Marta Peciña
Martes, 18 de octubre 2022, 03:00
Algo tiene el desierto, además de mucha arena, que este año llevará de nuevo a cuatro amurrianos, Pepe y Aitor Pinedo junto a sus amigos Fernando Egurbide y Elena Ruiz, a recorrer durante seis días más de tres mil kilómetros sobre dunas, ríos secos, poblados ... y pequeñas ciudades hasta llegar a Marrakech. A esos hay que sumarle otros dos mil kilómetros en los viajes de ida y vuelta desde Amurrio hasta la salida, en Nador y de vuelta desde Marrakech a Amurrio.
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«Es la cuarta vez que vamos», explica Pepe Pinedo, mientras ultima los detalles del viaje, que no del coche, que ya está listo y de hecho, circula a menudo por Amurrio «para hacer recados y desplazamientos cortos». Porque este Panda, uno de los últimos modelos, cuenta con avances como un elevalunas eléctrico, pero es «de serie. No tiene nada especial, no le hemos cambiado el motor ni nada», asegura. «Solo lo hemos equipado con unas planchas para salir de la arena si nos atascamos, unos pilotos para que nos vea el que viene detrás a pesar del polvo y un cubrecarter para no quedarnos sin aceite a la primera de cambio».
Lo demás, es pura aventura. Llenan el maletero con una tienda de campaña y un par de sacos de dormir, alguna que otra pieza de recambio, un motor de arranque, un acelerador, cuatro bujías, dos ruedas de repuesto y agua para el radiador... y a correr.
«Le llamamos el Dakar de los pobres, porque todos vamos con una Panda y dormimos en tiendas de campaña, pero el ambiente es estupendo y la organización muy buena. Nos ponen duchas de agua caliente, nos dan de desayunar y de cenar y un camión con repuestos, hay apoyo sanitario y hasta un helicóptero si hace falta», explica Pinedo entusiasmado y contando los días para que el próximo viernes, les den la salida.
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En realidad, el Panda Raid no es una carrera al uso «porque a todos nos dan el mismo premio, una medalla, pero es la honrilla de quedar bien clasificado. Nosotros solemos hacer el puesto 30 de más de trescientos que participamos», explican. Eso, si no se rompe nada. No es sencillo lograr una buena clasificación porque cada etapa -son seis- tiene entre 200 y 300 kilómetros. Nos dan entre siete y diez horas en función de la dificultad».
En siete horas, parece que hay tiempo de sobra, pero no es así. «No son carreteras, sino caminos de tierra, dunas, piedras, baches... Es complicado pasar y eso si no tienes una avería. Además, un tramo de unos 50 kilómetros cada día es cronometrado. Tienes que pasar por ese recorrido a la velocidad que te indiquen y es ahí donde realmente se logra la puntuación». Lo cierto es que algo tendrá el desierto porque Aitor Pinedo, su hijo que le acompañará en el viaje, ha reservado sus vacaciones para participar en el rally y llevarse a casa la experiencia del desierto, los amigos y las aventuras a que les obliga cada año el recorrido.
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