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Artium acaba de resolver una de las operaciones más complejas y apasionantes a las que se ha enfrentado en los últimos tiempos. La obra 'Números primos' de Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) ya se suma a la colección de esculturas, con obras de, entre otros, ... Richard Serra, Jorge Oteiza y Eduardo Chillida que echan raíces en la plaza interna del Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco tras su reconstrucción total. La propia artista se ha encargado de inaugurar la 'resurrección' de la pieza en su nuevo emplazamiento en Vitoria.
Tal y como adelantó EL CORREO hace casi un año, ante el alarmante estado de abandono de la pieza, instalada desde 2003 en el parque del Prado, el Ayuntamiento de Vitoria (propietario de la obra) decidió trasladarla a su nuevo emplazamiento, que «ofrece mejores opciones para su adecuada conservación y para su contextualización como obra de referencia en las prácticas del arte del País Vasco en las últimas décadas».
La obra tiene un significado especial, que refleja la relación de Esther Ferrer, una de las artistas contemporáneas más importantes del panorama artístico internacional, con la capital alavesa. «Esta es la primera pieza perenne de suelo de la serie 'Números primos' que he creado. Había hecho otras instalaciones perecederas, para exposiciones puntuales, que luego desaparecían. Vitoria fue la primera que me la encargó y en su momento me entusiasmó que sirviera para que los niños jugasen, para que pudiera ser transitada y utilizada», ha recordado la Premio Nacional de Artes Plásticas y considerada precursora de la performance en España.
Ferrer ha participado de forma «activa y desinteresada» en todo el proceso de recuperación de la pieza, que está compuesta por 10.000 teselas de cerámica, de las que 4.556 muestran una diagonal roja, 4.223 una diagonal azul y las 1.221 restantes tienen un número primo impreso. Ocupa una superficie de casi 200 metros cuadrados y está inspirada en la espiral del matemático Stanislav Ulam. Su instalación en el parque del Prado en 2003 respondió a un empeño personal de la prestigiosa comisaria de arte Rosa Olivares, dentro de un conjunto con otras piezas de artistas como Claudia Wissman, Susana Solano, Francisco Ruiz de Infante y Sergi Aguilar.
El Ayuntamiento destinó en su día 360.000 euros para todo el conjunto, que se diseñó para resistir a la intemperie y a los rigores del clima vitoriano siempre y cuando fuera sometida a un mantenimiento periódico. A juzgar por el estado que presentaba en los últimos tiempos, no fue el caso. Según las últimas cifras aportadas por el Consistorio de Vitoria, la recuperación de la obra y su instalación en la plaza interior ha supuesto un desembolso de 60.000 euros.
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