'NOW IS AFRICA' es el acrónimo de 'Network of Women Inside Africa'. También, funciona como el nombre escogido para presentar un nuevo espacio de la UNED que pretende «dar visibilidad» en Vitoria a mujeres científicas africanas «a las que han silenciado sus investigaciones», según ... explicó ayer en la inauguración del aula Ricardo Mairal, rector de la UNED. Este proyecto surge en colaboración con la Fundación de Mujeres por África; una entidad que desde 2015 ha impulsado a 150 mujeres -35 en Euskadi- a continuar desarrollando sus investigaciones en España.
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Si bien aún se está perfilando el programa que completará esta iniciativa, el 8 de marzo tendrá lugar la primera actividad, que se celebrará con estudiantes del Instituto Koldo Mitxelena. Lo que pretenden, en el Día de la Mujer, es «animar a las generaciones de niñas a romper la brecha para que entren en las carreras STEM». Luego, acogerán congresos, seminarios o cursos para los que aceptan propuestas, pues según indicó Teresa Langle de Paz, directora de la fundación, quieren que sea un «aula abierta, colectiva y con muchos proyectos de intercambio».
«Visibilizar este espacio contribuye a poner en valor un trabajo realizado en países aún desconocidos», apuntó Ramiro González, Diputado General de Álava. Por su parte, Langle transmitió las palabras de la presidenta María Teresa Fernández de la Vega -ausente por motivos de salud- quien afirmó que «además de apoyar a las mujeres científicas y ofrecerles oportunidades de internacionalización, hay que escucharlas».
Por eso, el encuentro culminó con un debate -moderado por la viróloga Margarita del Val- en el que se discutió, junto a algunas de esas investigadoras, sobre el liderazgo de las científicas africanas. En concreto, tomaron la palabra Sheena Omoregie, Sabah Ben Fredj, Gloria Dada y Amira Kebir, que están repartidas entre BioCruces, el Instituto de Salud Carlos III y The Basque Center for Applied Mathematics (BCAM). Asimismo, el acto contó con una nutrida representación institucional, entre la que también destacó la participación del Consejero de Educación del Gobierno Vasco Jokin Bildarratz.
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«Fue muy duro dejar a mis hijos para investigar»
Sabah Ben Fredj, original de Túnez, tiene 46 años. Con parones y más estancias en el extranjero de las que le hubiese gustado, lleva más de veinte años dedicándose a la ciencia. Estos últimos meses lo hace desde el Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces ubicado en Barakaldo (Bizkaia), donde investiga sobre herramientas para tratar la leucemia. El objetivo que persigue con esta beca –que para ella era «un sueño»– es poder aplicar los conocimientos que desarrolle en su país. «Muchas personas en Túnez padecen esta enfermedad y a todas se les trata con quimioterapia. Estoy experimentando para lograr tratamientos más seguros», explica orgullosa. Y es que, para Ben Fredj, ser una mujer científica en África «no ha sido fácil». Empezó a trabajar en Francia porque en Túnez «hay mucha falta de equipos y de apoyo económico». «Me vi obligada a empezar a investigar fuera y, para ello, tuve que dejar en casa a mi hija de dos meses», recuerda. Después de varias estancias, entre la que también menciona la obtención de su doctorado en Italia, considera que «estas experiencias nos abren muchas puertas. Aunque fue muy duro dejar a mis hijos en varias ocasiones para poder investigar», incide.
«La cultura del silencio nos limita desde la escuela»
«Quédate callada, no hables, no actúes». Ese es el mantra que Gloria Dada (Nigeria, 40 años) ha escuchado desde que era pequeña. Como mujer africana, «cuanto menos hagas, mejor serás vista», dice sobre el funcionamiento de esta sociedad. «La cultura del silencio nos limita desde la escuela», recalca. No obstante, en su caso, esas creencias –aunque sí le han puesto las cosas más difíciles– no le han paralizado. Principalmente por el apoyo que ha obtenido por parte de su familia. Dada ha conseguido ser bioquímica y profesora de la Universidad Ahmadu Bello, donde se dedica a realizar investigaciones sobre Parasitología Molecular. Aunque, ahora, investiga sobre la leishmaniasis en Nigeria desde el Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Esta enfermedad, que se origina por la picadura de un mosquito, afecta a más de 12 millones de personas. Por eso, esta investigadora se mantiene constante entre ese 13% de mujeres científicas que se dedican en su país a la investigación y la enseñanza. A pesar de la falta de infraestructura y del apoyo público –solo el 1% del PIB se dedica a la investigación– lo que quiere es colaborar a «mejorar la calidad de vida».
«Sin apoyo económico nunca ascenderemos»
Para Amira Kebir (Túnez, 44 años) «las cosas se están poniendo cada vez mejor para las mujeres científicas». De hecho, según apunta «en el sur ya hay más investigadoras mujeres que hombres». Pese a ese cambio, que ha llegado en los últimos años, aún falta que ellas se liberen de «muchas presiones que la sociedad les pone por ser mujeres». Kebir, que es matemática y ahora investiga sobre covid-19 en el Basque Center for Applied Mathematics(BCAM) en Bilbao dice que, en su país, representa a las solteras, pues en su cultura «las mujeres deben priorizar la familia y después la carrera profesional». Ella, que optó por otro camino –aún sin contar con centros dedicados a las matemáticas en Túnez– asegura que está «muy feliz» con sus decisiones. Desde que a los 11 años se quedara «maravillada» por las matemáticas en el colegio, decidió que quería crecer en este campo. Aunque asegura que «sin apoyo económico nunca ascenderemos». «Las mujeres tienen más dificultades para convertirse en líderes y obtener fondos, lo cual es un círculo vicioso», apunta. «Muchas veces han pensado que he llegado hasta aquí porque tengo detrás a un hombre ayudándome. Hay que cambiar esa mentalidad», reivindica.
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