![«La asistencia sexual a los discapacitados no se aleja tanto del ámbito de los cuidados»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/09/25/andrea-garcia-santesmases-koiF-U210242122164RzF-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Telmo Irureta es intérprete y cuando trabaja lo hace sentado en una silla de ruedas o tumbado en una cama. Por su papel en el filme 'La consagración de la primavera' recibió el Goya a Mejor Actor de Reparto. «Nosotros también existimos y también follamos», reivindicó en su discurso ... . Algunos le aplaudieron a rabiar por sus palabras y por la película en la que interpreta a un discapacitado que, como él, mantiene relaciones con una joven a cambio de dinero. Otros le afearon por «blanquear» la explotación sexual de las mujeres (aunque luego reconoció que es homosexual).
El caso es que el deseo de las personas con diversidad funcional saltó al debate. La autora Andrea García-Santesmases (Madrid, 1988) muestra las preguntas que envuelven a esta compleja cuestión en su libro 'El cuerpo deseado. La conversación pendiente entre feminismo y capacitismo'. Lo presenta mañana (a las 19.00 horas) en la sede de Eginarez Eginez, la Asociación de personas con discapacidad física de Álava (plaza Simón Bolívar, 7 de Vitoria), junto al trabajador social y sexólogo vasco con tetraplejia Igor Navarro.
- El guiño de Irureta al derecho a la sexualidad de las personas con discapacidad fue muy cuestionado, para bien y para mal.
- En realidad este es un tema que va saliendo recurrentemente. De repente es como un gran 'boom' y luego se silencia de nuevo. Eso es interesante. ¿Por qué la sexualidad en relación con la diversidad funcional siempre juega con esa lógica de excepcionalidad? ¿Por qué nunca aparece como algo que sea parte de la vida?
- ¿Por qué?
- Bueno, yo de formación soy socióloga y antropóloga, entonces tiendo más a problematizar que a proponer. El libro creo que es más una problematización que una proposición. Esto de las políticas públicas ya se lo dejo a los politólogos. No obstante, hay varios discursos en disputa.
- ¿Cuáles?
- Está la idea de la necesidad, de que estas personas tienen necesidades sexuales y es una cuestión casi fisiológica. Luego, se menciona el discurso del derecho al sexo y poco queda para el del deseo o los afectos. La película ha hecho una buena lanza en favor de visibilizar la sexualidad en las personas con diversidad funcional y mostrarles como seres deseantes y no tanto como seres deseables. Pero yo creo que el reto está en generar una sexualidad más rica e inclusiva, en pensarles como objetos y sujetos, como dadores y como receptores, como sujetos integrales en el ámbito de la sexualidad.
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Isabel Ibáñez
- Entonces, ¿se puede desear la discapacidad?
- Pensemos en lo 'queer' como cuerpos que estaban fuera del imaginario por una cuestión de género o posición sexual. Sobre eso, ya se empiezan a ver representaciones culturales; de hecho se están volviendo incluso 'mainstream' (convencionales). Por tanto, cuando se empiecen a generar más imágenes, será mucho más posible enunciar esos deseos.
- La figura del asistente sexual es legal en Bélgica, Austria, Alemania, Suiza y Dinamarca, donde se considera un asunto de salud y cuidados. Aquí es alegal.
- Ese argumento es un poco tramposo porque donde se dice que esa figura es legal, en realidad es la prostitución lo que lo es. Dentro de eso, los trabajos sexuales se especializan y hay uno destinado a personas con discapacidad funcional. Pero, no hay ningún país que yo conozca que regule el trabajo sexual y permita sólo la asistencia sexual.
- Hay una disputa abierta en ese sentido.
- En el fondo, esto creo que tiene mucho que ver con el tabú sobre la sexualidad. En realidad, la asistencia sexual no se aleja tanto del ámbito de los cuidados. Es decir, ayudar a una persona por la mañana a vestirse, a hacerle la higiene íntima o a ponerse un colector en el pene, dista poco de ayudarle a utilizar un juguete sexual o colocarle un preservativo para que esté con su pareja. No verlo como una vivencia diaria y cercana roza incluso la crueldad. Tiene algo que ver con una especie de demonización de lo sexual, y casi un castigo a las personas que no pueden por sí mismas vivir eso.
- Y eso no sería prostitución.
- Hay muchos modelos de asistencia sexual y muchos serían consensuables por la mayor parte del feminismo. Ese tipo de servicio sexual acotado, donde el asistente no estaría poniendo su cuerpo (porque no está ni desnudo) si no que está haciendo un apoyo casi instrumental para que la otra persona pueda acceder a su sexualidad, creo que difícilmente se puede entender desde esa lógica mercantilista a la que nos remite el mercado de la prostitución.
- ¿Habría que regularlo?
- Cuando hay personas que no pueden masturbarse o parejas que necesitan un mínimo apoyo para poder tener una práctica sexual, algo hay que pensar, ¿no?
– ¿Se atreve con alguna idea?
- Creo que la reivindicación política tiene que ir por un cambio de imaginario. Compartir espacios de ocio con personas con diversidad funcional genera condiciones de posibilidad para otro tipo de encuentros: de amistad, políticos, y también afectivos, eróticos y sexuales.
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