Benjamín Respaldiza ha recibido el homenaje de sus vecinos de Artziniega ahora que está a punto de jubilarse tras 50 años de sacerdocio. SANDRA ESPINOSA

«Fui a Ecuador porque los pobres eran mi opción de vida»

benjamín respaldiza. sacerdote ·

Artziniega homenajea a Benjamín Respaldiza cuando se cumplen 50 años de su ordenación, vinculado a Angola y sobre todo, a Ecuador

Miércoles, 7 de septiembre 2022, 00:01

Artziniega homenajeó ayer a Benjamín Respaldiza, que ha dedicado la mayor parte de su vida sacerdotal a trabajar en Angola y Ecuador y ha logrado un vínculo de las parroquias alavesas de Artziniega, Amurrio y Salvatierra, por las que ha pasado, a su labor pastoral ... en África y Latinoamérica. Ahora, cuando esta a punto de jubilarse, repasa su trayectoria.

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-¿Cómo fue su infancia?

-Nací en Artziniega en 1947. Mi padre era carpintero y mi vida era de la de los chavales. Me gustaba jugar al fútbol, la bici, estar en el calle... A los trece años me fui a estudiar a Laguardia y luego al seminario de Vitoria.

-Y se ordenó sacerdote.

-En 1972, pero el obispo no me quiso ordenar, y lo hizo Eugenio Beitia, de Santander.

-¿Y eso?

-En el seminario no tuve una situación distinta a la de mis compañeros. Era el momento del mayo francés, queríamos una sociedad y una iglesia nuevas pero nunca me explicaron las razones. Fue doloroso porque me había preparado para ello, pero lo superé.

-Y su primer destino fue Angola

-Sí, poco antes del inicio de la guerra civil. Fue muy duro. Intenté aprender el idioma y dar formación en las escuelas. Un día unos soldados me llevaron a un poblado donde había 71cadáveres y nos tocó enterrarlos. Los habían baleado cuando salían de sus casas incendiadas.

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También allí tuve un conflicto con la jerarquía y a algunos nos suspendieron la actividad pastoral, pero me dediqué a la formación y el acompañamiento en cooperativas agrarias hasta el año 1980, pero a veces, me pasaba días enteros sin comer y decidí volver.

«Unos soldados me llevaron a un poblado donde había 71 cadáveres que tuvimos que enterrar. Los habían baleado»

angola

-¿A Artziniega?

-Sí. Con Mikel Isuskiza me di cuenta que la vida que habíamos conocido se estaba perdiendo para siempre y empezamos a recuperar piezas y a guardarlas en el santuario de la Encina. Allí hicimos el primer Museo Etnográfico y luego creamos una asociación para que tuviera continuidad.

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-Pero no se quedó

-En 1985, el obispo me pidió que fuera a Madrid a formarme en restauración para mantener el patrimonio de la diócesis. Estaba contento con la idea, pero antes de marchar, estuve con unos compañeros que me cuestionaron acerca de si había olvidado a los pobres con esa decisión. Me quedé helado cuando me lo dijeron, porque los pobres eran mi opción de vida. Pasé la noche sin dormir y al día siguiente le dije al obispo que me quería ir a Ecuador. Me quedé allí durante 22 años. Vi que la pobreza era más escandalosa que en Angola porque había grandes diferencias entre ricos y pobres.

Lucha por la tierra

-¿Qué es lo que se encontró?

-Que la gente no sabía leer, no había escuelas, una gran explotación. A los campesinos les cobraban intereses del 20%. Era una locura. Para mí, la evangelización era transmitir valores, pero no podía separar lo humano de lo religioso. Creamos cooperativas de crédito y escuelas.

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-¿Y allí también tuvo conflicto?

-Sí, porque había un consorcio de abogados que quería apoderarse de 4.600 hectáreas de tierra desalojando a los campesinos de una parroquia donde vivían 22.000 personas con ayuda de la policía y del gobernador. Tuvimos una pelea terrible para que les reconocieran sus derechos y llegaron a quemar cincuenta casas. Recurrimos al Parlamento y a la gente del País Vasco hasta que el tema llego a oídos del presidente de Ecuador. Conseguimos recuperar sus casas y la tierra, pero no recibieron ningún reconocimiento por lo que había pasado. Seguí allí hasta que en 2012 tuve un infarto y tuve que volver.

«Un consorcio de abogados quería quedarse con 4.600 hectáreas. Quemaron 50 casas pero las recuperamos»

ecuador

-¿Qué peso ha tenido en su trayectoria la Teología de la Liberación?

-Sin ser yo un pensador, sino un currela, vimos que había movimientos y comunidades eclesiales con las que nos identificábamos. Hace unos días estuve por primera vez en la iglesia de Santa María de Portugalete donde vi el reconocimiento a Ignacio Ellacuría y me emocioné. Nos alimentábamos de esa praxis.

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-También habrá pasado sus propias crisis

-Después de que me operaran estuve tres años en Agurain y luego decidí ir al monasterio de Silos a compartir la vida con los benedictinos. Estuve siete meses casi sin hablar, pero fui feliz y me encontré con Dios.

-Y ahora vive la última fase de su sacerdocio, antes de su jubilación, en Artziniega.

-Sí, vivo en el santuario, que es una de las joyas más extraordinarias del País Vasco y participo en la labores culturales, siempre queda algo por hacer.

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-Su ilusión es...

-Volver a Ecuador, aunque sea de visita.

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