La depuración del Alto Nervión podría estar lista a finales del verano de 2025

El punto más complicado que queda por abordar es la modificación de una canalización de gas, que «abastece a todo el valle» y que pasa junto a la estación de bombeo que se ha construido junto a la desembocadura del Altube, en un gran agujero que ya está tapado, pero que alberga también el tanque de tormentas de Llodio, hadetallado el director de la obra de colectores, Raúl García.

El asunto se ha complicado porque «la tubería de gas está a tres metros de profundidad y debería estar a uno». Hasta que no se haga esa modificación no se podrá realizar la hinca (que permite atravesar el río, las vías de tren o la carretera) para llevar el agua residual de Llodio, ha añadido García. También hay que hacer cambios en Orozko, de donde llegará el porcentaje restante del agua residual a Basaurbe. La hinca prevista frente a la canteras se va a sustituir por un bombeo.

El proyecto modificado que permitirá hacer estos cambios «ya está aprobado a nivel técnico», aunque necesita la dotación presupuestaria, que se podría abordar en el plazo de «dos o tres meses». Los responsables confían que la obra, que tardaría otros dieciséis meses, se pueda acortar, como se ha hecho con el resto del sistema.

Por su parte, la red de colectores, que llevará el agua residual a la depuradora de Markijana, ya está terminada. Esta infraestructura cuenta con cuatro tanques de tormenta que almacenan el agua que se produce durante las primeras lluvias para evitar que los contaminantes que arrastra lleguen al río. Allí se almacena hasta que la depuradora pueda tratar ese volumen.

Todo el sistema de depuración estará en edificios cerrados y desodorizados y las dos depuradoras serán prácticamente iguales. La de Markijana lleva un retraso «de unos ocho meses» respecto a la de Basaurbe, cuya obra civil ya está casi acabada.

El funcionamiento de ambas será similar. El agua llegará en bruto y pasará primero por un sistema para retirar los sólidos mayores de tres milímetros. «Después se someterá a un proceso de desarenado y desengrasado en el que se reduce la velocidad del agua por el que las arenas se van al fondo y la grasa se retira con rasquetas», ha explicado José Ugarteburu, director de obras de la central de Basaurbe.

Después pasa a tres bombas con tamices para retirar los residuos de un milímetro de grosor y de ahí, al segundo edificio, donde se encuentran las membranas de ultrafiltración, el 'corazón' de la depuradora, por las que pasa el agua para retirar cualquier otro resto. A la salida, hay una arqueta donde se pueden tomar análisis de la calidad del agua antes de que vuelva limpia al río.

El proceso de depuración genera fangos que se van retirando tanto del agua de lluvia como de la residual y se almacenan en un tanque de 50 metros cúbicos de capacidad. Posteriormente, los fangos se trasladarán a la depuradora de Markiajana, donde se va a desecar. «Se tendrán que retirar a un vertedero por los restos industriales que tendrán ya que no será posible usarlos como abono», ha aclarado García.

A partir de la entrada en funcionamiento del sistema, estará seis meses en prueba. Desde el primer momento, «Urbide asumirá la gestión, aunque todo el proceso se podrá centralizar», añadió.

En total, el sistema de depuración supondrá una inversión de 65 millones de euros.