Arqueología a 4.000 metros de altura para descubrir la huella de los últimos Incas

El siguiente paso fue comunicar los hallazgos al Ministerio de Cultura de Perú y presentar un proyecto para llevar a cabo una investigación más exhaustiva que incluyera prospecciones y excavaciones; algo urgente teniendo en cuenta que ese espacio estaba desprotegido. Sin embargo, no ha sido hasta este mes cuando el país transandino ha aceptado la misión, que a su vez ha sido amparada por la Sociedad Geográfica Española.

Los investigadores se podrán en marcha el próximo miércoles con la única meta de contribuir a «preservar el patrimonio». Cuentan con un mes para verificar (o desmentir) esas teorías que han establecido. «Es poco tiempo», asume Gutiérrez Garitano, que lidera este viaje extraprofesional junto a la arqueóloga Silvia Carretero, la directora científica Geannette Nydia, el doctor en Comunicación Álvaro Ortega, la asistente arqueóloga Yadira Y. Guzmán, el experto en asentamientos humanos Iñigo Cobeta y el coordinador León Arsenal. Pese al esfuerzo que realizarán todas esas manos, tiene «muy claro» que «si sólo me da para hacer bien uno de los propósitos, pospondré los otros. Eso sí, voy sin prejuicios. Mi planteamiento ya es científico y puedo tirarlo por tierra perfectamente», admite.

Ahora bien, ¿qué pasos darán hasta el 24 de julio? ¿Qué es exactamente lo que se proponen hallar con esta expedición arqueológica? El historiador menciona varios aspectos: «Nos han avalado para hacer una prospección superficial en tres emplazamientos y una expedición arqueológica a unos 4.000 metros de altura». Las exploraciones del subsuelo las realizarán en el monte Comballa, en Ushnuyoc-Quishuarpampa y Taparacuyoc. La averiguación de los restos se centrará en desvelar el misterio del rito de la Capa Cocha y verificar la existencia de una ciudad perdida.

Vayamos por partes. «El monte Comballa fue una mina de metales preciosos inca, puede que preinca, y luego española. Eso seguro. Lo que no sabemos, y vamos a averiguar, es si ahí hubo un santuario de altura, que es algo así como un lugar de culto y peregrinaje», desgrana. «Luego está la ciudad inca de Ushnuyoc, donde en 2019 la misión gubernamental dirigida por el QapaQ-Ñan verificó la existencia de la necrópolis de Quishuarpampa y algunos de los edificios que yo había percibido anteriormente gracias a los mapas de la zona logrados por teledetección. En concreto, ellos desenterraron 150 recintos validando mi teoría inicial. Por último, en Taparacuyoc, trataré de desvelar si hay otra ciudad, una fortaleza inca... o nada».   

Para llegar hasta ese punto en el que «lo que más importa son los resultados», su proyecto impulsado a través de la Sociedad Geográfica La Exploradora ha pasado por siete entidades diferentes que tenían que dar el visto bueno. Una vez han contado con esa verificación institucional, han debido hacer acopio de todo tipo de material porque «no son lugares de fácil acceso». Eso sí, después de enfrentarse a muchísimas dificultades, la experiencia les ha dejado claro que «esta es la mejor época» a nivel meteorológico para ir a Vilcabamba. Toda esa ardua trayectoria la grabarán para que quede documentado como archivo de la expedición.