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La A-624 pasa a metro y medio del achacoso caserío de José Perosanz en Olabezar. Igor Aizpuru
Una 'autopista' a la puerta de mi caserío

Una 'autopista' a la puerta de mi caserío

Camiones circulan a gran velocidad por las estrechas carreteras de Ayala. Su cercanía al trazado condiciona la reforma de los baserris, algunos ya en ruinas

Domingo, 10 de marzo 2024, 00:42

Apenas se escucha a los pajarillos piar y el chas-chas de las herrumbrosas tijeras de podar de José. El hombre está cortando ramitas que utilizará para prender el hogar. Un coche pasa justo por delante de su finca a gran velocidad, zumbando como un enjambre de avispas furiosas. Al momento, un tráiler. Y al poco, otro más. José ni se inmuta. El poco oído que le queda ya se le ha hecho a ese incesante trasiego de camiones. De un tiempo a esta parte, la carreterita que tiene en la puerta (y esto es literal) de su caserío soporta un notable incremento de tráfico. «No sería el primer camión que se sale y acaba volcando: Esto se parece cada vez más a una autopista», se queja el hombre mientras sigue a lo suyo.

José Perosanz, burgalés de Atapuerca, tiene 81 años y es vecino del barrio La Cadena de Olabezar (79 habitantes), un concejo que pertenece al municipio de Ayala. Su caserío, al igual que más de un centenar de baserris de la zona, tiene una carretera como felpudo. En su caso, la A-624 (la comarcal que une Amurrio con Artziniega) pasa a escaso metro y medio de su fachada. No siempre fue así. «Cuando mi padre lo compró, esta carretera no era ni la mitad que ahora. Cuando decidieron ensancharla tuvimos que tirar la mitad de esta cabaña», señala el hombre en dirección a un murete de piedra de sillería medio derruido.

«Hace poco me llegó una carta certificada de la Diputación diciéndome que me obligaban a podar los avellanos porque están muy cerca de la carretera y, después, para cualquier cosa que quieres hacer en el caserío hay que pedir permiso a la Diputación y hacer papeles y más papeles: yo ya me he cansado; si se tiene que caer, pues que se caiga», resopla José, un poco harto y otro poco ya derrotado, a la sombra del enorme caserío familiar.

Con tejado a dos aguas, a simple vista se aprecian varias tejas rotas, los aleros de madera están prácticamente hechos astillas y los balconcitos se sujetan a la fachada como por ensalmo. Con todo, el de José no es, ni mucho menos, el baserri del municipio de Ayala más afectado por el paso del tiempo y la desidia. Justo enfrente, también acariciando el arcén, otro caserío presenta evidentes signos de ruina: hace tan solo unos días hubo que colocar conos y acordonar la zona porque se había desprendido una parte de su tejado.

A 25 metros

Según las cifras que maneja la Asociación de Desarrollo Rural Zabaia, en el municipio de Ayala hay unos 180 caseríos que se levantan a pocos metros (en algunos casos, a poquísimos, incluso a menos de un palmo) de la carretera. Esa cercanía hace que cada vez que toca realizar cualquier tipo de obra, sus propietarios tengan que solicitar permiso expreso al departamento al servicio de Carreteras de la Diputación. La norma foral que regula las zonas de protección de los viales es muy clara: fija el límite de edificación en 25 metros para las carreteras convencionales (50 para autovías y autopistas). ¿Qué ocurre con los edificios, baserris históricos en este caso, que ya estaban allí antes de ensanchar las carreteras? Ahí está el 'quid' de la cuestión.

«Hace unos años el límite estaba fijado en 18 metros y la verdad es que nadie te ponía pegas para hacer reparaciones. Ahora hasta para poner una teja hay que pedir permiso», sostiene Jesús Portillo, que vive en un baserri de El Valle en el concejo de Zuaza. «Mi vecino está cansado de pedir autorización para arreglar y no hay forma de que se lo concedan», apunta a un caserío contiguo que, efectivamente, presenta evidentes signos de peligro de derrumbe.

Caserío del barrio de El Valle, en Zuaza (Ayala) que, según los vecinos, sus propietarios están pendientes de la autorización para la reforma. Igor Aizpuru

En esas, un hombre sale a gritos al ver al fotógrafo tomando imágenes de la carretera que pasa junto a su casa. Poco después sus vecinos explican la razón de tanta cólera: «Llevaba varios años esperando a que le dejaran arreglar el tejado y ahora, que por fin lo ha conseguido teme tener problemas con la administración».

El asunto se abordó esta misma semana en el pleno de control de las Juntas Generales, días después de que el alcalde de Ayala, Pruden Otegi (EH Bildu), acusara a la Diputación de bloquear las obras de rehabilitación y poner en peligro estos caseríos, de «gran valor patrimonial». El titular de Infraestructuras Viarias, el socialista Jon Nogales, negó tal extremo y ofreció un dato que, a su juicio, echa por tierra la percepción de que la institución foral esté entorpeciendo hasta las obras más perentorias en los baserris.

«Desde 2017 se han tramitado 59 solicitudes de obras en caseríos en zonas de protección de carreteras de Ayala: más del 76% han sido concedidas, un 15% denegadas y el 8% pendientes de resolver». «Ante, estas cifras, no podemos aceptar que el Departamento realice una interpretación restrictiva o inflexible de la normativa», subrayan fuentes forales.

76% concedidas

Tres de cada cuatro de las 59 solicitudes para reformar caseríos en las zonas de protección de carreteras de Ayala se han concedido, según las cifras del Servicio foral de Carreteras.

Sin embargo, más allá del cruce de acusaciones propio de la refriega política, los vecinos de este enclave de Ayala sufren a diario con un problema que condiciona sus vidas: el trasiego constante de vehículos, muchos de ellos de gran tonelaje, por unas carreteras que, resulta evidente, no están preparadas para tal afluencia. «Cualquier día pasará algo, ya ha habido accidentes con camiones que se han ido a la cuneta, pero tendremos una desgracia», vaticina Begoña Beraza, vecina de Zuaza.

La carretera, encajonada, entre dos caseríos en Zuaza. Igor Aizpuru

«Hasta no hace tanto, podías salir a pasear por el arcén de la carretera porque apenas pasaba un coche o dos, pero desde hace poco más de un año esta carretera se ha vuelto peligrosa, no paran de circular camiones y a mucha velocidad», asegura la vecina. Que esta carretera se ha convertido en una «autopista» no es una mera percepción.

«El tránsito de camiones es constante, cualquier día pasará algo», sostiene una vecina de Zuaza

A media mañana, en un día de labor, los camiones circulan desde Bizkaia, desde la vecina Okondo, a gran velocidad, algunos tráilers que, por sus hechuras, deben invadir el carril contrario para poder circular. «Cuando se cruzan con el autobús escolar que lleva a los críos a la ikastola... los dos no caben y uno de los dos se tiene que orillar», explica otro vecino.

Fuentes forales consultadas al respecto sostienen que los datos disponibles, hasta 2022, no reflejan un incremento sustancial del tráfico en esta A-3641. Sin embargo, los vecinos están convencidos de que la entrada en funcionamiento del arco de cobro de la BI-625, que enlaza Álava con Basauri por el puerto de Orduña, está detrás de este aumento de tráfico de vehículos pesados. «Los camioneros que van al Puerto de Bilbao buscan la ruta a través de Google y la ruta más corta y sin peajes les trae por aquí», razona Begoña. La inteligencia artificial les ha convertido esta carretera en una autopista... en la puerta del baserri.

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