Agresión múltiple

Arranca el juicio por el brutal asesinato de Isam, el joven de Oion al que apalearon en Logroño

Según mantiene el Ministerio Público, a la brutalidad de la agresión se suma el abandono del malherido en un momento en el que el toque de queda decretado por la emergencia sanitaria del covid hacía imposible que nadie pudiera auxiliarle.

«Al final se ha muerto el payo». Esa frase se quedó grabada a fuego en los policías que custodiaban a Michael, de 22 años, uno de los cuatro procesados. Estaban en el registro de su casa y su padre le preguntó «¿qué hostias había hecho esta vez?». «Me han detenido por matar a un tío. Al final se ha muerto el payo», se recoge en el escrito fiscal. Era el 10 de abril de 2021. Hoy, Michael y tres amigos suyos se sientan en el banquillo por el asesinato de Isam, al que destrozaron a patadas y golpes. Lo dejaron moribundo, tirado en un parque por el que sabían que no pasaría nadie en una noche gélida, pese a ser primavera.

De 34 años, la víctima salió aquel 6 de abril a las 23.05 de un bar de copas de Logroño. Iba muy bebido. Se cruzó con un amigo y le dijo que se quedaría a dormir en la ciudad. Vivía con su familia en Oion y cada día recorría en bicicleta los 20 minutos que separan ambas poblaciones para trabajar como repartidor. Tras salir del bar, cogió su bici que tenía atada a un árbol y minutos después se sentó en un banco en el acceso al parque del Río Ebro.

A las once y cuarto de la noche, seis jóvenes lo ven. Se dan cuenta de que está ebrio. Le piden tabaco, Isam les dice que no y piropea a una de las chicas: le llama «reina». El grupo pasa a jauría en unos segundos. «Con el propósito de obtener un beneficio económico a costa de alguien desvalido», dice el fiscal, uno de ellos, César, de 20 años, propone a los demás quitarle a Isam el dinero y todo lo que llevara. Michael, de 22 años, Sergio, de 26, Andrés Felipe, de 23 y las hermanas Adriana y Alba, de sólo 17 y 15 años, están de acuerdo.

El primer golpe en la cabeza –siempre según la reconstrucción a cargo del Ministerio Público– se lo da César. Por sorpresa. La víctima queda aturdida, en el suelo, y la jauría le ataca, uno a uno y varias veces, con más golpes, puñetazos y patadas, «acción que repitieron todos ellos turnándose en la agresión» sin que su víctima pudiera defenderse. «Con cada embate la conciencia de Isam se iba desvaneciendo hasta que, por la acumulación de golpes, quedó inconsciente».

La Fiscalía en su escrito dibuja una escena lenta, agónica, cuenta los golpes brutales en la cabeza, el tronco, las extremidades que recibe la víctima desmadejada en el suelo.

Le quitaron la cartera, el tabaco, su móvil, la cazadora marca Koroshi que llevaba puesta y que tras probársela se puso Andrés Felipe, y la bici de montaña Scott que era además la herramienta de trabajo de la víctima. Lo abandonaron agonizando a la intemperie, en un lugar apartado. Sabían que nadie lo ayudaría en esa noche helada en la que había toque de queda entre las once y las siete de la mañana. Isam falleció al poco de ser encontrado.