Eliseo Gil y Rubén Cerdán durante el juicio celebrado en Penal número 1 de Vitoria. E. C.

La Audiencia desestima los recursos de los condenados por el escándalo de las falsificaciones de Iruña Veleia

El exdirector del yacimiento alavés, Eliseo Gil, se queda sin opciones de alargar la batalla judicial. No ingresará en prisión al recibir penas menores

Jueves, 28 de enero 2021, 12:31

Se le acabó la senda judicial a Eliseo Gil, quien fuera director del yacimiento alavés de Iruña Veleia en el momento en que se pergeñó uno de los engaños más grandes y burdos de la arqueología moderna. Hace algo más de once años Gil, ... quien excavaba en el yacimiento de la Diputación de Álava con generosas ayudas públicas, lanzó al mundo unos hallazgos increíbles: piezas de cerámica que, por los dibujos y trazos que mostraban, reescribían el origen del euskera y hasta del cristianismo.

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Tras una eterna instrucción, en junio del año pasado el Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria le condenó, junto a su principal colaborador, por aquella estafa. A Gil le sentenciaron a dos años y tres meses por urdir el engaño y llevarlo a cabo «por sí mismo o a través de terceros». A su correligionario Rubén Cerdán, un supuesto experto que avalaba la autenticidad de los hallazgos con informes falsos, le cayeron un año y tres meses. Ambos recurrieron. Este jueves, la Audiencia Provincial de Álava desestimó sus últimos argumentos. Ya no les quedan más instancias legales a las que llamar, pero tampoco ingresarán en prisión.

El fallo de los magistrados Tapia, Poncela y García Romo es tajante. «Desestimamos los recursos de apelación» de Gil y Cerdán. Por contra, sí estiman «parcialmente» el recurso presentado por la Fiscalía y la Diputación de Álava, propietaria de la instalación. La nueva resolución confirma por tanto la sentencia emitida hace medio año por la juez Isabel María Díez-Pardo y apenas varía las conclusiones de entonces.

«Sin prueba de su falsedad»

La revisión sólo modifica ligeramente al alza –unos cientos de euros– el dinero a pagar por el antiguo responsable del yacimiento como indemnización por el «delito continuado de falsedad en documento oficial, en concurso ideal con una falta continuada de daños al patrimonio histórico, concurriendo la circunstancia muy atenuante de dilaciones indebidas».

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Celebrado hace ahora doce meses, el juicio en Penal 1 llegó once años después de que estallara el escándalo por estos hallazgos tildados de «excepcionales». Gil vio ayer confirmado su castigo de dos años y tres meses de cárcel que, en la práctica, no implicará su ingreso en prisión. Los magistrados, eso sí, le impiden volver a ejercer de experto arqueólogo durante un año, aunque hace más de una década que no ejerce en este campo laboral.

Acaba así una historia que la inmensa mayoría de la comunidad científica calificó de «puro humo». Las piezas desenterradas bajo su supervisión ni redefinieron el origen del euskera ni por supuesto situaban a diez kilómetros de Vitoria la primera representación gráfica de Cristo en la cruz conocida en la Cristiandad, como pretendían. Y así con decenas de hallazgos revolucionarios. Todo fue un montaje.

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Arriba, una sesión del juicio celebrado en febrero del año pasado. Abajo, un par de las falsificaciones. R. Gutiérrez y E. C.

La sentencia de la Audiencia Provincial de Álava ratifica el fallo de junio emitido por el Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria. Después de casi dos semanas de vistas orales celebradas en febrero de 2020, justo antes de que estallara la pandemia, la jueza condenó al arqueólogo por un delito de falsedad documental y otro de estafa. Le impuso un global de dos años y tres meses que, aunque no implique su ingreso en prisión –dado que ninguna de las dos penas supera los dos años–, sí sepultó su quijotesca defensa de unos hallazgos que en cuya veracidad sólo creen él y el reducido grupo de acólitos que le arroparon durante el proceso. Ante la jueza se esforzó por convencer de que «no hay demostración científica de que sean falsos».

Los magistrados Tapia, Poncela y García Romo dan su beneplácito a los 256 folios de la sentencia de junio. Ésta decía que la aparición en cerámicas auténticas de las primeras palabras comunes en euskera o la primera crucifixión formaban parte de un «plan» urdido por Gil.

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La denuncia de la Diputación, dueña del yacimiento, fue interpuesta en la primavera de 2009. El caso cayó en el Juzgado de Instrucción número 1, dirigido por la vitoriana Susana Junquera, quien siempre se negó a archivar la causa a pesar de la dificultad y obstáculos en la investigación.

Los 3,7 millones de Euskotren

A tenor de las pruebas y testimonios referidos durante el juicio, celebrado en febrero, la magistrada Díez-Pardo señala a Gil como ideólogo de una trama que engañó a la Diputación, al Gobierno vasco y a Euskotren, firma pública que le inyectó 3,7 millones de euros. Ese dinero se perdió en el limbo puesto que la compañía vasca no se personó a la causa. Gil y Cerdán sólo deberán abonar alrededor de 13.000 euros a la Administración foral por los informes inventados que le colaron como verdaderos.

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Nada más conocer el fallo, desde la Diputación de Álava señalaron que «mostramos también satisfacción porque por fin se pueda poner fin a ese velo negro que ha sobrevolado siempre por el yacimiento».

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