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Ania Ibañez
Viernes, 11 de abril 2025, 19:49
Desde hace 131 años, pandemia y algún otro desastre al margen, en Llodio y en general en toda la comarca de Ayala la feria del ... Viernes de Dolores está marcada en el calendario sentimental de todos sus vecinos. Esta cita supone algo más que ver una exposición de razas de caballos u ovejas y comprar pastel vasco y queso. Se trata de 'enganchar' con el mundo rural, con una parte de la historia del valle que a veces se olvida pero está muy viva. Miles de ayaleses y visitantes se reconciliaron con ese pasado tan cercano y con los protagonistas –ganaderos, pastores, agricultorres, artesanos...– que lo hacen presente.
Así se explica el entusiasmo y el mimo que pone cada año Justo Urquijo, el organizador de todo el tinglado. «Esto también es una forma de educar a los más jóvenes. Siempre lo hacemos así, ellos pueden ser el futuro».
Uno de estos futuros trabajadores podrá ser Aritz Martín, de ocho años, que sujetaba con destreza las riendas de su ccaballo Bandolero mientras le cambiaban las herraduras. «Con dos años me monté en él y desde entonces no me he querido bajar». Fernando Furiol era el encargado de la exhibición de herraje y también estaba encantado. «Es una manera de que la gente que nunca ha visto lo que es un cambio de herraduras lo vea en directo y no como algo antiguo».
Eneko Serrano
Pastor
Otra de las exhibiciones, una novedad de este año, fue la de esquila, donde Joseba y Mikel, de la asociación de esquiladores de Euskal Herria, quitaron la lana a 22 ovejas. Eneko Serrano, de 30 años y dueño del rebaño de ovejas, agradeció el interés de la gente por la labor de estos trabajadores. Es «muy dura y muy física y tiene que ser reconocido». «Si nos dejan vivir de ello la gente seguirá apostando por el campo», dijo sobre el público joven que se acercó a la exhibición.
A su lado, en el escenario se encontraba una tejedora, enseñando cómo se trabaja la lana después de que las ovejas se esquilen. «Es necesario que la gente vea el proceso, desde que sale del animal hasta que llega a nuestra ropa», remata Serrano.
En total se exhibieron 53 cabezas de vacuno, 55 de equino y 24 lotes de ovino y caprino. Destacaron las vacas limousin de Patxi Ocio y los caballos de Endika Aldama, de una raza originaria de Navarra «bastante rústica». También se exhibieron una decena de eusko oiloak –una raza de gallinas autóctona– y un panal de abejas para ver cómo funciona por dentro.
En las plazas adyacentes, el gentío pudo disfrutar de unos 70 puestos de productos agrícolas y artesanía. «Este año está mejor organizada, pero hay menos puestos», explicó Alberto Camino del baserri Ameztuiko, mientras vendía las primeras habas de la temporada, su producto más demandado. Esther, de 74 años, una llodiana asidua a esta feria, se acercó a por algo más dulce: pastel vasco, uno de los reyes de esta celebración, aunque también compró algo de queso. «La gente compra más que nada pan casero y pastel vasco», explica Janire Goikuria, dueña de un puesto que lleva 40 años acercándose a la feria.
Los tenderetes de artesanía también atrajeron a numerosos curiosos. «La gente se está animando mucho con el puesto», se alegró Laura Herrera, dueña de 'Cose y Cose by Laura', una artesana que se estrenó en la feria con productos de costura como fundas para gafas, libros, o sus riñoneras y bolsos con vaqueros reciclados. «El año que viene hay que repetir».
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