La OSI Araba pondrá las terceras dosis en el nuevo edificio de Txagorritxu

Tras una intensa mañana que comenzó con problemas en la web y las centralitas colapsadas, los sexagenarios fueron poco a poco copando las agendas de los equipos de vacunación. En la jornada de ayer, la rampa de acceso al sótano del Centro de Salud de San Martín fue un bajar y subir continuo de vitorianos de todas las edades. Desde niños que acaban de cumplir los 12 años y jóvenes que se ponían la primera dosis hasta sexagenarios para recibir su tercera vacuna. También el grupo de cuarentones y cincuentones, a los que se les administró la monodosis de Janssen y necesitan un refuerzo, y los septuagenarios que se incorporaron a la campaña la pasada semana. Demasiada gente para un espacio que, según denunció el sindicato de enfermería Satse, presenta un déficit de ventilación y donde en ocasiones ha resultado difícil guardar la distancia de seguridad. Sin embargo, los recién inyectados ayer tenían diversidad de opiniones.

«Esto es tercermundista», clamaba Luis Verástegui. «Me dijeron que viniera 20 minutos antes y hasta que no ha llegado mi hora no me la han puesto. Sólo había una persona que ponía la vacuna y cuatro en ordenadores, dos para recepción del DNI y dos para expedir certificados», informaba. «Tengo las tres de Moderna y la de gripe, pronto me pondrán la sudafricana», bromeaba, aunque la preocupación por la nueva variante ha animado a muchos a vacunarse. Una sensación similar tuvo un matrimonio de sexagenarios que calificaron la rampa de «pasadizo». «Nos mandan salir por otra puerta, pero aquí nos juntamos todos. Con los polideportivos que tenemos y que vengan a meternos aquí, esto parece para caballos», se quejaban en la plataforma de acceso y salida, de apenas un metro de anchura. «Hay mucha gente en poco sitio, esto es denunciable», criticaron. Tampoco estaba satisfecho José Sánchez, de 75 años, que se acercó a San Martín a pedir cita. «He llamado dos veces, pero como hablas con un disco no me daba cita». «Una conocida con 70 años ya se ha vacunado y yo con 75 todavía no», se quejaba tras conseguir cita para el jueves en Txagorritxu».

Julen Estarrona, de 17 años, Izaro y Uxue Murgialday, de 16 y 20, y Aner López, de 12 años, también salían, «sin dolor», tras su primera y única dosis de Moderna. «No hay mucha gente, lo que pasa es que el recinto es pequeño», reconocía Gabriel López, padre de Aner. «A media mañana ha sido rápido», informaba Lucía, «la sala estaba llena para salir, pero nos han pinchado nada más llegar». José Luis Ruiz de Samaniego y su esposa María Ángeles Hierro aseguraron no no había demasiada gente, «lo que pasa es que el sitio no es el ideal. Se entra por un pasillo estrechito que agobia un poco, pero dentro bien», informaron tras recibir la dosis de Moderna, tras las dos primeras de Pfizer. «La que tenían, confiamos en la ciencia», aseguraron.

«La coincidencia de la vacunación de la gripe y del covid también genera más afluencia de personas en el centro», reconocía uno de los sanitarios que estaba al frente, mientras que «las consultas siguen su ritmo».