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Un gigante de hierro y hormigón se yergue sobre la bucólica postal que conforman los verdes prados y laderas, jalonados por caseríos, en el valle alavés de Aramaio. Las largas 'patas' de esta mole blanca, con 90 metros de alto de viaducto que horada roca ... y montaña, se alzan vertiginosas sobre quienes se aproximan a esta garganta por las sinuosas y estrechas carreteras del puerto de Cruceta. Un poco más arriba, en el barrio de Untzila, la panorámica de las faldas del Anboto y sus macizos aledaños queda seccionada por esa gran 'T' levantada en este paraje sobre el que en un futuro 'volarán' los trenes. Es aquí donde la huella del Tren de Alta Velocidad, que avanza en Álava con 21 de sus 24 kilómetros completados tras 13 años de obras, resulta más impactante. En un recorrido por todo el trazado en el territorio, EL CORREO ha constatado a pie de columnas, túneles y pasos elevados que ya no queda rastro de máquinas, perforadoras, explosivos y operarios que han trabajado en la construcción de la 'Y' vasca desde la pasada década. Una carrera que arrancó hace más de tres lustros y que, a las puertas de 2020, cuesta ver su horizonte final: en su conjunto se han acabado 112 de los 157 kilómetros, y el Gobierno vasco asume que no estará lista antes de 2024.
Esa ancha traza de hormigón que cruza la provincia desde la salida de la capital alavesa hasta el linde con Gipuzkoa está prácticamente finalizada. Grandes pasarelas de cemento y hierro que permanecen a la espera de la llamada superestructura, es decir, el montaje de vías y de electrificación y demás instalaciones que culminarán con la circulación de los trenes. Todo ello en plena definición de la entrada soterrada a Vitoria -el principal desafío del trazado, que supondrá transformar la ciudad-, cuyo estudio informativo, dado a conocer esta misma semana por el Ministerio de Fomento y que adelantó en exclusiva este periódico, eleva el coste de la obra hasta 872 millones, 150 más de lo previsto. El Ayuntamiento (financia el 15%), tal y como anunció el alcalde, Gorka Urtaran, pedirá explicaciones al Gobierno central. Tampoco hay que olvidar la falta de progresos en la conexión con Burgos. El estudio, presentado en 2017, sigue en proceso de información pública.
1. La plataforma del TAV discurre sobre el tráfico rodado antes de Durana, en la carretera A-3002 cerca de la salida de Vitoria por la calle Portal de Bergara.
2. Trazado cerca de Larrabea, en el que se observa el túnel bitubo bajo el macizo de Albertia, entre Legutiano y Eskoriatza.
3. El trazado en las cercanías del concejo de Urbina.
4. La estructura a la altura de Luko, cerca del barrio de Artzamendi.
Según los últimos datos de Adif (la sociedad pública dependiente de Fomento que gestiona las obras entre Vitoria y Bilbao), en la actualidad el trazado alavés del TAV tiene ejecutados cinco de sus seis tramos. El primero, con 2,5 kilómetros de largo, corresponde al de Arrazua-Legutiano I, que requirió 29 millones de inversión. Una plataforma que nace de la nada y dibuja un corte de piedra en los campos de cultivo de la zona, a la salida del polígono de Gamarra, donde arranca el itinerario. Continuando hacia Durana se divisa el viaducto que discurre sobre el tráfico rodado de la A-3002.
A medida que se avanza en el recorrido, las pintadas contra la infraestructura presentes en distintos puntos y los testimonios de los residentes que deberán convivir con el ferrocarril veloz a poca distancia de sus pueblos y 'baserris' reflejan la contestación social que ha recibido la 'Y' vasca en algunas zonas rurales. ETA puso el trazado en su diana con el asesinato en 2008 de Inaxio Uria, responsable de una de las empresas que participaba en los trabajos de construcción del Tren de Alta Velocidad. La firma de esta víctima del terrorismo fue, precisamente, una de las que ejecutó el siguiente tramo de este itinerario, el de Arrazua-Legutiano II (5.214,8 metros de longitud y 46 millones de presupuesto), similar en longitud al siguiente, el de Legutiano-Eskoria-tza I, aunque el coste aquí fue de 90 millones. Es una zona en la que la plataforma ferroviaria de alta capacidad se cruza con la autopista AP-1, atravesándola por debajo en las cercanías del concejo de Luko. El trasiego de camiones al polígono de Gojain, los cicloturistas que pedalean en ruta hacia Ullíbarri o los ganaderos que cuidan de sus animales en la zona rodean la gran pasarela gris diseñada para doble vía de alta velocidad con ancho internacional.
Tramos finalizados. Arrazua-Legutiano I, Arrazua-Legutiano II, Eskoriatza-Aramaio y Aramaio-Mondragón.
En ejecución. Tramo Legutiano-Eskoriatza II, con 2,4 kilómetros y 104,2 millones de presupuesto. Está avanzado al 83%.
Presupuesto. En total, los seis tramos suman un presupuesto de 345,24 millones de €. Los tramos acabados suponen 68 millones.
La estela del TAV conduce a continuación al único tramo alavés que está sin ejecutar del todo (Legutiano-Eskoriatza II, de 2,4 kilómetros y con el 83% avanzado). Aquí sólo quedan pendientes las «tareas de consolidación del terreno en el túnel de Albertia», que esperan a una «modificación del contrato de obra», según detallan desde Adif. Esta galería bitubo, que con sus 4,8 kilómetros es una de las más largas y complejas de toda la 'Y' vasca, cuenta con un conducto para cada uno de los sentidos de circulación. El corredor comenzó a perforarse bajo el macizo alavés con rozadoras y explosivos hace una década, en 2009. Precisamente, en el largo periodo de tiempo que ha transcurrido desde que se puso la primera piedra del TAV (allá por el 2006) también han cambiado las exigencias europeas de seguridad, lo que ha obligado a volver a meter las máquinas en 23 túneles de todo el trazado en Euskadi y a gastar 52 millones más.
El particular viaje del tren futuro AVE a través del territorio alavés concluye por los tramos, igualmente acabados, que discurren entre Eskoriatza y Aramaio (5.580 metros y con un coste de 109 millones) y Aramaio y Mondragón (3,3 kilómetros y 68 millones), probablemente los parajes de la provincia más distorsionados por la cicatriz del TAV. «Nos han jorobado toda la vista», critica un vecino del barrio de Ibarra, que no olvida el deslizamiento de tierras producido en la zona en 2016 por las obras de construcción de la infraestructura.
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