Agresión sexual

6 años a un vecino de Vitoria por abusar de su sobrina con la excusa de «jugar a papás y mamás»

La principal víctima, sobrina de este hombre, aún no ha alcanzado la mayoría de edad. El fallo considera probado que a lo largo de año y medio –desde 2013 a 2015– sufrió los ataques sexuales en las visitas a la casa de este familiar, cuyo abogado ha recurrido la resolución. Esa chica padeció ese calvario entre los ocho y los diez años «con el pretexto de jugar a 'papas y mamás'» y con la promesa de recibir «chucherías». Se han acreditado un mínimo de diez incidentes.

Ella nunca dijo nada hasta que, unos cuatro años más tarde, a principios de 2019, participó en un taller sobre sexualidad en su centro educativo. Se dio cuenta de que había sufrido lo que explicaban en las charlas. Aquel descubrimiento le dejó rota. Hoy sigue con antidepresivos, le cuesta hacer amigos o siente «arcadas» cuando evoca aquellas visitas al piso de su tío.

Como resulta habitual en este tipo de delitos, los incidentes bajo la lupa judicial ocurrieron sin testigos. En el dormitorio. Cuando su mujer «estaba durmiendo o en la ducha», refirió esta chica en el juicio. Por contra, el único procesado no sólo negó los hechos sino que los enmarcó en una especie de venganza de la madre de la adolescente. Además, su esposa y sus dos hijastros le apoyaron, dando por hecho que denunciante y denunciado jamás se quedaron a solas.

Sin embargo, el juez Poncela –con la aprobación de los otros magistrados del caso, Elena Cabero y Ana Zulueta– confieren más relevancia al testimonio de la principal víctima. «La muchacha no necesitó de tratamiento psicológico hasta que no tomó conciencia de haber sido abusada (principios de 2019) y nadie sufre de manera tan aguda por una historia que ha inventado».

La segunda pata de esta condena son los expertos que tratan o vieron a la principal víctima. «Las peritos aclararon que no es extraño que un niño calle un abuso sufrido y que la conclusión a la que llegaron es que el estado emocional de (la principal víctima) era congruente con su relato», cierra la sentencia.

Por si fuera, durante la instrucción del caso apareció una segunda perjudicada. Se trató de otra familiar lejana del encausado y residente en Italia. En el verano de 2015, esta menor visitó Vitoria y se alojó en casa de este hombre. «Al menos en cuatro ocasiones», este adulto le realizó «tocamientos». Ella no opuso resistencia «cohibida por la diferencia de edad» y «la relación de parentesco que les une». Su declaración resultó clave.

Remarca la resolución que el ahora sentenciado triplicaba en edad a sus dos víctimas. Por los ataques a la primera le impone una pena de cuatro años y un día de prisión, aparte de condenarle a pagar una indemnización de 12.500 euros porque «además del daño moral concurre un perjuicio psíquico» en la línea de lo solicitado por la letrada de la acusación particular, Zuriñe Parra.

El segundo episodio le supone otros dos años y un día y 2.500 euros. Por ahora librará el paso por prisión al haber recurrido al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.