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No hay balance de visitantes ni una programación de exposiciones a lo largo del año. Sin embargo puede considerarse que en diferentes rincones de la ciudad hay una muestra permanente de arte alavés. Vitoria cuenta con obras de arte más allá de los museos. Un ... Díaz Olano en un portal de la calle Dato. Diferentes pinturas en el hospital de Txagorritxu de algunos de los artistas vitorianos más reconocidos de este siglo. O murales que se han mantenido durante años en librerías y hoteles. Seguro que al lector le viene a la cabeza una obra sin pararse a pensarlo demasiado y tiene sus preferencias.
Ese rastreo de creaciones alejadas de los circuitos convencionales resulta complicado a falta de un registro de arte en espacios no convencionales. En la mayoría de ocasiones se trata de donaciones y, en otros casos, de coleccionismo o simple gusto decorativo. «No apreciamos lo que tenemos a simple vista, una cosa es ver y otra cosa muy distinta es mirar. Al ir a un museo vas predipuesto porque te han acotado el terreno y vas con una predisposición», comenta Santiago Arcediano, historiador de arte y colaborador de EL CORREO. Por el contrario, cuando uno está inmerso en la rutina no suele detenerse demasiado en lo que le rodea. Arcediano pone como ejemplo de nuestra habitual falta de atencióna 'Fortituto y Temperantia', esos relieves de Joaquín Lucarini que custodian la entrada de una oficina bancaria en la calle Independencia ante los que pasa a diario una multitud sin cruzar una mirada.
Una de esas sorprendentes 'colecciones' lejos de las salas de exposiciones se puede ver al subir por las escaleras del hospital Txagorritxu. Aunque lo cierto es que conviene pasar el menor tiempo posible en centros sanitarios, en esas entreplantas se encuentran obras de Juan Sagastizabal, Txaro Arrazola, Juncal Ballestín, Gerardo Armesto, Gert Voor in't Holt y Francisco Ruiz de Infante. No hay una temática compartida, pero los colores vivos ganan la partida de las fotografías y pinturas. En algunos casos incluso se pueden trazar conexiones con exposiciones actuales en museos. Un ejemplo es la pintura de Arrazola, 'India nº4' (2003), que forma parte de su amplia serie de paisajes sociales. Este acrílico sobre tela no desentonaría nada en la muestra temporal que se puede ver en el museo Artium ('Una magnífica explotación'). Unas plantas más abajo hay una obra que tiene especial sentido en el hospital, 'Bebé pintor', de Juan Sagastizabal, que se puede entender como un guiño al área de maternidad.
Otro de esos espacios al que no conviene acudir a menudo es la comisaria de Aguirrelanda. Si alguien ha tenido que poner una denuncia tal vez le ha llamado la atención una escultura de madera entre los pasillos diáfanos. Ese 'Árbol luz' (1987) supera los cuatro metros de altura y fue premiada en un concurso artístico promovido por el Ayuntamiento de Vitoria. Siguiendo el recorrido de las 'ramas' de esa obra de Josetxu Aguirre («el primero de nuestros escultores vitorianos durante la segunda mitad del pasado siglo XX»), la vista apunta hacia una cúpula que fue construida por el Taller Artesano 'Vidrieras de Arte', bajo la dirección de los artistas Juan Mieg y Carmelo Ortiz de Elguea. «Hicimos la pintura sobre el vidrio», recuerda Ortiz de Elgea. «Me gusta que se reivindiquen estas obras porque son bastante interesantes y se conocen poco», reconoce el artista del que se puede ver una exposición, con un acceso gratuito, en la planta baja de la librería Zuloa. Ortiz de Elguea también es el artífice del gran mural en el que repara cualquiera al entrar en La Casa del Libro (calle Arca). «Fue un encargo de la librería Axular en el que me dieron toda la libertad del mundo. No tiene nada que ver con las librerías, tiene mucho que ver con mi arte», recuerda. Cerca de Aguirrelanda, en el parque de bomberos, se encuentra una pintura donada por José Miguel Jiménez Mateo en la que se ven cinco vehículos empleados en la extinción de incendios.
A través del arte que no se encuentra se atraviesan también diferentes épocas. El pintor Sáenz de Tejada (1897-1958) tiene una calle con su nombre, un estilo más que reconocible y un mural en las paredes del hotel Ciudad de Vitoria, testigo del paso de nuevos huéspedes. Esos paneles originarios de la fábrica de Naipes de Fournier en el barrio de San Cristóbal fueron adquiridos por el hotel tras el cierre.
Y uno de los pintores más apreciados de la ciudad, Ignacio Díaz Olano, dejó pinceladas de su arte en dos portales, datados de finales del siglo XIX. El periodista Paco Góngora ya habló de los números 37 y 39 de la calle Dato como un «cita obligada» para los seguidores del artista. Lo lógico es pensar que los residentes en el bloque no se paran a contemplar a diario esas paredes. En todo caso, las obras pueden invitar a mantener la atención durante unos segundos, aunque se encuentren fuera de los museos. «¿Miramos lo que vemos? Esa es la pregunta clave», lanza Arcediano. Cada lector tendrá una respuesta.
El Ayuntamiento de Vitoria ultima un nuevo registro de las esculturas de la ciudad que se hará público en las próximas semanas. La última actualización, publicada hace ahora cuatro años, contaba con 114 esculturas en las calles de Vitoria con la plaza de los Fueros, de Chillida, como la más vistosa y de mayor tamaño. Entre esa gran cantidad de obras, otras icónicas como 'La Mirada', de Ibarrola, y 'El Abrazo', obra de Oteiza que resistió al paso del BEI y se puede ver en la rotonda del Bulevard de Euskal Herria, frente a Consultas Externas de Txagorritxu. Santiago Arcediano destaca en ese impulso municipal a las esculturas un taller de escultores en la plaza del Machete del que salieron muchas obras que se distribuyeron en numerosos puntos de la ciudad. Entre ellas, menciona una en homenaje al maratón popular, de Juanjo Eguizábal y Marco Matauco, que se instaló en las inmediaciones de los frontones de Mendizorroza. Más que por su valor artístico por su curiosa concepción «a través de desechos de automóviles» y su «lenguaje asequible», comenta.
Acerca de las obras de la Diputación de Álava que no se exhiben en los museos provinciales destacan las de la Casa Palacio (70 piezas), entre las que se encuentran los retratos de los diputados realizados por Ortiz de Guinea, así como pinturas de Amárica o Adrián Aldecoa. También son interesantes las que están en el palacio de Ajuria Enea «desde un punto de vista anecdótico», señalan desde la institución foral. En una pintura de Elías Salaverria aparece la familia Ajuria ('Retrato de don Serafín Ajuria y doña Josefa Aranguren', 1924), primeros propietarios de la residencia oficial del lehendakari.
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