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Walter Lerch
Sábado, 9 de marzo 2024, 00:25
La cultura engloba muchas artes atemporales que por muchos años que transcurran jamás caen en el olvido y permanecen en la sociedad gracias a su influencia en las personas. Una de ellas es nada más y nada menos que la cerámica, un arte que tiene ... muchos seguidores y así lo ha demostrado Anuska Arbildi con la apertura de Más Barro. En este local se puede disfrutar de este arte y, a pesar de su juventud como comercio, ya es un éxito total en Vitoria. «Ni un año tenemos de vida, abrimos en septiembre de 2023 la tienda y las clases empezaron en octubre», comenta la dueña, que también reconoce que todo arte puede pasar por mejores o peores momentos de popularidad, pero jamás cae en el olvido. «Yo estoy muy contenta porque el recibimiento ha sido asombroso, y creo que ha sido porque la gente necesitaba hacer algo con las manos. Eso tiene relación con el confinamiento, cuando la gente se dio cuenta de lo bueno que es hacer cosas manualmente para así desarrollar la imaginación e ir aprendiendo técnicas para hacer brillar la creatividad que tenga cada uno», comenta la artista.
En ese sentido, Más Barro es una propuesta que se adapta a todos los públicos. En primer lugar porque «es una escuela donde damos clases de cerámica de lunes a viernes en turnos de 2 horas y en grupos de 8 personas con Laura Garay», afirma Anuska. A lo que prosigue comentado que también es «una tienda porque vendemos tanto cerámica tradicional vasca como otra más vinculada con el mundo del diseño, que es de donde yo vengo porque soy diseñadora gráfica». Y por último, porque se trata de «un taller al que las personas que ya saben de cerámica pueden venir para hacer sus proyectos personales con asesoramiento de Laura o ir a su aire».
Este arte es algo que Anuska siempre ha tenido dentro y, en cuanto tuvo la oportunidad, no se lo pensó dos veces para lanzarse con este proyecto que reside en la calle Herrería 78. «Llevaba mucho tiempo en el mundo del diseño gráfico y también la cerámica ha estado siempre presente en mi vida, desde que era pequeña. Un día me di cuenta de que quería aplicar todo lo que sé de diseño, textura, forma, color y composición en la cerámica».
El ambiente que se vive es único y auténtico. «Tenemos alumnos desde los 16 hasta los 82 años, e incluso se mezclan entre ellos como un joven de 10 años que vino para hacer un cuenco para su mascota y estuvo con alumnos mayores que él y lo hizo fenomenal», comenta la diseñadora gráfica. Ahora, Anuska aspira a que a largo plazo «las personas que queramos hacer cerámica podamos hacerlo sin problemas o que si alguien quiere dar una charla sobre este arte lo pueda hacer, o podamos ver hasta una película juntos. En definitiva, que sea un lugar de encuentro y que la cerámica esté en esta ciudad a borbotones», afirma alegre.
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