El asesino de Ana Belén reconoce ante la jueza que la mató a martillazos en Turiso

«La pena que pido, al igual que el resto de acusaciones (25 años), es la máxima que prevé la ley por un asesinato como el que se juzga ahora, a pesar de haberse acabado con la vida de una persona», lamentó la fiscal del caso, quien criticó que la defensa mantenga el argumento de que existen razones para rebajar su petición hasta 15 años de cárcel. La representante del Ministerio Público consideró que el acusado mató a la víctima porque consideró que «era suya, no podía separarse de él y mucho menos mantener una vida autónoma e independiente». Quiso transmitir a los miembros que componen el jurado que «es el caso más duro al que me he enfrentado en mis diez años de carrera». «La peor consecuencia de la violencia de género es la muerte y no tiene remedio. Con el estudio de la causa he llegado a conocer a Ana Belén», recalcó.

Unos argumentos que apoyaron el resto de acusaciones, es decir, los abogados de las hermanas de la asesinada, la asociación Clara Campoamor y el Consejo del Menor en nombre del hijo pequeño del matrimonio. Así, la letrada de la familia relató que «tras años de situaciones de violencia de género con continuos menosprecios, insultos, vejaciones, conductas de control y celos» la asesinada decidió poner fin a 29 años de relación, lo que su marido no aceptó hasta el punto de acabar con su vida.

Todos los letrados también quisieron destacar la responsabilidad que ahora recae sobre los hombros de los nueve miembros del jurado y sus dos posibles sustitutos. Porque, además de tratarse del primer proceso con dicha fórmula tras la pandemia, será uno de los que se podrá empezar a aplicar el agravante de género, lo que el abogado de la asociación Clara Campoamor, José Miguel Fernández 'Fote', puso de relieve para insistir en la importancia del sentido de la sentencia. «El machismo no es contra las mujeres, sino contra toda la Humanidad. Por eso, nos interesa la aplicación de ese agravante y que de aquí salga esa aplicación», subrayó.

Tanto en su exposición inicial como durante su testimonio, la defensa de Agustín H. B. quiso destacar su arrepentimiento por propinar doce martillazos en la cabeza a su expareja, el primero de ellos por la espalda y sin que pudiera defenderse, y desarrollar después un montaje por el que limpió a conciencia la escena del crimen y viajó en el coche familiar junto al cadáver hasta abandonarlo en una calle de Miranda de Ebro, donde un viandante finalmente lo encontró después.

El acusado con pantalón vaquero y chaqueta de chándal respondió con seis simples 'síes' a las preguntas de su propio abogado con las que reconoció que mató a su mujer, que había confesado el crimen tras su detención, que indicó a la Policía Nacional dónde se encontraba el arma del crimen, que ha pedido perdón «varias veces» a sus hijos -la única vez que alargó su contestación- y que está arrepentido por lo sucedido. «Quiero disculparme y pedir perdón a la familia de mi mujer», reiteró refiriéndose a Ana Belén antes de que la jueza le interrumpiese por considerar que ese tipo de alegatos corresponden a la fase final del proceso.

En el aire, y sin respuesta, se quedaron las 74 preguntas que lanzó la fiscal y «la infinidad» de cuestiones sobre las que les hubiese gustado profundizar al resto de abogados sobre cuándo decidió matarla, sus posibles problemas financieros, la relación que mantienen en la actualidad con sus hijos y -entre otros asuntos- el proceso que mantiene abierto en el Juzgado de Miranda de Ebro por «intento de homicidio a otras dos mujeres».