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No hay precedentes de un verano tan caluroso y seco en Rioja Alavesa en varias décadas. Hay quienes hablan, incluso, de más de cincuenta años sin sufrir tantas jornadas consecutivas con temperaturas así de elevadas y sin ver nada de lluvia. «Es que ya ni siquiera hemos tenido este año noches frescas para que la vid pudiese respirar», explica el bodeguero de Laguardia Javier Sampedro. El viñedo empieza a sufrir estrés hídrico y la maduración del fruto se ha acelerado. Hasta el punto de que hoy este joven viticultor ya tiene previsto empezar a recoger los primeros granos de la variedad blanca chardonnay, en concreto dos hectáreas de las que espera sacar «alrededor de 5.000 kilos», y en próximos días seguirá con la viura. La vendimia más temprana que se recuerda en la comarca ya ha arrancado.
Y lo hace «con bastante antelación, no solo en comparación con décadas atrás sino incluso con los últimos años, que ya estaban siendo adelantados», reconoce el jefe de la Casa del Vino de Laguardia, Jaime Ibáñez de Elejalde. El cambio climático ha revolucionado los escenarios meteorológicos a los que estaban acostumbrados en Rioja Alavesa y el hecho de comenzar a vendimiar ya en agosto «es otra consecuencia de todo ello». Porque en épocas no tan pretéritas hasta la segunda quincena de septiembre no se metían los primeros racimos en los cestos. Y la cosecha se generalizaba a finales de ese mes «o incluso de cara al puente de El Pilar», confiesan agricultores con más de treinta y cuarenta vendimias a sus espaldas.
Todo va cambiando. «Y en este año tan raro, más si cabe», añade Sampedro, que anticipa su intención de «no demorar tampoco mucho tiempo el inicio de la recogida de la uva tinta. Creo que para el lunes 5 de septiembre ya estaremos muchos en marcha», con quince o veinte días de adelanto. «Nosotros vamos haciendo análisis diarios del estado de la uva y la chardonnay ya tiene 12,9 grados y una madurez fenólica apta», detalla este bodeguero, el mejor del año en la Denominación Rioja según el gurú del vino Tim Atkin.
La sequía está siendo durante el verano el gran enemigo del viñedo. Hay un dato revelador que aporta Sampedro. «Hace tres años para estas fechas teníamos registrados 630 litros por metro cuadrado –desde que finalizó la vendimia de 2019 hasta que comenzó la de 2020–, hace dos fueron 435 y ahora no llegamos a 370», lamenta, «y esto tiene un impacto fuerte en el tamaño de la uva y de los racimos».
El Consejo Regulador de la DOC Rioja ya ha empezado también a emitir boletines de maduración en la comarca alavesa y concluyen que «los valores iniciales son correctos». Los técnicos recomiendan prestar «especial atención a la evolución de la acidez y del pH» en un momento que ya empieza a ser decisivo, sobre todo si la lluvia sigue apareciendo en estos próximos días.
javier sampedro, bodeguero de laguardia
En este sentido, Ibáñez de Elejalde admite que «entramos en la hora de la verdad. Una tormenta con 30 o 40 litros cambiaría muchas de las previsiones establecidas». La maduración se ralentizaría pero también los granos ganarían peso. Porque otra preocupación que tienen los viticultores es una reducción de la cosecha. Los rendimientos máximos establecidos son 6.175 kilos de uva tinta por hectárea –un 5% menos respecto a la cantidad habitual de 6.500 kilos– y 9.000 en el caso de las variedades blancas.
«Todavía es pronto para saber si se alcanzarán o no esas producciones», señala el responsable de la Casa del Vino. Aunque ya hay agricultores que lamentan las pérdidas que la sequía y el calor están ocasionando en sus viñas «y esperemos que las tormentas previstas para estos días no descarguen granizo porque eso ya sería terrible».
La lluvia sería «bienvenida, pero en su justa medida» coinciden todos los agentes consultados en Rioja Alavesa. Esta falta de humedad tiene, al menos, un efecto positivo, la nula presencia de enfermedades. «Ni el oídio ni el mildiu han aparecido por el momento, son dos hongos que con el agua tienen mayor actividad», asegura el técnico foral. En este sentido, la vendimia de 2022 puede parecerse a la del pasado año, porque el verano también fue seco«aunque no tanto como ahora». Y es que aún se recuerda en la comarca la «locura» de 2020 y el elevado gasto en tratamientos para combatir las enfermedades.
Otra amenaza seria es la botrytis, que «se manifiesta sobre todo cuando ha habido daños en la uva». No es el caso de este ejercicio, «pero estaremos muy atentos si descargan tormentas», advierte Javier Sampedro en las horas previas a empezar a manejar los corquetes en sus viñedos.
Los consejos reguladores de las denominaciones de origen vitivinícolas españolas consideran una amenaza la «proliferación descontrolada de proyectos desproporcionados de infraestructuras de producción de energía y su transporte, así como de actuaciones de carácter viario o industrial con consecuencias irreparables». La Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas ha hecho suyo, por acuerdo de su junta directiva, el Manifiesto para la Defensa y Protección del Viñedo Español.
Esta iniciativa partió del grupo operativo creado por el Consejo de la DOC Rioja y que pretende concienciar a las administraciones, la opinión pública y la ciudadanía sobre la necesidad de proteger los paisajes vitícolas españoles. Porque la batalla contra la proliferación de esas grandes infraestructuras se libra en la Denominación Rioja pero también trasciende fronteras e incluye otros problemas como la autorización de granjas porcinas, contra las que ya se ha manifestado radicalmente el Consejo Regulador de Ribera de Duero.
El manifiesto, ahora apoyado por el conjunto de denominaciones de origen vitivinícolas, argumenta que el sector «constituye un patrimonio cultural, social, económico y paisajístico emblemático y fundamental para la sostenibilidad de nuestros territorios y el futuro de nuestras gentes». Porque «estamos ante un riesgo real para nuestra viabilidad y supervivencia. La descarbonización de la sociedad y el impulso de las energías renovables no tienen que ser la excusa para poner en peligro nuestro entorno natural y agrario, la estabilidad de nuestras empresas y el sustento de miles de familias».
El documento propone actuar sobre cuatro ejes: la protección de los paisajes de viñedo, la sensibilización del sector y de toda la sociedad, la protección de los ecosistemas asociados a la viña y el fomento de prácticas sostenibles.
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