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La disolución de Amine, anunciada ayer por el Boletín del Registro Mercantil, ha dejado sin opciones a Glavista. Amine fue la única empresa que presentó una oferta para continuar con la actividad de fabricación de parabrisas de la empresa llodiana. Su disolución deja a Glavista ... sin opciones de futuro. Solo queda esperar la liquidación de la compañía y la extinción de los contratos de las 240 personas que integran la plantilla, «Glavista ya no tiene futuro. Está en liquidación y la única salida era la continuidad de la inversión que había propuesto Amine», explicó Iker Olazabal, de ELA, el sindicato mayoritario.
En los últimos meses, las instituciones han mantenido al enfermo con respiración asistida alimentado la esperanza de que Amine pudiera asumir la continuidad. Ayuntamiento y Gobierno vasco han mantenido conversaciones con Guardian, la planta matriz de Glavista, que vendió la sección de parabrisas al fondo de inversión suizo Parter Capital en 2020. Pero no ha sido posible alcanzar un acuerdo para desbloquear el uso de los terrenos. Guardian se ha negado a alquilar o vender el suelo sobre el que se asienta Glavista pese a ser uno de sus principales acreedores y eso ha dejado sin fuelle la posibilidad de continuar. «La conversación sobre los terrenos, no ha fructificado», añadió Olazabal. En definitiva, Glavista se ha quedado sin inversor y la única vía que tiene abierta ahora es la liquidación de sus activos y el despido de toda su plantilla.
El proceso concursal seguirá su recorrido, con algunos lastres, como que el administrador no haya solicitado la declaración de culpabilidad del concurso de acreedores dentro del plazo señalado. Esa es una iniciativa que solo respaldan ahora los sindicatos. «Ahora nos toca a nosotros defender ese argumento», añadió Olazabal.
La maraña de documentación todavía pendiente, como el contrato de compra venta entre Guardian y Parther y la documentación que ha solicitado el Juzgado todavía no se ha presentado y eso dilatará el proceso durante bastante tiempo, como teme ELA.
El departamento de Desarrollo Económico que ha participado en las conversaciones con Guardian para reconducir la situación explicó ayer respecto a las peticiones para que la Administración entre en el capital de Glavista que «en este caso, como en los demás, tiene que haber un inversor, un plan industrial y un acuerdo con la plantilla».
Las consecuencias para Llodio se van a traducir en que las doscientas personas que a día de hoy siguen en la empresa, van a tener que buscar otro empleo en una localidad lastrada por sucesivas crisis industriales.
Al traumático cierre de Aceros de Llodio en 1992 que supuso la pérdida de 560 puestos de trabajo directos, se sucedieron otros como el de la fábrica de amortiguadores Lipmesa, en Areta, donde trabajaban 150 personas. Al año siguiente, Kider, dedicada a equipamiento para supermercados, anunció su liquidación. Entonces tenía 400 operarios, pero ha seguido su trayectoria en Amurrio con una plantilla reducida a la mitad y unas instalaciones vacías en el polígono de Murga.
El año 2021 fue fatídico para la comarca con el cierre de la empresa Valvospain de Amurrio, con 79 trabajadores en plantilla y el traslado del almacén logístico de Lidl para el Norte de España desde Llodio a Nanclares que arrastró a otros doscientos operarios.
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