El agua, una cuestión de tamaño

El factor más importante es la construcción de las depuradoras y de la red de colectores del Alto Nervión. Demandadas durante años y retrasadas desde 1996, la enorme maquinaria que las hará realidad ya ha empezado a funcionar y dentro de cinco años la principal aglomeración contaminante del País Vasco, es decir los 35.000 habitantes de la comarca de Ayala que vierten sus residuos al Nervión, dejarán de estar en la lista negra.

La inversión es enorme, casi 77 millones de euros -40,7 de la red de tuberías, 15 de la depuradora de Basaurbe y 18 de Markijana- tienen satisfecho al presidente del Caku, el Consorcio ayalés, Julen Ibarrola. «Vamos a tener una depuración excelente, de las mejores que existen y no la vamos a pagar nosotros porque no podemos», aclara.

Aunque todos ayaleses estuvieran consorciados, el coste de mantener las depuradoras, unos dos millones de euros anuales, y el resto de las instalaciones que llevan el agua a las casas, sería tan grande que la tarifa resultaría inasumible. Ahora, se está pagando por el abastecimiento y el alcantarillado unos modestos treinta euros trimestrales, pero no incluyen el saneamiento. Sólo el abastecimiento y el alcantarillado. Y eso que «los usuarios domésticos, las pequeñas empresas y los ganaderos tienen precios bonificados», añade.

«La solución es integrarnos en una entidad mayor, con población suficiente para mantener las instalaciones sin subir demasiado los precios porque solos no seríamos capaces de hacerlo», explica. La dificultad radica en decidir la entidad de destino porque incluyen factores políticos y técnicos para tomar esa decisión.

Una alternativa es la solución administrativa; la adhesión al consorcio Urbide, promovido por la Diputación alavesa para aglutinar en una sola entidad a todo el territorio. Teniendo en cuenta que Amvisa atiende a Vitoria, las 75 entidades adheridas a Urbide también necesitan una masa crítica de población suficiente para sostener sus instalaciones. La otra alternativa es el Consorcio de Aguas del Gran Bilbao, que atiende a una gran cantidad de usuarios, pero se localiza en el territorio vecino, aunque el Nervión forma parte de la misma cuenca hidrográfica.

Antes, la propia comarca de poner en orden sus asuntos porque sólo el 36% de los ayaleses está consorciado para la gestión del ciclo integral del agua -la que incluye el abastecimiento y el saneamiento-. Llodio, que aporta la mitad de la población, sólo ha encargado al Caku el abastecimiento en 'alta', -la red que lleva el agua desde Maroño a los depósitos de la localidad-. Artziniega se encuentra en la misma situación, aunque ambas a localidades parecen dispuestas participar con todo su ciclo. Okondo por su parte, también «está abocado a entrar», confía Ibarrola. Pero mientras tanto tiene un sistema propio que no evita problemas de turbidez puntuales.

Hasta ahora es Amurrio la única localidad importante que participa desde 2013 en el ciclo integral del agua. Fue la primera en entrar y su aportación ha sido fundamental para que los concejos puedan incorporarse en condiciones similares.

Lo cierto es que la población ayalesa se concentra en un par de municipios. Los pequeños concejos, que a veces ni siquiera llegan a un centenar de habitantes deben prestar el mismo servicio pero deben hacerlo con muchos menos recursos. De ahí la importancia de tener una masa crítica de población que permita abordar la gestión integral.

El Caku tiene ahora 195 kilómetros de red de distribución que aumentarán en 80 con la entrada de Llodio y 37 más con la de Artziniega. Hay que sumar otros 165 de la red de alcantarillado que se ampliarán en la misma medida. Las infraestructuras están valoradas ahora en 40 millones y cada año hay que renovarlas. Con la entrada en funcionamiento de la red de colectores y las depuradoras, su valor aumentará y las inversiones, también.