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El Gobierno vasco afronta el final de la legislatura con una subida del presupuesto para el Departamento de Cultura para 2020 del 6,2%. Representa más del doble que la media del total de las consejerías, que asciende al 2,9%. Así se aprobó en ... el Consejo de Gobierno del pasado martes y queda a la espera de su paso por la comisión correspondiente y de su refrendo por el Parlamento. De aprobarse, su máximo responsable, Bingen Zupiria, gestionaría 276,3 millones de euros, incluidos los presupuestados para EiTB, unos 135 millones.
Entre las prioridades del consejero está impulsar el «sistema vasco del arte», lo que supone aumentar las aportaciones tanto al Guggenheim, Artium y Bellas Artes de Bilbao como a los programas que tienen como objetivo apoyar a los creadores. En Política Lingüística, el principal incremento va dirigido a lograr la gratuidad en la enseñanza de euskera hasta el nivel B2 y a aumentar el uso del euskera en los ámbitos laboral y de ocio.
– ¿A qué se refieren con la expresion «sistema vasco del arte»?
– Tenemos instituciones públicas relevantes como el Guggenheim o el Bellas Artes de Bilbao. Como reto sobresale Artium y como posibilidad, Chillida Leku. Eso es lo más visible, lo que nos expone ante el mundo. Pero hay una serie de elementos que conviven con esos museos, un número importantísimo de artistas, muchos de ellos con reconocimiento internacional, algunas galerías muy potentes, una facultad de Bellas Artes, departamentos de Historia del Arte, y centros como el Azkuna o Bilbao Arte, que hacen un trabajo muy necesario con los artistas y como intermediarios con la sociedad. La obligación del Gobierno consiste en explorar las vías de conexión entre esos elmentos para crear un sistema. Tejer una red mejora la actividad de cada uno de esos puntos.
– Lo que ahora mismo está sobre la mesa es la ampliación del Bellas Artes de Bilbao.
– Es un proyecto que nos va a permitir, probablemente en la misma ubicación donde está ahora, cubrir todas las necesidades que tiene el museo, la ampliación de espacios expositivos y de almacenaje, la mejora del flujo de visitantes y su papel de referencia principal en el estudio de arte vasco. La dirección del museo tenía unos objetivos y las tres instituciones socias (Gobierno vasco, Diputación de Bizkaia y Ayuntamiento de Bilbao), unos puntos de vista diferentes sobre lo que tenía que ser esa ampliación. Hemos llegado a un acuerdo gracias a un buen ejercicio de cooperación institucional
– ¿No le parecen pocos 18,6 millones de presupuesto para todo eso?
– Es una cantidad que podemos gestionar y es la que figura en el plan, así que tenemos que trabajar con ella.
– ¿Colisiona este proyecto con la ampliación de momento congelada del Guggenheim?
– En esta legislatura hemos tenido que ordenar algunas cosas. El Gobierno llegaba con un déficit de aportaciones al museo y hemos necesitado estos años para acompasar e igualar las cantidades de la Diputación de Bizkaia, nuestros socios en el Guggenheim. Si todo sale bien, en el 2020 por fin podremos saldar ese déficit y dar un salto en algo que es muy importante, la adquisición de obras. El Guggenheim necesita más dinero para comprar arte. En 2019 hemos aportado más de siete millones en total al museo, pero desde hace años las cifras se mantienen congeladas y lo han superado con un modelo de gestión muy serio implantado por Vidarte. Y no sólo en lo económico. Todos los artistas que vienen a exponer hablan maravillas sobre cómo trabaja el museo.
Guggenheim
– ¿Y la ampliación?
– Sería una buena forma de reforzar el sistema del arte del que hablamos. Es una decisión que tenemos que abordar las instituciones.
– ¿Qué quiso decir cuando llamó al Bellas Artes de Bilbao la «Basque National Gallery»?
– Esa expresión se la 'compré' a Miguel Zugaza. Y creo que es acertada porque una galería nacional te explica de dónde vienes, los fundamentos y principios artísticos de las colecciones. También es un lugar de estudios sobre esas cuestiones y esa es una función del Bellas Artes. El programa de exposiciones también acompaña esa idea, desde la muestra sobre los últimos 50 años del arte vasco a Zuloaga, Zubiaurre, Baquedano, Ameztoy, etc..., sin olvidarse de la creación universal, lo que asimismo encaja con ese modelo.
– Artium cuenta con 3,9 millones de presupuesto y suele tener una asistencia de unos 90.000 visitantes. ¿No le parece muy poco dinero?
– Sí, y más aún para desarrollar el plan que ha presentado su directora, Beatriz Herráez. Está llamado a ser el museo por excelencia del arte contemporáneo vasco y tiene una muy buena colección de partida para ello. Necesita presupuesto para desarrollar nuevas actividades. Por eso se lo hemos aumentado.
Promoción de artistas vascos
– ¿Cuál es su diagnóstico sobre Tabakalera de San Sebastián?
– Con la llegada de Edurne Ormazabal a la gestión y algunas decisiones de las instituciones creo que estamos consiguiendo que haya otra percepción de Tabakalera. Kutxa ha hecho en el centro una apuesta impotante por la foto. Ahora, además de ser un centro de creatividad, le ha llegado el momento de llegar a públicos más amplios.
– ¿Fue la mejor solución para Chillida Leku la alianza con la galería Hauser & Wirth?
– Sí, porque tener exposiciones de artistas afines al propio Chillida es muy fundamental para que un centro de ese tipo tenga ambición y una actividad propia, y eso no habría sido posible ni con la colaboración del Gobierno vasco ni con los recursos de la familia.
– La historia previa fue convulsa.
– A ver, yo entiendo que la familia pidiese el dinero que creían justo. Están en su derecho. Pero no fue fácil gestionar políticamente aquello.
– Los museos vascos están en la cresta de la ola pero muchos artistas se quejan de que no hay coleccionistas y de que así no pueden progresar en su carrera.
– Estamos poniendo en marcha un programa que se llama Zabal. Traeremos a gente importante por su prestigio profesional en el mundo del arte, galeristas, comisarios, directores de ferias de arte y de bienales, de centros de arte contemporáneo para que conozcan el trabajo de los artistas. Tratar que entren en sus agendas es fundamental.
Audiovisual
– Su departamento aboga por una modificación del IRPF para mejorar la fiscalidad de los creadores.
– Las instituciones públicas recurrimos a sus servicios para nuestras iniciativas y tenemos la sensación de que no siempre les retribuimos adecuadamente. Hay que pagarles como se merecen. Hay que ser conscientes de lo que vale su tiempo, el que dedican a su trabajo, a sus desplazamientos... Ahí tenemos una obligación de mejorar su situación. En cuanto al IRPF, es una competencia de las diputaciones pero tenemos que acordar con ellas un sistema especial porque nuestros creadores pueden tener un ingreso importante un año y los tres siguientes no. Obviamente repercutirles todo IRPF ese año es injusto. Por eso queremos que lo puedan pagar en varios ejercicios.
– ¿Por qué no existe algo tan sencillo como una ley para favorecer el micromecenazgo?
– La Diputación de Gipuzkoa ha puesto en marcha un programa en el que pone una parte de la financiación para ciertos proyectos y se compromete a tener una consideración especial con los recursos privados que llegan en cantidades pequeñas. En general, creo que no reconocemos lo suficiente la aportación de la iniciava privada, ni fiscalmente ni en nuestros discursos. Deberíamos corregirlo.
– Usted también subraya la importancia del audiovisual vasco.
– Ha llegado una nueva generación de profesionales que utiliza indistintamente el euskera y el castellano, que trabaja desde Euskadi aunque residen fuera y que tienen capacidad de coproducir con empresas de otros lugares. Ganan Goyas, premios en el Festival de San Sebastián y funcionan muy bien en la taquilla. 'Lorek', 'Handia' y 'La trinchera infinita' son sólo la punta del iceberg. Hemos desarrollado durante todo este tiempo un programa muy importante, Kimuak, para financiar cortos y exhibirlos por el mundo. EiTB ha mantenido su compromiso con la financianción. Falta una pata, que EiTB vuelva a producir series de ficción que sirvan de escuela para los profesionales del cine.
– ¿Como 'Goenkale'?
– Por ejemplo.
En el ámbito musical, Bingen Zupiria destaca la apuesta por la Orquesta Sinfónica de Euskadi, que cuenta con uno de los presupuestos más cuantiosos de dentro de las cuentas de Cultura, de algo más de ocho millones de euros. «Está viviendo un buen momento como consecuencia de un pequeño incremento presupuestario y de la llegada del director Robert Treviño. Y eso tiene un reconocimiento en los solistas y directores invitados que llegan. Tenemos pendiente retomar la EGO(Euskal Herriko Gazte Orkestra). Estamos en ello», declara el consejero Bingen Zupiria.
Los festivales de jazz también tienen aportaciones del departamento y entran dentro de sus líneas estratégicas. «Aquí se está produciendo un cambio. Cada vez son más festivales de música y menos festivales de jazz, aunque por supuesto los grupos y estrellas de este género también tienen su cabida. Vitoria cuenta con una asociación de ciudadanos comprometidos con el festival, que es otro buen ejemplo de la asociación público-privada».
Los certámenes de rock, que siguen creciendo en número, quedan bajo las competencias de los ayuntamientos. Aunque la ley dependía de la dirección de Juegos y Espectáculos, encuadrada en el departamento de Seguridad, Zupiria lamenta el intento de restringir la celebración de conciertos en bares y establecimientos hosteleros a uno por mes, medida que luego paralizaron. «Tengo que decir no estuvimos afortunados. Es algo que el Gobierno hizo suyo escuchando las peticiones de Eudel y de los ayuntamientos. Luego nos quedamos solos defendiendo esa postura. Rectificamos y nos retiramos».
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