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Jorge Oteiza y la educación, José Luis Zumeta y «aprender mirando», los muebles Biok de Nestor Basterretxea o los taburetes del Equipo 57 con label vasco. Todo esto puede parecer una agrupación gratuita. Pero no lo es. Y tiene muchos más nombres, arte y pequeñas ... historias cercanas, que pueden conocerse en detalle si mañana a las 12.30 horas uno se apunta a una visita guiada por la primera exposición del Artium en 2022, 'Un sitio para pensar. Escuelas y prácticas educativas experimentales en el País Vasco 1957-1979'. El conjunto, que permanecerá en la sala A3 del museo hasta el 5 de junio, responde a una colaboración entre el centro alavés y la Fundación Oteiza, comisariada por Mikel Onandia, Rocío Robles Tardío y Sergio Rubira.
«Es un trabajo de revisión de un período de la historia de la cultura y el arte en el País Vasco», resumía Robles Tardío al presentar el conjunto. El arco cronológico estudiado se abre en un año en el que confluyen diversas iniciativas y programas dentro y fuera deEuskadi, y coincide con el momento en el que Jorge Oteiza abandona su proceso de experimentación escultórico para centrarse en la reflexión sobre el papel social y político del artista (1957-1979). Y el viaje llega hasta el año en el que la Escuela Superior de Bellas Artes del País Vasco inicia una nueva etapa, ya como facultad, en medio de la etapa política de la Transición.
Los tres investigadores han indagado acerca de interesantes pero no siempre reconocidos proyectos, para dar forma a una muestra donde hay una gran presencia de documentación, incluidos fondos de las bibliotecas de Oteiza y otros protagonistas. No faltan carteles, periódicos y revistas u otras publicaciones de muy diversos formatos y características. También hay audiovisuales, como una película final de Koldo Larrañaga y el grupo de cine de la ikastola Olabide llamada 'Euskara Araban' (1970) en la que puede reconocerse a más de un alavés, al igual que sucede con el galerista Gorka Basterretxea cuando era niño, en una película-anuncio de su padre Néstor.
La exposición se completa con obras de diversos creadores asociados a las diferentes iniciativas y dibuja una desconocida historia con apuestas al margen de la formación reglada.El origen del proyecto aparece reflejado en un texto del libro 'Quosque Tandem' (1963) de Jorge oteiza, «un ensayo que se construye a través de los años», explicaba Rubira y recordaba que el autor contribuyó a que se trazaran líneas hacia diversos lugares y a vertebrar muchas cuestiones.En aquellas páginas, el escultor abordaba la educación y la función social del arte: «Nosotros, que no tenemos ni un lugar de convergencia, ni un simple sitio para reunirnos a pensar, no podemos hablar de investigación».
Tampoco es que el artista contara con una teoría pedagógica concreta, como explicaba Mikel Mendizabal, docente de expresión plástica que basaba su labor en la trilogía observación, reflexión y expresión. «Es muy difícil plasmar la teoría estética de Oteiza», que abogaba por «un niño creativo euskaldun», algo que se perseguía a través de «la sensibilidad», relataba uno de los protagonistas de aquellas iniciativas pioneras. Por ejemplo, el respeto hacia esa cualidad se reflejaba en que «el trabajo se observa, no se corrige», detalló Mendizabal que, a partir de la Escuela de Deba, difundió este tipo de práctica educativa por diferentes lugares.
Y es que este núcleo, que es también el centro de la exposición diseñada por Xabier Salaberria con un entramado de paneles, fue el eje de la plasmación de ese interés de Oteiza por un Instituto de Investigaciones Artísticas vasco. José María Larramendi, que encabezó el laboratorio de antropología y, desde 1976, fue director en Deba, apuntaba algunas claves, como «el conocimiento compartido, ya que poníamos en común lo que aprendíamos cada uno».Otro elemento fundamental era «el esfuerzo de conceptualización» asociado a esos procesos.
En ellos surgieron elementos que se exponen en la sala delArtium, como fichas para el aprendizaje del euskera en ikastolas o crismas navideños con una base de simbología vasca. También hay carteles de jornadas –«no había una universidad vasca, no era difícil darle entidad a un curso de verano: no había nada»– o de la primera 'Semana' Cultural delPaís Vasco que se desarrolló durante quince días en Tolosa.
La presencia de otros protagonistas en la muestra se refleja en obras artísticas, con ejemplos como unos paisajes de Rafael Ruiz Balerdi, las 'aves' de José Luis Zumeta o un cuadro de Rosa Valverde basado en los trabajos de escolares. También hay una pieza de Valverde que remite a su participación de niña en el Taller de Expresión Libre que José Antonio Sistiaga desarrolló entre 1963 y 1968.
En general, en estos proyectos había un espíritu de colectividad, como recordó Onandia. Sin embargo, en lo artístico la exposición del grupo Orain en Vitoria (1966) –también con Gaur y Hemen– evidenció un choque de estéticas entre abstacción y fórmulas más tradicionales que supuso el fracaso de la Escuela Vasca como colectivo.
La colaboración entre la Fundación Oteiza y el Artium tendrá desde esta próxima semana un reflejo en el museo de Alzuza. Y es que uno de los proyectos estudiados , el Cine Club Irun, protagoniza la muestra 'Un ojo transitivo', donde se reúnen la demanda de una Casa de Cultura para la localidad guipuzcoana con las actividades impulsadas por el propio Jorge Oteiza o por Néstor Basterretxea. Toda una aventura de cultura contemporánea.
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