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En la última inspección realizada en la residencia Arabarren no se ha detectado «ningún incumplimiento reseñable» de la normativa que regula este tipo de complejos. Una supervisión que se realizó justo después de que las familias de tres usuarios de este centro público-privado, que ... gestiona una cooperativa y que atiende tanto a mayores como a personas con discapacidad, registrasen a través del colectivo Zaintza una serie de denuncias sobre episodios de altas temperaturas, caídas y lesiones. Eso sí, el diputado foral de Políticas Sociales, Gorka Urtaran, reconoció que se realizarán mejoras en la comunicación con los parientes de los internos y un refuerzo de la formación que reciben los trabajadores para la movilización de usuarios.
Urtaran negó que exista una mala praxis de fondo y quiso subrayar que el 75% de las 91 quejas formales que se han formalizado desde principios de 2023 corresponden a seis familias, es decir, el 2,8% de los usuarios concentra tres de cada cuatro reclamaciones. Muchas de estas demandas se centran en cuestiones del día a día. De ahí que algunas de las mejoras que se van a implantar supongan la creación de una comisión para el control de actividades, la instalación de detectores de presencia frente a caídas o agresiones y un control de las dietas, además se van a cambiar las cremas para la hidratación de la piel de los mayores y se revisará el precio del servicio de lavandería.
La denuncia de otra familia se centraba en el calor que se alcanza en algunas habitaciones en verano, que llega a los 29 grados. El gerontólogo Iñaki Artaza, director foral de Innovación, Sistemas de Gestión y Evaluación, defendió que el centro cuenta con un sistema de geotermia y refrigeración global, pero que eso no evita que en «dos o tres días» de agosto haya rincones con un exceso de calor.
«No hablo de mala praxis, eso se decidirá en los juzgados, sino de precariedad laboral. Las condiciones en las que se trabaja repercuten en el cuidado que se oferta», afirmó Claudia Venceslao, de EH Bildu, a quien no le parece suficiente que -según la Diputación- en Arabarren se tripliquen los ratios de enfermería y dupliquen los auxiliares. La juntera de Elkarrekin Begoña Seco, por su parte, insistió en que los cuidados tienen que prestarse desde las instituciones públicas para ser de calidad.
Elisabeth Ochoa de Eribe (PP) subrayó que estos problemas son «puntuales», pero deben atajarse de forma «rápida». «El sistema funciona y para que siga siendo así hay que arreglar muchísimas cosas», apuntó crítica con el modelo que gestiona Arabarren.
Esta no ha sido la única denuncia que Zaintza ha presentado en las últimas semanas. También alzó la voz sobre la situación en la residencia foral de Llodio y el comité de empresa del Instituto de Bienestar Social de la Diputación les respondió que «denotan un desconocimiento absoluto y una mala intención». Urtaran apoyó a las trabajadoras y negó de manera tajante que los usuarios vayan «con el culo al aire», como decía esta asociación que, en su opinión, está desarrollando una «campaña sincronizada» con EH Bildu. Cree que la izquierda abertzale intenta deteriorar «las políticas sociales de Álava y está alarmando de manera grave a quienes son atendidos allí» por «un interés partidista».
«Ustedes son como el dios Jano porque tienen dos caras. Por una parte dicen que apoyan a las profesionales, pero por la puerta de atrás hacen unas acusaciones gravísimas», acusó Urtaran a EH Bildu.
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