Fiestas de Llodio 2023

Llodio lleva el caserío en su corazón

Además agradecía el desplome de las temperaturas. De los 44 grados de hace dos días en el barrio de Gardea a los llevaderos 25 que alcanzaba el mercurio este viernes al mediodía. «Este tiempo es claramente mejor para el personal y para el producto», comentaba desde su puesto en la plaza de Aldai. Cerca de allí, Ortega, un veterano sidrero, se refería también a la meteorología como un factor determinante. «Si hace bueno, vendo. Sino, no; porque la sidra tiene que ser fresca». A sus 87 años sigue manteniendo Llodio como una de esas plazas principales de la provincia. En un remolque cargó varios barriles de sidra de Kuartango. No en todo el territorio se vende igual, pero sabe que las fiestas de los 'Sanroques', ya en su recta final, suelen ser una garantía para hacer caja. «Últimamente me voy retirando», apuntaba Ortega, que se mantiene activo y aparenta mucha menor edad.

En la Herriko Plaza, algunas caras conocidas del municipio se situaban tras los puestos abiertos desde las nueve de la mañana. Al mediodía empezaron a ver cómo se formaban las primeras colas. «Bueno y bonito», anunciaban desde uno de los tenderetes con grandes hogazas. Desde la quesería Lusuri, todo tipo de lácteos de leche de oveja (queso azul, fresco, cremoso...). «La gente más mayor viene más a primera hora y los jóvenes se suman después», apuntaba Eneko Serrano, que atendía y saludaba a sus paisanos. «Siempre hay un ambientazo y muy buenas ventas». Pendiente del rebaño durante todo el año, también guarda tiempo para disfrutar de los días festivos. «Hay que organizarse, pero se puede salir pero también trabajar».

Entre los que se paseaban por los puestos había quienes optaban por «lo de siempre». «Tenemos en la familia como tradición llevarnos una hogaza, comernos un talo y disfrutar el día en la calle», explicaba Gorka junto a su hijo pequeño. Aunque el olfato y el gusto son los sentidos que más permanecían alerta en esta particular feria de productos de cercanía, las fanfarres ponían la nota musical. Desde el Ayuntamiento del municipio subrayaron que el objetivo de este mercado es «promover el sector primario» y los productos de cercanía para «reducir la huella de carbono».

No faltaron otras actividades en la programación. Un animado recibimiento tuvieron la prueba de lanzamiento de abarca y el paseo de cabezudos por las principales arterias urbanas antes de los conciertos de la noche, con Rosario Flores como plato fuerte.

Junto al pórtico de la parroquia de San Pedro de Lamuza, la cuadrilla Zintzarriak se encargó como es costumbre desde hace más de una década de los preparativos de la comida popular. «En diez minutos se han agotado los 400 tickets», contaban mientras preparaban una ensalada y esa vaca asada de cerca de 300 kilos seguía su cocción, iniciada desde la noche anterior.

Concretar el número exacto de talos que se pueden despachar es difícil. «Pero muchos, muchos», confirmaban desde una caseta con las manos en la masa. Casi tantos como se venderán hoy de otro producto estrella. En el Día de las Morcillas, penúltima jornada visto, ese embutido se sirve en plazas, bares, txokos y domicilios particulares.