete Pradales sólo está compuesto «por socios nacionales», algunos de ellos radicados en Euskadi.
A las puertas de Guardian, el desconcierto pivotaba sobre el modo de proceder con el horno. Dicho de otro modo, la parte social cuestionó la versión del apagado «controlado» mientras el Ejecutivo se afanaba por defender que el protocolo era el pactado. Los sindicatos subrayaron que la desactivación de esta maquinaria industrial la dejará «inutilizada». Iker Olazabal, portavoz de ELA, aseguró que el proceso, iniciado sin vaciar el horno de vidrio y estaño, hará que «el inversor que venga en un futuro tendrá que construir un horno nuevo».
«Se solidificará todo el material que hay dentro, más de dos metros de vidrio que hay actualmente en la instalación», señaló antes de censurar que «no ha habido ningún tipo de oposición ni de Osalan, ni de Industria, ni de Medio Ambiente». «Es un proceso que no tiene marcha atrás, que se está desarrollando sin ninguna oposición de las instituciones, de una forma 'controlada' a su manera. Es decir, como estaba programado por la empresa desde el principio», afirmó con contundencia.
Industria, a preguntas de este periódico, negó las acusaciones del comité. Según explicaron desde la consejería de Mikel Jauregi, la recuperación de la maquinaria industria depende no tanto del vaciado del horno, «sino con que el proceso de apagado sea inmediato o el enfriamiento se haga paulatinamente en un plazo de tiempo, que es como se está haciendo ahora».
Aunque la empresa ordenó en torno a las 8.00 horas pulsar el botón de parada de su principal infraestructura, dicho mecanismo no se puso en marcha porque los trabajadores se opusieron a seguir las instrucciones de la dirección. Mientras, en la calle, otros compañeros gritaban consignas como 'Guardian ez itxi' ('Guardian no se cierra') después de más de una hora de concentración.
Para apagar el horno de vidrio flotado es necesario dejar de alimentarlo; esto es, no echar más arena que se convierta en vidrio con el calor. Eso no ocurrió hasta cerca de las 11.00 horas, cuando dio comienzo el procedimiento para desactivar el principal aparato de la planta alavesa. La empresa ya había defendido la «urgencia» de esta medida debidio a unos daños que «no han sido vistos por Guardian en ninguno de nuestros hornos».
Tras el inicio de esta operación, los sindicatos decidieron desconvocar la huelga indefinida que tenían prevista iniciar este jueves, ya que el fin de los paros era precisamente evitar el apagado. La plantilla ahora mira a una negociación del ERE que esperan que arranque hacia mediados de febrero y donde tampoco albergan demasiadas esperanzas.
El de Guardian es otro cierre más en un amplio listado de clausuras industriales en el valle de Ayala. Antes de la antigua Villosa echaron la persiana firmas como Glavista (la filial de Guardian especializada en automoción, vendida a Parter Capital en 2020), Vicalde, Lipmesa o Aceros de Llodio.
Una vez desconvocada la huelga, los sindicatos ya preparan un cambio de estrategia para que las protestas que estaban previstas en la sede de Guardian se vayan haciendo hueco en la calle. El primer paso será la manifestación convocada para este viernes, a partir de las seis de la tarde, que partirá desde el exterior de la factoría hasta el centro de Llodio. Una convocatoria en la que se espera «un gran respaldo de la comarca». De hecho, la marcha cuenta con el apoyo de la plataforma comarcal SOS Aiaraldea, que ha centrado parte de su discurso en la desindustrialización del valle de Ayala.
Posteriormente, las centrales sindicales tienen la intención de convocar nuevas movilizaciones. Algunas de ellas irán más allá de la propia comarca puesto que el objetivo es trasladarlas a las grandes ciudades. Uno de los primeros destinos será Bilbao. Y es que la experiencia previa de las marchas de la plantilla de Glavista hacen más probable que las protestas se lleven a la capital vizcaína, con la que existe una comunicación más fluida a través de la línea de cercanías de Renfe. «Señalaremos a Guardian y señalaremos la dejadez y el abandono de las instituciones, que es lamentable», denunció Iker Olazabal desde el sindicato ELA. «La sensación de abandono y engaño a la plantilla por parte del Gobierno vasco es absoluta», abundó el comité a través de un comunicado.
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