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Apenas superan el medio centenar de familias, pero son las primeras que en Ayala se han embarcado en la aventura de crear sus propias comunidades de consumo de energía. En todos los casos lideradas por el concejo, que tiene claro la necesidad de abordar el ... reto de la reducción del consumo energético a través de la creación de cooperativas que darán servicio a los vecinos de cada pueblo.
Sojo encabeza el movimiento al que se han sumado ahora Zuaza y Murga. Cada concejo está en una fase distinta. Sojo arrancó hace dos años y ya tienen concedidas las subvenciones del Ente Vasco de la Energía para poner las placas solares en la sala del concejo y en el tejado de la bolera, «pero antes de poner las placas tenemos que arreglar el tejado», explicó Ascen Aguirre, la presidenta de la junta administrativa. El presupuesto supera los 60.000 euros, una cantidad muy importante para una entidad que apenas tiene recursos. Así que esperan que las subvenciones del proyecto Erein les permitan poner en marcha la idea, en la que también colaborará la entidad local gracias a la creación de una cooperativa en la que todos los consumidores serán partícipes. «Me gustaría que estuviera en marcha este año», explicó la responsable de la junta. En esta localidad de 45 habitantes, «se han sumado todas las casas del pueblo, incluso los veraneantes», explicó Aguirre.
En Zuaza también han puesto en marcha una idea parecida. «Somos unas 130 personas viviendo. Calculo que se han sumado 17 familias, un tercio de las que vivimos en Zuaza y dos se han tenido que quedar fuera por la distancia», explicó Aitziber Álava, presidenta del concejo. La dos familias que no se pueden incorporar viven a más de dos kilómetros del centro de producción de energía. Álava confía en que «haya un cambio de legislación, como en Europa, para que se la comunidad se pueda extender a cinco kilómetros.
La distribución longitudinal de Zuaza, una localidad que se reparte a lo largo de casi siete kilómetros, hace imprescindible que «tengamos dos centros de producción, uno en el txoko y otro en la escuela de la Magdalena». Como en el caso de Sojo, «tenemos que arreglar el tejado de la escuela», pero la presidenta confía en que las escasas fuentes de ingresos de la junta (que puede aprovechara algunos montes porque está en el valle), les permitan hacer frente a la inversión que no cubran otras las entidades públicas. «Tenemos que trabajar para aprovechar la biomasa de los montes y reducir el consumo de energía», aseguró.
Murga también ha empezado a trabajar para crear su propia comunidad energética. Su presidente, Jesús Mari Molinuevo, explicó que «estamos empezando y ya se han apuntado 14 vecinos y la junta para crear la comunidad. Llevamos medio año con ello». En este caso, la dificultad es mayor porque «no tenemos dónde poner las placas». La junta analiza la posibilidad de usar un terreno propio donde puedan ir los paneles solares, pero debe estar cercano a todas las casas que van a recibir la energía para poder reducir sus facturas.
En Álava, la creación de comunidades energéticas no está muy desarrollada. La primera que se ha puesto en marcha está en Lasierra (Ribera Alta) y ha contado con la colaboración del Consorcio de Aguas Mendi Haran, la Junta Administrativa, los vecinos y el espacio de creación cultural y alojamiento turístico Azala. Cuenta con 76 paneles en el tejado de un aparcamiento público que generan 30 Kw destinados al bombeo de agua del acuífero y a cubrir las necesidades del pueblo.
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