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Amurrio siempre se ha caracterizado por la solidaridad de sus vecinos. Uno de los primeros pilares de esa red de apoyo social era Laguntza, asociación que no llegará a cumplir su vigésimo aniversario. Lo dejan. Abandonan su actividad de apoyo básico por una razón específica. « ... Por la incertidumbre, por no saber qué decir cuando te llegan nuevas personas solicitando alimentos, por la confrontación continua con las instituciones», confiesa Mertxe Guillén, que actúa como portavoz del colectivo.
Es una de las 25 personas que invirtieron más de 4.000 horas de horas el año pasado para atender a 95 familias, unas 280 personas. La sensación que queda este adiós en Amurrio es de tristeza, porque siempre han sido un referente.
¿Qué ha pasado? «Todo se ha enredado en el papeleo», agregan no sin cierta amargura. Ya no pueden funcionar como aquel grupo de voluntarias que recogían los alimentos en Vitoria y los llevaban en sus propios coches hasta Amurrio para entregarlos «casi casa por casa».
Incluso pusieron en marcha una iniciativa conocida como el ropero, que les sirvió el año pasado para recaudar 12.000 euros con los que completar los lotes del Banco de Alimentos de Álava. «La ropa se vende a precios muy económicos », señalan, pese al enorme esfuerzo que suponía el trabajo de limpieza, plancha y arreglo de las prendas.
Cabe recordar en este punto que desde 2021, el Banco de Alimentos de Álava exige una valoración de sus usuarios a todas las asociaciones sin ánimo de lucro a las que entrega lotes de comida. Hasta entonces, la habían hecho las propias voluntarias. Cuando la exigencia implicó que las hiciera un profesional, las cosas se complicaron, argumentan desde Laguntza.
El Ayuntamiento de Amurrio asegura que «siempre hemos colaborado» y los servicios sociales municipales extendían un «certificado de vulnerabilidad». «En todos los ayuntamientos de Álava, son los ayuntamientos quienes hacen las valoraciones», insisten.
Su labor solidaria fue ganando enteros con el paso del tiempo. Las entregas se dispararon hasta 189 familias y 600 personas. A partir de ahí les impusieron nuevos criterios que exigían una valoración económica. «El Ayuntamiento nos pagó la contratación de una persona». Y así fueron tirando. Este año, cuando plantearon repetir la fórmula, el asunto se torció. «No se puede convertir en permanente una situación excepcional», explicó la edil socialista, responsable del área, Laura Fernández.
Los representantes municipales han hablado con la Cruz Roja para que hiciera las valoraciones, ya que dispone de personal específico. «Pensábamos firmar un convenio, pero nos ha sorprendido la noticia de que desaparecen», han asegurado Fernández y el alcalde, Txerra Molinuevo.
Por su parte, en la asociación Laguntza están dolidas. «El 26 de febrero enviamos un mensaje informando de que, de no tener noticias, en marzo haríamos el último reparto. No nos contestaron», proclaman.
¿Qué pasará ahora con los afectados por esta situación que se crea? Amurrio implantará este mismo abril un nuevo mecanismo de ayuda para las familias vulnerables con hijos. El Ayuntamiento reconoce que «puede que una parte importante de las personas a las que la asociación Laguntza repartía alimentos ya no vayan a recibirlos». El resto, recibirá una tarjeta monedero para que puedan realizar compras en los supermercados asociados.
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